6 de Noviembre.- Al terminar las vacaciones de verano de 1908, vuelve a Viena Gustl Kubicek. Se sorprende mucho al no encontrar a Hitler en la habitación de la Stumpergasse, pero Frau Zakreys, la casera, le dice que su amigo se ha marchado sin dejar una dirección.
¿Por qué Hitler rompe con el bueno de Kubicek? La razón más probable es que, en el ínterin de su separación, Hitler ha vuelto a presentarse al examen de la escuela de Bellas Artes y ha vuelto a suspender. Quizá, para preservar la autoridad que él pensaba poseer delante de su amigo, incluso le ocultó que se iba a presentar a la prueba una segunda vez.
El caso es que, con una política de tierra quemada que caracterizaría después sus relaciones personales, Hitler se evaporó y fueron inútiles todos los esfuerzos posteriores de Kubicek para localizarle.
Lo hubiera hecho facilmente si hubiera acudido a la siguiente dirección que Hitler tuvo en en Viena: Felberstrasse , en las cercanias de la Westbahnhof. Como en el caso anterior, la casa apenas ha cambiado desde que Hitler vivió en ella. A pesar de estar cerca de una estación de tren, objetivo preferido para los bombardeos aliados.
El periodo de la Felberstrasse va a ser trascendental en la progresiva deriva de Hitler hacia la insania.
Durante los nueve meses en que vivirá en esta dirección Hitler se convertirá en un racisa obsesivo, influido por las ideas de Georg von Schönerer (el Sarrazin de su época) y chiflados como Jörg Lanz (Adolf Lanz) un antiguo monje cisterciense inventor de una teoría sobre el apocalípsis racial o Guido von List, gurú de una supuesta superioridad de la raza aria y trasegador de todo tipo de símbolos místicos entre los que se encontraba (¡Qué casualidad!) la esvástica.
En un Kiosco cercano, Hitler comprará todo tipo de panfletos antisemitas (hoy, se hubiera abastecido de la misma porquería en internet) pero no pasó al proselitismo y continuó siendo un lobo solitario, un psicópata que se iba cocinando en el jugo de su propia soledad.
A pesar de la dieta de guerra que llevaba y de las economías salvajes, Hitler empieza a quedarse sin ahorros. Como Hitler era, ya entonces, incapaz de cualquier esfuerzo sistemático y menos aún de plantearse un porvenir a medio plazo, trabajar en cualquier cosa no es para él una opción. Así pues, en agosto de 1909, Hitler , prácticamente arruinado, se traslada a la Sechschauserstrasse , a un piso muy modesto, muy alejado del centro de la ciudad, y en el que podrá mantenerse menos de un mes.
El 16 de Septiembre de 1909, Hitler se marcha de la Sechshausserstrasse sin dejar ninguna dirección y, al mismo tiempo, se hunde en la invisibilidad de la marginalidad más profunda. Durante el otoño de 1909, presa de la depresión, el hambre y la amargura, Hitler vagará por Viena durmiendo a la intemperie cuando el tiempo lo permite y en cuchitriles baratos cuando la climatología le obliga a buscar abrigo. Hitler ha tocado fondo.
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