Muertitos y tumbitas

Una de las cuatro esculturas que Juan de Ávalos creó para la cruz del Valle de los Caídos. Por cierto, Juan de Ávalos, antes de recibir el encargo que le haría famoso, tuvo problemas con el régimen franquista por su ideología izquierdista (Foto: archivo Viena Directo)

En los próximos días, el dictador Francisco Franco será cambiado de sepultura. Vemos qué pasó con la del Franco austriaco.

14 de Octubre.- En estos días, se ha anunciado que los restos mortales del dictador Francisco Franco van a ser trasladados desde la Basílica del Valle de los Caídos, situada en el paraje llamado Cuelgamuros, a un lugar de descanso mucho más discreto, el cementerio de Mingorrubio en el término municipal de la localidad de El Pardo, cerca de donde el difunto tuvo durante mucho tiempo su residencia oficial.

Naturalmente, el proceso ha sido largo y duro (aunque más larga y dura, como es bien sabido, es la de elefante). Las opiniones eran encontradas y todas tenían su razón de ser. Por un lado, los había que decían que Franco lleva muerto ya más de cuatro décadas y que, en fin, que era un poco tarde para hacerle lo que los milennials llaman un « unboxing ». Por otro lado, había personas humanas que decían que no era normal que, siendo España un país democrático, existiera en su territorio aquella especie de pirámide (feísima, por cierto) con su faraoncito dentro.

En Austria no se ha planteado este problema con la misma virulencia porque, ejerciendo un olvido (en mi opinión) un poco interesado, aquí el único dictador que figura (y figura mucho) es Hitler. Con aquello de que Austria fue « la primera víctima del nazismo » también se deja implícito que antes de la anexión aquí cantaban los pajaritos y era todo ideal. Y no. Austria también tuvo su dictador, bastante parecido, en cierto modo, a nuestro Franco a partir de los cincuenta del siglo pasado (Franco fue como Madonna, se reinventaba con cierta frecuencia). El Franco austriaco se llamaba Engelbert Dollfuss. Un hombre cuya estatura (reducida, escaso metro y medio) era inversamente proporcional a la mala milk que se gastaba.

Dollfuss tuvo, como mis lectores quizá recuerden, un final bastante violento (quien mal anda, Melendi, ya se sabe). En 1934, durante un intento de golpe de estado de los nazis austriacos, un tipejo llamado Planetta le mató en su despacho de la Ballhausplatz. El golpe de estado nazi fracasó (de momento) y Dollfuss tuvo su entierro de Estado, como por otra parte era lógico dadas las circunstancias.

El primer lugar en el que le pusieron fue en una iglesia que, bajo la advocación de Cristo Rey, había sido construida por iniciativa de Hildegard Burjan (hoy santa, por cierto, fundadora de Caritas Socialis).

La santa no había construido el tiemplo para Dollfuss, claro (muy lejos de su intención estaba desearle a nadie que falleciera antes de tiempo) sino para Ignaz Seipel, prelado que fue canciller de EPR. Este templo, que hoy se llama Iglesia Memorial Dollfuss Seipel se encuentra en el distrito 15 de Viena.

Cuando, en 1938, los nazis se merendaron Austria, les vino mal que Dollfuss estuviera enterrado en un lugar tan prominente, y procedieron a su unboxing. Le transladaron al cementerio del distrito de Hietzing, en donde, cuando se aburra esperando la resurrección, podrá jugar al tute con otros ilustres inquilinos, como por ejemplo el pintor Gustav Klimt. La tumba, es discreta (marmol negro, letras doradas) pero es una de las llamadas tumbas de honor, como las del Cementerio Central. Se diferencian estas tumbas de las normales para ciudadanos comunes y silvestres de que es la ciudad de Viena la que paga el alquiler y mantenimiento de la sepultura.

Por cierto, los nazis también le hicieron un unboxing a Ignaz Seipel, al que mandaron al Cementerio Central (Tú a Boston y yo a California).

En 2011, un grupo de ciudadanos expresó su malestar al distrito de Hietzing a propósito de que Dollfuss tenga tratamiento de muerto ilustr y casa gratis, habiendo sido (según ellos) más malo que la carne (del pescuezo). Hábilmente, el distrito de Hietzing les hizo la cobra, como Bisbal a Chenoa, y les respondió que lamentablemente el distrito no tenía competencia para quitarle a Dollfuss su honorífica tumba, que solo podía hacerlo la ciudad de Viena (ah, se siente).

Y ahí sigue Dollfuss, en su tumbita.

Luis -1FB

Esta es la imagen que podrás encontrar hoy en la cuenta de Instagram de FotoBernalVienna. Si quieres saber más de cómo llegó hasta allí, no tienes más que visitar este link

http://fotobernalvienna.com/2019/10/13/capitulo-9-nuestro-hombre-en-la-habana/

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