10 de Julio.- El Facebook es una fuente contínua de…Bueno, de todo. El post de ayer, por ejemplo, levantó cierta polémica, particularmente entre las españolas emparejadas con chicos austriacos. Estas muchachas disentían de mi opinión de que los nacionales no estuvieran preparados para el coqueteo. Aducían las casadas que la prueba viviente eran sus sus novios, los cuales las habían conquistado con la labia y las simpatía de un charcutero del D.I.A..
A esto contestaban otras, solteras, que argumentaban que los austriacos salados eran especímenes tan escasos como el águila imperial o el okapi, y que las discotecas de este país estaban llenas de hombres que no se decidían a entrar en faena.
A esto las casadas argumentaban que los austriacos chisposos no eran tan raros, y que sus salados novios tenían amigos no menos salados Total: que la cosa , al final, ha quedado en una cita, al estilo de la caravana de Plan, en la que las españolas se proponen comprobar con sus propios medios hasta qué punto llegan las habilidades para la seducción de los austriacos disponibles.
De esta manera puede ser que Viena Directo, indirectamente, haya propiciado la aparición de alguna pareja nueva y, quién sabe, de un aumento, aunque sea microscópico, del entendimiento entre España y Austria.
No siempre, sin embargo, es el Facebook fuente de noticias tan agradables. Al fin y al cabo, el caralibro es un reflejo de la mentalidad de la gente que, cada día, lo consulta desde su móvil, o desde la intimidad vigilada de la oficina, o desde la comodidad del hogar.
Resulta por eso inevitable que mi Facebook, en lo tocante a sus miembros españoles, adolezca de ese guerracivilismo latente que está tan entrañablemente presente en la forma de ser de mis paisanos.
Así, tengo amigos que postean incesantemente textos más o menos pomposos a propósito de lo catastrófica que es la Unión Europea (antes, de lo catastrófico que era Jose Luis Rodríguez Zapatero), o ponen fotos morbosas de fetos abortados o de niños con cáncer, o me traen frito con vigilias para toda la familia o sobre lo malamente que le ha sentado a España la inmigración.
A cambio, para que mi dicha sea completa, tengo amigos de tendencia progresista que se inflan a postear cosas sobre la sinvergonzonería del Gobierno actual, o sobre lo incompetente y cínica que es Esperanza Aguirre (es curiosa la manía de cierta gente con la señora esta), o sobre las alegrías sin cuento que nos traería dejar de financiar a la Iglesia (católica).
En los dos casos, a mí me resulta sinceramente sorprendente la seguridad con la que el ser humano puede expresar unas opiniones que, sin que ellos parezcan poder detectarlo, caen en las más flagrantes contradicciones. Por ejemplo: la moda ahora, entre el tendido progresista, es estar con los mineros que marchan hacia Madrid para protestar por los planes del Gobierno de reconvertir las explotaciones carboneras del norte de la península. Los mineros, por supuesto, declaran a diestro y siniestro que no quieren perder sus trabajos (quién quiere, no te jiba) pero la realidad es que la minería española es un sector fuertemente subvencionado, que se ha mantenido hasta ahora por un falso concepto de la independencia energética . Y lo que es más: es una industria fortísimamente contaminante. La quema de combustibles fósiles escachifolla el clima y, a medio y largo plazo, produce unos efectos muchísimo más adversos que mantener las cosas como están. Ahora bien: ninguno de mis amigos de Facebook parece haber caido en esto.
A veces, leyendo el Facebook, uno piensa que es mucho peor media verdad que una mentira, pero que nadie más que uno parece darse cuenta.
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