Unos timadores querían desvalijar a una señora austriaca de 92 años. Fueron por lana y salieron trasquilados.
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29 de Octubre.- Nuestra heroina de hoy tiene 92 primaveras. O sea, la misma edad que mi abuela a la que, desde aquí, mando un saludo. La señora es vecina de una pequeña localidad del sur de Estiria. Di que un buen día estaba ella en su casa, resolviendo crucigramas o mirando por entre los visillos lo que hacían las otras vecinas o esperando a sus amigas para ir a tomarse un café con sus amigas, cuando sonó el teléfono.
Al otro lado del auricular había una persona que se identificó como miembro de la policía criminal.
Después le dijo que la policía estaba contactando a los jubilados porque había una banda que estaba distribuyendo billetes falsos y que el banco había detectado algunas irregularidades en su cuenta.
Se trata, dijo el supuesto policía, de comprobar que todo esté en orden. Porque la policía, ya lo sabe usted, está para velar por su seguridad y por la de todos.
Imagínese, debió de decirle, que va usted al cajero y que de pronto le dan billetes falsos. Vaya papeleta ¿Verdad?
La señora, muy inquieta, debió de decir que no había detectado nada ni en el banco le habían hecho ningún comentario.
Claro, señora, debió de decir el policía, es que se trata de una cosa supersecreta. Y ya sabe usted cómo son los bancos. Si hay problemas, no dicen nada para no dañar el negocio.
Hay que ver cómo está el mundo, debió de decir la señora.
Y que lo diga, señora, y que lo diga, debió de conceder el policía.
Bueno, dijo nuestra heroína ¿Y yo cómo puedo ayudarles?
El supuesto policía debió de pensar que nuestra brava estiria había mordido el anzuelo porque le contestó que, lo primero, no tenía que decirle nada a nadie para que no se estropease el secreto de la operación y que ya contactarían con ella para darle más instrucciones.
Cuando la señora colgó el teléfono, estaba más muerta que viva. Nerviosa perdida, intentó seguir con su vida normal, pero una amiga sagaz la notó rara y le preguntó qué le sucedía. Al principio, siguiendo las instrucciones de la policía, ella seguro que intentó disimular. Pero después se desahogó con su conocida.
!Pero Marie! Debió de decirle la otra mujer !Esto es un timo como la catedral de San Esteban! Vamos inmediatamente a la policía.
La señora debió de resistirse un poco todavía pero finalmente accedió. En la comisaría los auténticos policías no tardaron en tranquilizarla. Efectivamente, se trataba de un timo. Hay muchos desaprensivos que quieren robar con estas argucias a personas ancianas. Le pidieron su colaboración para detener a los malhechores.
Y la obtuvieron, claro.
Los policías auténticos escucharon las llamadas de los policías de pega y le indicaron a la señora que se pusiera de acuerdo con los criminales.
Ella, fingiría retirar una cantidad de dinero y luego les indicaría a los cacos que pasaran a recogerlo por su casa. Así lo hizo la valiente señora.
Uno de los fulanos pasó para “recoger el dinero” y “controlarlo” nada menos que por la casa misma de la jubilada. A poca distancia le esperaban dos cómplices en un coche.
Los que también estaban esperando eran los policías, que les detuvieron a todos.
La policía ha advertido este miércoles a las personas mayores de que tengan cuidado con las llamadas de teléfonos de desconocidos y que, sobre todo, no revelen informaciones íntimas a propósito de sus finanzas.
El caso que hoy nos ocupa es una variación del timo de las joyas. Personas disfrazadas de policías o diciendo que lo son se presentan en casa de personas mayores, les cuentan que hay una banda de ladrones de joyas en la zona y les dicen que, si se sienten más seguros, les entreguen a ellos sus objetos de valor para “custodiarlos” en comisaría.
Aunque parezca mentira, sobre todo en ciudades pequeñas, hay muchos ancianos ya que han sido desvalijados por medio de esta técnica.
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