El apasionante (e imprevisto) viaje de la familia Bleibtreu

BurgtheaterDe los campos de batalla, a los escenarios. De los escenarios, a los platós. Del siglo XIX, al siglo XXI. Los Bleibtreu: una saga apasionante.

18 de Enero.- Este año hará cinco que murió una de mis actrices favoritas: Monika Bleibtreu. Murió relativamente joven, a los sesenta y cinco años, de cáncer. Es una presencia amable, que siempre gusta ver.

Entre sus últimos trabajos figuran, por ejemplo, la (genial) miniserie que produjo la ARD sobre la familia Mann (la de Thomas, no la de las panaderías) o, por ejemplo, una peli que he estado viendo hoy, y que conviene revisar de vez en cuando por muchas razones (entre ellas, la estupenda fotografía): Hilde, la biografía de Hildegard Knef, interpretada por Heike Makatsch.

Di que estaba viéndola cuando un amigo, alemán, ha dicho:

-La señora esta era austriaca.

Y yo:

¡No puede ser!– al momento, me he lanzado sobre el telefonino y he rebuscado en la Wikipedia y, efectivamente, premio. Y de los gordos. Porque Monika Bleibtreu no solo era más vienesa que los Melange del café Sperl sino que fue una de las componentes más destacadas de una saga teatral que hoy continúa en su hijo, Mauritz (ese hombre que es clavadito al cantante Mexicano Luis Miguel) y que empezó en Friesach, en Carintia, en los albores del siglo XIX. Por lo cual se puede decir que los Bleibtreu llevan el serrín de escenario en la masa de la sangre.

La saga de los Bleibtreu empieza en Carintia

Sigmund Bleibtreu nació, como decía más arriba, en Friesach, en Carintia, en 1819. En principio, emprendió la carrera militar, en la que empezó sirviendo a las órdenes del mariscal Radetzsky (al que está dedicado, como mis lectores saben, el chimpún chimpún famoso con el que termina el concierto de Año Nuevo todos los ídem). Lo de las armas no debió de gustarle mucho, porque colgó el mosquetón y se lanzó al verso. En 1859, volvió a sentir la llamada de la patria y demostró su valentía en la guerra de Cerdeña y, años más tarde, en la batalla de Custozza, en 1866, durante los forcejeos italianos por la independencia. Aquí sí que debió de terminar ya hasta las narices de tanto tiro y tanto muerto y, después de pasar por lo que podríamos llamar, en lenguaje actual el Off Vienna (o sea, Praga, Bratislava, Marburgo y otras plazas) recaló en el teatro de Josefstadt, que aún existe y en cuyas cercanías, por cierto, vive el actual presidente de EPR (Esta Pequeña República), Sr. Heinz Fischer.

La buena fortuna de la saga de los Belibtreu para caerle bien al público, debió de empezar con el patriarca de la saga, porque se convirtió pronto en uno de los actores favoritos de los vieneses y en uno de los más aclamados en el Burgteather (entonces Hofteather) en un momento en el que, como reflejó Stefan Zweig en “El Mundo de Ayer” el teatro era, en Viena, una relgión que levantaba unas pasiones que ríete tú de las del califato islámico.

Marianne, la actriz de comedias

La saga de los Bleibtreu fue continuada por una de las hijas de este hombre, Maximiliane, que nació en Bratislava en 1870, mientras su padre andaba de gira, como suele suceder con los cómicos. Poco se sabe de Maximiliane Bleibtreu, salvo que, por lo que parece, lo que en el padre fue la vena seria, en Maximiliane fue vis cómica. Parece ser que se especializó en comedias de enredo con las que giró por los teatros de provincias austriacos, aunque también actuó en el Theater An Der Wien, que perteneció, por cierto, al majara de Schickaneder, el productor de La Flauta Mágica –esa ópera con nombre de película del destape-. Allí debieron de verla los del teatro de la corte de Dresde, porque le echaron el ojo y la ficharon en 1903.

Cuando se fue a Alemania, ya tenía un hijo, Renatto Atilio Bleibtreu, que se convirtió en el siguiente eslabón de esta historia que seguiremos contando, si no pasa nada raro, tal que mañana ¿Qué os parece?


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