Diez películas para entender el cine austriaco (4): Hoy, Silentium

Getreidegasse Salzburg
La ciudad vieja de Salzburgo, en donde pasa parte de Silentium (A.V.D.)

12 de Diciembre.- Como mis lectores ya habrán notado, el propósito de esta serie de posts no es tanto hablar de las películas –que cualquiera puede comprarse o, si es un piratilla, bajarse del equino que todo lo consigue- sino explicar un poco toda la trastienda que hay detrás. Porque las películas austriacas –como muchas españolas- son plantas que crecen en humus primordial que abonan con su talento las personas más dotadas de este país.

Por eso, hoy empezaremos hablando de una persona de inteligencia particularmente penetrante. Se trata del escritor Wolf Haas del cual, el mejor elogio que se me ocurre es que, si en un hipotético Titanic fueran montadas tresmil personalidades austriacas y hubiera que salvar a tres centenares, sintiéndolo mucho por Heinz Christian Strache, Herr Haas tendría sitio asegurado en el bote salvavidas que tuviera calefacción central y garantía anti-icebergs.

Wolf Haas es ya talludito. Nació en 1950 en un lugarejo cerca de Salzburgo (Maria Alm) de padres camareros –cosa que, sospechamos, le ha sido muy útil posteriormente, en su etapa como escritor-. Como le sucedió a muchos niños de su época,  Herr Haas estudió en un internado privado (y muy católico). Suponemos que esto le costó a sus padres un buen dinero pero que decidieron hacerlo por ofrecerle a Haas niño unas oportunidades de las que hubiera carecido en la aldea en la que nació.

Haas aprovechó bien los sacrificios de sus progenitores. Desoyendo las voces que, sin duda, le dijeron que terminaría siendo un parado culto, Wolf Haas empezó en 1979 la carrera de Psicología, pero en 1980 se pasó a Lingüística y Filología germánica. Se doctoró con la tesis (atención, que vienen curvas) Die Sprachteorethischen Grundlagen der Konkreten Poesie (Los Fundamentos Teóricos de la Poesía Concreta). Luego, se fue dos años a Inglaterra, en donde pasó dos años siendo lector en una universidad galesa.

Al volver, se enroló como creativo en una de las agencias de publicidad más activas de Viena, Demner & Merlicek y, allí, Haas empezó a dar rienda suelta a su talento creando algunas de las campañas más frescas, audaces y exitosas de la década de los noventa. Pronto, este trabajo le supo a poco al inquieto Haas, así que, entre 1996 y 2003 escribió la primera tanda de sus novelas una de las cuales, Silentium (2000), la novela que hoy nos ocupa, fue elegida en 2004 para ser la segunda parte de la saga (hasta el momento trilogía) que se había iniciado en 2000 con Komm, Süsser Tod.

Para filmar Silentium vuelve a reunirse el equipo que había parido con tanto éxito la película del año 2000. A saber, el propio Wolf Haas, Wolfgang Murnberger (director austriaco curtido en la tele) y Joseh Hader (otro de los habitantes de este país que, en mi película sobre el Titanic, tendría asegurado uno de los sitios buenos en el bote salvavidas). Entre los tres firmaron un guión que seguía, en lo esencial, la novela original aunque enriquecida con la aparición de Berti, el amigo del detective protagonista, Brenner, interpretado por el actor austriaco Simon Swarz).

Cada una de las novelas de Brenner está concebida como una sátira sobre un aspecto de la realidad austriaca. Y así, si Komm Süsser Tod era una sátira sobre Viena, Silentium es un retrato ácido del otro polo en el que se mueve este país: Salzburgo, con su sociedad (ultra)conservadora, su Festival de Ópera y la presencia asfixiante de la Iglesia Católica.

La intriga se desarrolla alrededor de un internado religioso (espejo, probablemente, del que frecuentó Haas en su niñez, pero también de otros que fueron saltando a la luz pública austriaca a raiz de diferentes escándalos sexuales). Como ocurre con el resto de las películas de la saga Brenner (los fans estamos de enhorabuena, se está rodando la cuarta parte) Silentium se puede ver de muchas maneras: como mera intriga, como parábola, o como comedia negrísima.

Sin embargo, tengo que decir que, a pesar de haber escogido Silentium por ser la más representativa de la serie, creo que la más redonda, como película, es la siguiente: Der Knochenmann. Austria picada en estado puro, Austria (con lo bueno y con lo malo) en vena.


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