Una mujer leyendo

Un Nobel casi austriaco

 

El escritor húngaro Laszlo Krasynahorkai ha ganado el Nobel de literatura. Es húngaro, pero también casi austriaco.

Una mujer leyendo

9 de Octubre.- Regreso un ratito de mis vacaciones porque hoy se ha anunciado el premio Nobel de Literatura. A uno, francamente, le hacía ilusión que se lo hubieran dado a Enrique Vila-Matas, uno de los eternos candidatos. Principalmente, porque le parece que Vila-Matas es un escritor muy sólido (y con personalidad, cosa que escasea en estos tiempos) pero también porque Enrique Vila-Matas, que está en el Olimpo de los indiscutibles, tuvo la delicadeza de mencionar este humilde espacio, Viena Directo, en una de sus columnas de El País. Cuando yo vi mi nombre y el de este espacio impreso en su columna, me sentí, francamente, inmensamente honrado, como si me hubieran dado a mí el premio Nobel.

Vila-Matas tendrá que esperar (quizá el año que viene se lo den, ex aequo, con Murakami) pero el premio Nobel de este año, Laszlo Krasynahorkai, es todo lo austriaco que se puede ser sin haber nacido, pongamos, en Sankt Pöllten. Herr K. (todos sabemos que el húngaro es un idioma muy difícil, así que no voy a volver a escribir el apellido si puedo evitarlo), nació en Gyula, en Hungría, pero vive, en la mejor tradición de la monarquía austro-húngara, entre Trieste y Viena. Así lo hacían todos los artistócartas de “Kakania”.

El año pasado, quizá pensando que ya no es ningún chiquillo y que quería dejar arreglados sus asuntos, dejó su legado literario, archivos y así, a la Biblioteca de Viena, cosa que habla muy bien de él, como señor y como escritor.

Los artículos laudatorios describen a Herr K. como un caballero afable y como un literato enigmático, que ha conseguido muy bien describir la Hungría postcomunista. Como puede deducirse de los sitios en los que reside, Herr K. no está muy contento con la realidad que le vio nacer. Hungría le duele y el escritor tiene bastante mala opinión de sus contemporáneos los húngaros, de los que dice que son cobardes, que evitan los conflictos y que, por eso, se ha puesto de moda en Hungría ser de extrema derecha. Achaca a esta característica la incapacidad que, según él, tienen los húngaros para construir una democracia válida y funcional, homologable con el resto de las que ya existen, y de Putin y de Orban ha dicho que son figuras “que surgen de las alcantarillas en las pausas de la historia”.

Por lo demás, Krasznahorkay es un escritor que se siente emparentado con los grandes narradores centroeuropeos. Con Musil, con Thomas Bernhard, con Kafka, con Heimito von Doderer y, en esto, yo creo que también en común con Vila-Matas, el nuevo premio Nobel pone en valor una cierta manera de ver el mundo muy típica de Centroeuropa, que combina el absurdo y los excesos.

Como de un tiempo a esta parte, la Academia Sueca ha premiado a un escritor relativamente desconocido y, en todo caso, no apto para todos los paladares.  Krasynahorkay es, según dicen, un decidido elitista.

Pobrecito, qué porvenir le espera.


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