La otra tarde, iba de camino a casa (distrito V) cuando, al pasar por delante de uno de esos edificios modernistas en los que normalmente no reparas (en Viena hay edificios modernistas a cascoporro) vi una puerta abierta, un pasillo largo, una luz macilenta que alumbraba un portal.
Saqué el móvil del bolsillo y, después de comprobar que no había moros en la costa, hice una foto a lo que me pareció un portal más. Bastante sucio, y bastante decadente, dicho sea de paso.
Peeeeeero…
De pronto, reparé en que, si bien el suelo estaba bastante maltratado, el tiempo, dos guerras mundiales, la incuria y el abandono habían respetado milagrosamente las alturas del recinto, que conservaba los relieves art-nouveau de cuando, a principios de siglo, vivían en mi barrio comerciantes con posibles y funcionarios con un buen pasar a los que les gustaban las novedades arquitectónicas. Así que hice estas fotos a lo que quedaba de esta pequeña joya que, como tantas otras de su clase en Viena, se deteriora lentamente.
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