¿Puede una región ser dependiente, independiente y, además, todo a la vez? Puede. Tirol del Sur, un ejemplo de lo que puede ser la Cataluña del futuro.
15 de Septiembre.- Queridos lectores: la campaña electoral austriaca para las próximas elecciones (a celebrarse el día 29 de los corrientes y en las que, gracias a Dios, los extranjeros no tendremos que votar) produce, hasta ahora, una insoportable tendencia al bostezo. A los propios y a nosotros, los ajenos.
Como yo no quisiera que mis lectores se me quedaran fritos sobre el teclado o que, en el baño, leyendo el móvil o la tableta, se olvidaran del negocio que tienen entre manos (uy, creo que este no ha sido un quiebro muy afortunado)…En fin, que como no quiero que se me aburran, hablaremos hoy de política internacional.
Allí donde la gente canta raro
Al contrario de lo que pudiera parecer, a los periódicos austriacos, hoy, 15 de Septiembre, los futuros comicios para elegir al nuevo canciller de EPR les chupa un pie. Están muy ocupados con las elecciones alemanas en las que los bávaros elegirán a su nuevo hombre fuerte (vamos, fuerte fuerte no, dejémoslo en fuertote, o sea, como vienen siendo los alemanes). Por lo mismo, tampoco les importa un pimiento (¡Sorprendentemente!) el intercambio epistolar entre el Sr. D. Mariano Rajoy y el Sr. D. Artur Mas, noticia del día en España junto con la renovación de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid (gracias a la cual, el sueldo medio español, subirá un poco).
Desde Viena Directo, me propongo aportar un granito de arena a la concordia y contarle a mis lectores que una región determinada puede ser dependiente e independiente y, además, todo lo contrario. El ejemplo perfecto es Tirol del Sur y guarda algunas similitudes con el caso catalán.
Los redentoristas
Tirol del Sur (Südtirol en alemán o Alto Adige en italiano) fue, hasta 1918, parte feliz del otro Tirol, del que todos conocemos, en donde la gente canta raro y las vacas pacen como si no hubiera mañana. Sin embargo, cuando terminó la primera guerra mundial, las potencias vencedoras decidieron darle una parte a los italianos. Una decisión extraña, teniendo en cuenta que, en aquella época, dos tercios de la población de Tirol del Sur tenía como lengua materna el alemán. Pues bien: por aquella época, rio revuelto en donde cada cual se sentía nacionalista de la República Independiente de su Casa, existía una corriente de opinión en Italia llamada redentorismo. Los redentoristas, al igual que los nacionalistas catalanes que piensan que la Sacrosanta Patria Catalana empieza en los Pirineos y termina en la frontera con Murcia y que, por supuesto, incluye las Islas Baleares (puestos a pedir…), pensaban que Italia tenía que volver a sus fronteras “naturales” (como si alguna lo fuera) y que, por lo mismo, tenía que incluir Tirol del Sur (a pesar de no haber la región nunca pertenecido a Italia, ni siquiera a la unificada).
Las secuelas fueron un gran cacao mental para los tiroleses del sur, devenidos, de pronto, en italianos del norte, los cuales, por un lado, se sentían austriacos; pero por otro, les habían tocado en suerte a las autoridades de la República Italiana.
Los italianos, particularmente cuando estuvieron bajo la autoridad de Benito el Calvo, intentaron por todos los medios italianizar Tirol del Sur, con un éxito desigual las cosas como son. Prohibieron utilizar el alemán e, incluso, tradujeron los apellidos alemanes al italiano. Invirtieron también mucho dinero en la región, para favorecer la emigración de italianos de pata negra. Así, se consiguió subir un poco (poco) la población italoparlante pero el grueso de los habitantes del Tirol del Sur siguieron hablando alemán y alentando la esperanza de regresar, algún día, a la patria común alemana.
Y entonces llegó la segunda guerra mundial ¿Quieres saber lo que pasó? Pues mañana más.
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