
Todo el mundo está con la boca hecha agua a causa del caso del CEO pillado con su amante en un concierto de Coldplay ¿Podría pasar en Austria?
23 de Julio.- Muchas veces, cuando uno lee las noticias se queda un poco perplejo, porque hay cosas que le llaman la atención a la gente que a uno le parecen normales y otras que a la gente no le llaman nada la atención pero a uno le parecen un sinvivir.
Por ejemplo: el director general de una empresa (que no otra cosa significa CEO) de los Estados Unidos de América, estaba en un concierto de los Coldplay (ya son ganas, pero oye, cada uno va a los conciertos que quiere). No estaba solo sino, como se decía antes, con “su querida”. La cual querida era la jefa de recursos humanos de la empresa de la que él era director general.
Los Coldplay tienen una costumbre, muy americana y sumamente hortera, que se llama la “Kiss cam”, o sea, la cámara del beso o del amor.
La cosa funciona como sigue: ponte que uno está con su santo o su santa (o su querida o su querido) disfrutando del concierto, la cámara le enfoca y aparece su jeto en todas las pantallas gigantes del lugar en donde se esté celebrando la tocata. El público entonces hace ruido, rollo el “que se besen” de las bodas españolas y la pareja se besa y todo el mundo aplaude.
En este caso, los amantes tuvieron la mala suerte de que les pillaron en flagrante infidelidad. La cámara les enfocó y estaban abrazados. En las imágenes tardan unos instantes en darse cuenta de que les han cogido con las manos en la masa. Y luego pasa lo que ha visto todo el planeta.
Hasta aquí, todo bien.
Pero lo que a uno le parece demencial es la siguiente cascada de acontecimientos. La empresa de la que el hombre era director general, le despide (!), lo mismo que a la mujer. El hombre publica, y a nadie le parece una cosa monstruosa, un comunicado autoflagelatorio. Sin saber lo que ha sucedido, y a la luz del texto, podría incluso pensarse que había incurrido en un delito gravísimo de horrorosas consecuencias para la historia de la Humanidad, o de su empresa.
No hay tal. Porque, hasta el momento, darle al fornicio con una señora con la que uno no tiene un contrato matrimonial tiene cero influencia en los balances de ninguna empresa.
Siguiendo con la ristra de acontecimientos dementes, la hija del pillado con su querida pone en sus redes sociales unos vídeos muy intensitos que acumulan cientos de miles de visitas, como si le hubiera sucedido un acontecimiento luctuoso.
Y, repito, a todo el mundo todo esto le parece normalísimo, como si los amantes fueran Ana Ozores y Álvaro Mesía y el mundo se hubiera convertido, de pronto, en un trasunto de la Vetusta de Clarín.
Fue un poco como cuando a Jorge Miguel (q.e.p.d.) el cantante este que nos da por saco todos los fines de años diciendo lo que hizo las últimas navidades, le pilló la policía con el miembro viril de otro caballero en la boca, y tuvo que pedir perdón públicamente e incluso escribió una de sus mejores canciones “Outside”.
En fin. Yendo a lo mollar ¿Sería esto posible en Austria?
Muy difícilmente.
En Austria, la legislación de protección de datos prohíbe la difusión de las imágenes de personas sin su consentimiento expreso. Poco importa que la persona no se haya dado cuenta de que la han grabado o le han hecho una foto o que se haga sin fines comerciales (por ejemplo, en este caso que nos ocupa).
El legislador (el austriaco y el comunitario) considera que la imagen de cada persona es un atributo personalísimo, lo mismo que otros rasgos biológicos como por ejemplo, la voz, y que difundirlos públicamente sin que la persona haya dado su cosentimiento (de nuevo, expresamente) es cometer un delito comparable a regalar dinero que no es de uno.
¿Hay excepciones a esto? Las hay. Se pueden difundir imágenes que contengan personas cuando se hacen fotos por ejemplo de un bonito paisaje del Rax o de una calle de Viena. O sea, cuando las personas no sean el motivo principal. Tampoco hay ningún problema si se fotografía a personas que acudan a una manifestación (por ejemplo, el desfile del orgullo gay) o cuando una empresa difunde fotos de sus trabajadores.
Especialmente agravada está la protección de los menores y también se hace énfasis en la publicación de aquellas fotos que permitan deducir datos sensibles, por ejemplo la religión que practica una persona.
En los Estados Unidos, para desgracia de ellos, no existe esta legislación. Si existiera o existiese, el CEO estaría en estos momentos preparando una jugosa querella para los Coldplay por haberle enchufado con la cámara sin su consentimiento.
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