Austria con alcohol, Austria sin alcohol

¿Eres extranjero en Austria? ¿Te espantan las cantidades de alcohol que bebe la población aborígen? No estás solo.

 

3 de Agosto.- Muchos de los artículos de este blog provienen de conversaciones que mantengo yo mismo o que escucho. Por ejemplo, hace algunos días, presencié una conversación de dos amigos, uno de los cuales tiene una bodega y hace vinos que vende por toda Austria, generalmente a establecimientos hosteleros de alto estanding.

El hombre estaba algo preocupado, porque había detectado que la gente joven bebe cada vez menos vino y que el negocio del vino con alcohol estaba bajando a manos del vino sin alcohol.

Las estadísticas le dan la razón: el tramo de edad que más pimpla es el que va de los cincuenta a los cincuenta y nueve.

Aquí hago un inciso.

Como yo bebo muy poquito (lo cual es una proeza en un país como Austria, como ahora veremos) he probado todo tipo de bebistrajos sin alcohol.

La cerveza sin alcohol me gusta, el campari sin alcohol, a pesar de las enormes cantidades de azúcar que tiene -algo le tienen que echar para que sepa bien- tampoco está mal. Pero el vino sin alcohol, desde aquí lo digo, es una guarrada que está malísima. He probado dos variedades, el Grüner Veltliner, que vaya que vaya, y el Zweigelt sin alcohol, que es un aguachirri.

Cierro el inciso.

Hoy, ante la incredulidad de los troles usuales en estos casos, la ORF publicaba que la cerveza sin alcohol es una bebida muy apreciada en Austria. El 35 % de los carintios la beben “muy gerne” (es el Estado de Austria en donde más aceptación tiene). Los burgenlandeses, en cambio, son los que menos aprecian las ventajas del zumo de cebada de fogueo. Tan solo un 11% dicen que les gusta.

Como decía más arriba, en Austria es muy difícil no beber alcohol, o beberlo en condiciones razonables.

Cuando vas a una casa, la opción por defecto es una bebida alcohólica, porque todo el mundo asume que, a las diez y media de la mañana, lo que más puede apetecerte es meterte entre pecho y espalda un martini con vodka, con el acompañamiento de una aceituna.

Si, por casualidad, aduces que a lo mejor es un poco pronto para atizarte una bebida de alta graduación o que no tienes ganas de echar una instancia para entrar en la Betty Ford clinic en un programa de desintoxicación, te miran con compasión y te preguntan que si estás malo del estómago.

Con los reconocimientos médicos -por ejemplo, el reconocimiento anual al que da derecho estar dado de alta en la seguridad social- te reparten, bajo promesa de confidencialidad, un cuestionario -millonario- sobre tu consumo de bebidas alcohólicas. Las preguntas ponen los pelos de gallina, hasta el punto que uno empieza a plantearse en qué clase de país vive.

(Yo tengo un compañero de trabajo también español, al que desde aquí mando un saludo, que cuando vio por primera vez el cuestionario lo flipó bastante).

Este año, mi doctora, después de darme la buena noticia de que tengo unos análisis perfectos, me comentó (textual) que sus compatriotas “sauf wie Löcher” (o sea, que beben como cosacos) y que lo peor es que lo encuentran normalísimo.

Las estadísticas le dan la razón: cada persona en Austria se bebe 12 litros de alcohol puro al año. Como media. Y ya sabemos cómo funcionan las medias.

El consumo de alcohol en Austria, según las últimas estadísticas, varía mucho entre los sexos.

Los homo sapiens sapiens con pilila ingieren 18,8 litros de alcohol puro al año mientras que las homo sapiens sapiens hembra 5,5.

En cuanto a la cerveza, uno de los orígenes de este artículo, los austriacos ingieren 99 litros como media al año. Para hacernos una idea: un cubo de los de fregar suele tener una capacidad de unos diez litros. O sea, que cada austriaco, de media, se bebe diez cubos de cerveza al año.

Todos los parámetros de consumo están por encimísima de la media europea.

Se calcula que alrededor de 350.000 personas son alcohólicas en Austria. Por experiencia propia, diré que muchos de ellos son lo que yo llamo “alcohólicos funcionales”. O sea, gente que se castiga el hígado y tiene las transaminasas bailándole la macarena pero que, al mismo tiempo, se las apañan para desempeñar sus trabajos mal que bien.


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