Los austriacos y la pornografía

Pepino¿Qué es lo que más les pone a los austriacos, cómo es su relación con el porno? Una web del ramo ha publicado unas estadísticas curiosas, entrañables y sorprendentes.

9 de Junio.- A finales del siglo pasado y principios del corriente, internet llegó a los hogares y con internet, la sensación de anonimato y esa combinación, de acceso total a las interminables reservas de contenidos que proporciona la web, la ausencia práctica de cualquier tipo de censura y sensación de anonimato (que no es tal) hizo que, naturalmente, floreciese la pornografía.

Es ya un tópico decir que, en el mundo occidental, somos la generación que más en contacto y de manera más fácil ha estado con todo tipo de material relacionado con el placer, de manera que se puede decir que la cosa se ha democratizado mucho. La pornografía, su uso y su consumo, no son ya un tabú y, en ninguna persona con un mínimo de mundo, el saber que un contemporáneo la consume suscita ningún tipo de escándalo.

Digamos que es un sobreentendio que flota en la franja social de los adultos que tienen menos de cincuenta años.

La pornografía como fenómeno de masas ha tenido, indudablemente, una gran ventaja, y es que el sexo ha dejado de ser para la mayoría esa selva oscura que hizo que Freud, el farlopero vienés más famoso de la Historia, pudiera descubrirlo como fuente de traumas pero también, qué duda hay tiene, algunos inconvenientes. Dos en mi opinión: la confusión casi inevitable entre la fantasía y lo que de verdad dan de sí los cuerpos (confusión en la que vive, por cierto, la Conferencia Episcopal) y otra desventaja es que el constante recambio de cuerpos siempre tersos, de carnes jugosas y prietas, longitudes paquidérmicas y taxímetros con la bandera subida han hecho que quién más quién menos (especialmente los jóvenes) nos hayamos mirado alguna vez al espejo y, al comprobar nuestras proporciones, del montoncillo, hayamos pensado que ya la genética podía habernos tuneado de otra manera más espectacular.

Pero bueno, a lo que vamos: a petición del periódico Der Standard, el gigante del porno internáutico, Pornhub (comprenderán mis lectores que no ponga el link) ha hecho públicos algunos datos estadísticos a propósito de lo que más les pone a los austriacos a la hora de darle trabajo a la articulación de la muñeca.

El amor de las estatuas

Y hay datos curiosos y datos que resultan hasta entrañables, la verdad.

Según los datos aportados por Pornhub, la pornografía es cosa de hombres…Pero menos de lo que podría pensarse. Un cuarto de los usuarios de esta plataforma son mujeres porque la hembra de la especie humana también tiene sus necesidades.

El tiempo medio de permanencia en la web y que puede tomarse por orientativo de lo que tarda el austriaco medio en conseguir el orgasmo autoinducido es de nueve minutos (ya lo decía un personaje de Torrente (Ballester) que nadie te da el último toque como uno mismo). Puede parecer que estos nueve minutos son una birria, pero ché ché ché, cuidadto porque parece ser que, entre los usuarios de Pornhub, están los austriacos en el pelotón de cabeza de los que más tardan en escalar el monte del gozo. En España, por cierto, tardan los usuarios de Pornhub un minuto menos que aquí en colgar el cartel de no hay billetes.

La categoría más vista es la de „Mature“ o sea, que los austriacos, siguiendo esa mentalidad arqueológica que hace de este país el lugar ideal para envejecer, gustan de solazarse con el esplendor otoñal de la mujer madura. En esto se diferencian (nos diferenciamos, porque Pornhub no distingue de pasaportes) de los países de nuestro entorno, en donde tienen más éxito las Lolitas. Curiosamente, los austriacos comparten afinidades electivas con los ciudadanos de la antigua Yugoslavia y los Balcanes, a los que también les gusta (como a Aznar) la mujer mujer y no las chiquilicuatras.

De los datos de la web, se desprende que en esto de las lenguas (con perdón) los austriacos prefieren que les digan guarrerías en la suya propia. Y llegados a este punto llega lo entrañable, esa relación, ese fílin, esa quisicosilla que hay entre los austriacos y los alemanes. A los vecinos teutones les ponen las austriacas (no hay más que ver la cantidad de ellos que viven aquí, seducidos por el material nacional) en tanto que a los fogosos austriacos les pone a cien que les hablen con acento de Lübeck.

Quisiera terminar diciendo que, según todos los expertos, la fantasía sexual es uno de los componentes fundamentales de la sexualidad humana y que el porno no es más que eso, fantasía, hiperestímulo y, por lo tanto, no hay que culpabilizarlas ni hacer anatema sobre ellas. Es más, la fantasía es bien útil, si se sabe como usarla. Tome nota quien deba.


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