Elecciones 2017. Christian Kern: un canciller frente al armario

¿Cómo irá vestido Christian Kern dentro de seis meses? La cuestión parece frívola, pero de la respuesta quizá dependa el futuro de este país.

16 de Octubre.- Más o menos a la altura de los años ochenta del siglo pasado, Reagan en la Casa Blanca, el mundo sumido en una de las periódicas crisis económicas que lo azotan, un productor de cine americano, listo, pero sin acceso a grandes presupuestos, creó una pesadilla postnuclear que se pasó por televisión y luego fue condenada directamente a ser carne de los nacientes videoclubes (¿Sabrán mis lectores más jóvenes lo que era un videoclub?). En fin: la “pinícula” se llamó “The day after” y en España, como lo de los idiomas nunca ha sido lo nuestro, tradujimos, era de temer, como “El día después”. Un engendro, naturalmente. La traducción correcta (gramaticalmente correcta) hubiera sido “El día siguiente” o mejor todavía “Al día siguiente”; pero claro, quizá debieron de pensar los traductores que aquello del día siguiente era demasiado pedestre, así que nada, de siguiente, nada. Después, y arreando.

El caso es que la porquería aquella hizo fortuna, particularmente entre los locutores deportivos, gente cervantinamente descomunal y en general propensa a pasarse el idioma por el perineo, y de ahí, a todo el mundo ¿Que al vecino del tercero se le habían pegado las lentejas y su mujer, al llegar de trabajar, le había llamado inútil, mangurrián y pisabrevas? El día después (¿Se separarán, o no se separarán? ¿Quién se quedará con la cuenta de Netflix?) ¿Qué el Real Madrid “encaja” una goleada por parte de la Balompédica conquense? El día después (¿Permanecerá el entrenador o se irá con sus millones a las islas Caimán a beber daiquirís en compañía de suculentas garotas en tanga? Tremenda duda, pana) y así, como dijo el clásico, sucesivamente.

Hoy, los periódicos austriacos han estado sumidos en un contínuo (y a ratos turbulento) día después, sujetándose como pueden las vísceras colgantes y dándose al wishful thinking para tratar de acostumbrar a los lectores a una situación que parece nueva, pero que no lo es tanto.

Ha quedado aplazada de momento, sin embargo, la solución a una de las incógnitas de las que hablábamos ayer, la de qué pasará ahora con la vida de Christian Kern (¿ “El día después” sería para él una visita a las oficinas del AMS?). No parece.

En principio, los “todólogos” parecen estar de acuerdo en que mucho tiene que cambiar la cosa para que el político socialista se vea en la cola del paro.

Veamos: aunque no lo digan, los más cínicos piensan que si, como parece probable, se termina materializando un Gobierno austriaco con Sebastian Kurz como canciller, con un vicecanciller “Derécher” (¿Strache? ¿Hofer?) alguien tendrá que mantener caliente el banquillo hasta que aparezca un muchacho socialdemócrata con orejas de soplillo que desaloje a un Sebastian Kurz al cual, como es previsible, se le marchitará el clavel más tarde o más temprano. Le ha sucedido a todos los políticos, desde que el mundo es mundo. El momento de tocar poder es el momento de empezar a desgastarse.

Entre los todólogos parece haber consenso en que si, por cualquier razón (en estos momentos muy improbable, pero no imposible) la derecha y los “derechers” no se pusieran de acuerdo para formar Gobierno, y se abriera una nueva ronda de negociaciones entre el SPÖ y los “deréchers”, quizá Christian Kern tampoco tendría que colgar en el vestidor los impecables trajes que siempre lleva.

Al contrario de lo que se estila en una política que, muchas veces se parece demasiado a aquellas “erecciones generales” que Almodóvar sacó en Pepi, Luci, Bom y Otras chicas del Montón, Strache le debe a Kern el haber sido el primero que (de manera muy inteligente, en mi opinión) ha roto el cordón sanitario que rodeaba a la ultraderecha desde tiempo inmemorial y haberle tratado no solo con educación, sino de igual a igual (y no, como hacían los demás desde siempre, mirándole por encima del hombro de manera muy poco disimulada, como cuando, en Downtown Abbey, el chófer del hispano suiza se toma un whisky con el amo de la mansión). Dejando aparte las gruesas diferencias ideológicas que les separan el hecho es que, hoy por hoy, el único motivo que Kern tendría para mirar a Strache por encima del hombro es más bien canijo, las cosas como son. Apenas un punto porcentual. Una miseria por la que un tipo como Kern no se rebajaría a perder las formas.

Una psituación en la que, frente a su bien surtida “trajeteca”, Christian Kern tuviera que abandonar la lana fría y pasarse a tejidos más de andar por casa sería la remotísima posibilidad de una reedición de la coalición SPÖ-ÖVP. Aquí sí que el canciller no tendría ni la más mínima oportunidad. En lo más profundo del ADN de la campaña de Sebastian Kurz está el cambio, el cambio, el cambio y nada más que el cambio. Las bases del ÖVP (y los señores para quienes Sebastian Kurz es nada más que la boca muda que pronuncia las palabras de la ley que ellos imponen) no tolerarían haber hecho todo este viaje para volver a la casilla de salida. La única opción sería que el SPÖ pusiese a otro señor en la cartelería electoral e hiciera un “rebranding”. Hoy por hoy, sería Doskozil, un político muy de anunciar leche en tetrabrick recién ordeñada de la vaca (no sé si me explico). Pero en la política estas cosas cambian a velocidad de vértigo (que se lo digan a Irmgard Griss) y hoy estás en las quinielas y mañana eres un “has been”.

El SPÖ se ha reunido hoy para estudiar los estilismos del todavía canciller de aquí hasta…Bueno, por lo menos, hasta que se sepa si Sebastian Kurz y los Derechers lanzan nuevo disco. De momento ha salido traje slim fit y zapatos italianos. Pero nunca se sabe, quizá antes de que acabe esto Kern se tenga que comprar unas bermudas y unas chancletas.


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2 respuestas a «Elecciones 2017. Christian Kern: un canciller frente al armario»

  1. Avatar de Jaime
    Jaime

    Todo el mundo da por hecho la coalición “Neroazurra” (aunque ahora como al nuevo ÖVP se le asigna un color pastel turquesa, la verdad es que ya no pega decir eso), pero para mí que no está todo el pescado vendido, aunque lo parezca. Y sin querer ser pejiguero, es Downton y no Downtown 😉

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Hola Jaime! Nada, nada, puedes ser pejiguero jajaja no me molesta nada. Yo le daría a la coalición “Neroazurra” un setenta por ciento de posibilidades y a la “rossoazurra” un treinta. En fin: veremos a ver. Un saludo

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