¿Deberíamos tener los inmigrantes los mismos derechos que los austriacos que nacieron aquí?¿Castiga el sistema educativo austriaco la diversidad? Es más ¿Puede permitirse Austria desperdiciar el talento que los inmigrantes?
31 de Agosto.- Mis lectores residentes en Viena (supongo que en Austria también) habrán podido advertir que, a pesar del tiempo (asqueroso) que hace, se ha producido en los últimos días una floración. No en el reino vegetal, sino en la cartelería. El FPÖ ha empapelado Viena con una campaña en la que su cabeza, HC Strache posa con diferentes personas que representan a segmentos del electorado a los que aspira a camelarse para que, en lo que queda hasta las próximas elecciones legislativas (dentro de cuatro meses) le propulsen hacia el olimpo de los diesel.
En uno de estos carteles Strache posa con un grupo de jóvenes y “jóvenas” vestidos como se vestían los pijos de las películas de los Hombres G igual de sonrientes que el líder invicto.Sobreimpreso, el lema Mit ihm kommt Österreich zuerst (o sea, y algo libremente, Con él Austria, es lo primero). Si uno lee la letra pequeña del anuncio (todos los del FPö son como presentaciones de Powerpoint hechas para analfabetos funcionales) se entera de que los ultraconservadores pretende proteger a la sufrida ciudadanía austriaca (televidentes del Musikantenstadl facción ala dura) de la competencia barata de los obreros de lengua extraña. Ya comentábamos hace días asimismo que la ultraderecha austriaca quiere, asimismo, evitar la inmigración a fin de proteger a los nacionales de EPR del contagio de perniciosas enfermedades.
Una opinión diferente sobre la inmigración en Austria
Su opinión contrasta (por suerte) con la del Sr. Georg Kraft-Kinz, el cual ha concedido al diario Der Standard una entrevista en la que dice una serie de cosas que me han dado mucho que pensar. Con la eficacia –y también el optimismo- que caracteriza a muchas personas con inteligencia por encima de la media, Graf-Kinz dice cosas como que él estaría completamente a favor de que se concediera a los extranjeros el derecho a sufragio (activo y pasivo) a partir del tercer año de residencia en Austria (Heinz Christian, ponte la pastilla de nitroglicerina debajo de la lengua, que te va dar un jamacuco, venga, venga, no hiperventiles…Así, jadea, jadea).
Bueno, eso: este hombre dice que se nos pide a los extranjeros que nos integremos en la sociedad austriaca pero que, en realidad, tenemos muy pocos medios de participar en ella (los comunitarios podemos, como logro supremo, votar en las elecciones de nuestro barrio en Viena, pero de elegir cómo se administran los dineros públicos ni hablar). O lo que es lo mismo: si yo, que llevo ya va para ocho años viviendo en este país que me enamora, que pago mis impuestos en él, que vivo de acuerdo a sus leyes, que he echado raíces aquí, no puedo ni siquiera votar al alcalde de la ciudad en que vivo…!Pues estamos apañados!
Georg Kraft-Kinz también habla de otra iniciativa del Gobierno austriaco que no ha dado el resultado esperado. Se trata de la rot-weiss-rot karte (o sea la tarjeta roja-blanco-roja). Un permiso especial de residencia que tenía como objetivo el atraer hacia Austria la inmigración cualificada de fuera de la Unión. El problema, como Graf-Kinz señala muy bien, es que la tarjeta famosa está pensada para gente que gane a partir de 2000 Euros al mes. Para explicar el fracaso de la tarjeta, Graf-Kinz se hace la pregunta que todos mis lectores se estarán haciendo ahora ¿Quién gana eso hoy en día?
Pero dejo para el final un aspecto que Kraft-Kinz también señala en la entrevista y es el “techo de cristal” al que tenemos que enfrentarnos no ya los inmigrantes sino, sobre todo, los hijos de las personas que no nacieron en Austria (sobre todo aquellos que pertenecen a las clases menos favorecidas de la sociedad). Es innegable que muchos inmigrantes cobran menos que los nacionales por realizar los mismos trabajos (salvo en los casos, naturalmente, de mano de obra muy cualificada que el mercado laboral austriaco demanda en estos momentos en gran medida).
Kraft-Kinz señala como causa de esto que el sistema educativo austriaco es muy poco flexible y no da casi ninguna oportunidad a la diversidad y a la ventaja competitiva que podría suponer para Austria.
La entrevista completa, para aquellos que dominen la lengua de Andy Borg, está aquí.
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