Iniciativas Legislativas Populares: política y vida real

Picaporte antiguo22 de Abril.- Uno de los problemas que tienen las democracias parlamentarias contemporáneas es que, comparadas con la velocidad de “la vida real”, resultan desesperantemente lentas para el ciudadano. Es más: la misma existencia de la distinción entre “política” y “vida real” es el problema. Un problema que amenaza con terminar con la estabilidad de la vida tal y como la conocemos.

En “la vida real” uno puede decidir en segundos si le gusta o le digusta la última chorrada de un rapero surcoreano (en Corea del Norte están para pocas tonterías), en cuestión de segundos puede ayudar a hundir la reputación de una empresa que fabrica zapatillas deportivas utilizando mano de obra esclava en países del sudeste asiático; uno puede mandarles mensajes a sus amigos, comunicarse con personas a las que ni siquiera ha visto en carne mortal pero que viven en países alejados (es más, incluso puede tener la percepción de que conoce a esas personas de toda la vida, y desarrollar por esa gente sentimientos entrañables, como me pasa a mí con mi amiga Arantxa o con mi amigo Rafa). Sin embargo, ese mundo llamado “política”, cuyo acontecer afecta tanto y tanto a nuestras vidas, es para la mayoría de las personas una fortaleza inexpugnable. Un compartimento estanco de la realidad sobre el que no se puede influir. O en el que solo se puede influir de manera limitada y una vez cada cuatro años.

Para disimular un poco esto, que es una realidad que cada día se hace más presente para el ciudadano medio y de manera más desagradable, en todos los sistemas occidentales hay un “botón del pánico”, una manera de que los ciudadanos puedan llevar cuestiones al parlamento. Suelen ser procedimientos que, con el loable fin de mantener al parlamento alejado de cuestiones frívolas, ponen el listón de los requisitos que hay que cumplir a la altura de lo heróico. Son las llamadas Iniciativas Legislativas Populares. En España, una iniciativa legislativa de estas características, ha llevado a la Carrera de San Jerónimo la cuestión hipotecaria, con los resultados que todos conocemos. En Austria, estos días, se ha hablado de otra Iniciativa Popular. Es la trigésimoquinta desde que se fundó EPR. Como las anteriores, ha intentado conseguir 100.000 firmas para que la cuestión que le da vida se trate en el parlamento austriaco. Esto no significa que los políticos vayan a cambiar nada, esto es importante, sino que sus señorías van a hacerle hueco en su agenda y que hablarán en una sesión de ello.

Hasta ahora, de las treinta y cinco Iniciativas Legislativas populares que se han tramitado en Austria, sólo dos han llegado al parlamento. Han sido, “Pro Motorad” (en pro de las motos, 1995) y “Raus aus Euroatom” (fuera del Euroatom, 2011), lo cual da la medida de las posibilidades que el austriaco medio tiene de influir en el discurrir de las sesiones parlamentarias.

Hoy termina el plazo para que la Iniciativa Popular que se ventilaba reuniese las 100.000 firmas necesarias para que sus señorías accedan a tratarlo. Parece que ha fracasado. Se trataba de una Inciativa Popular que pretendía que los diputados austriacos debatiesen sobre el fin de los privilegios que disfrutan las confesiones religiosas (particularmente la Iglesia Católica, que es la confesión religiosa que tiene más adeptos en Austria). Entre otras cosas, que se avanzase en el loable objetivo de que la Iglesia se financie con las aportaciones de los fieles y que, en el caso de que el Estado austriaco le suministre fondos –como pasa hoy, y en cantidades ingentes– dado que esos fondos salen del bolsillo de todos los ciudadanos vía impuestos, la Iglesia presente informes públicos de cómo gestiona esos fondos de la misma manera que hacen todas las demás organizaciones financiadas con dinero público (desde Greenpeace hasta Amnistía Internacional, pasando por cualquier triste grupo de teatro de barrio).

Por supuesto, en un país en que la Iglesia Católica tiene tanto peso como en Austria, la Iniciativa Popular ha sido tratada por los medios de comunicación de manera un tanto burlona y solo el cardenal Schönborn ,muy inteligentemente,ha salido al paso de la Iniciativa Popular en un artículo, criticando la percepción de que la Iglesia Católica está forrada (lamentablemente, las cifras parecen desmentir al purpurado, aunque no hay poca información  fiable al respecto). En cualquier caso, ya da igual, porque nadie va a discutir nada. Y como católico, yo soy el primero en lamentarlo. Como decía Santa Teresa, las ollas, cuanto más se tapan, más hierven.


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