La coalición roji-verde que gobierna Viena ha anunciado que uno de los proyectos que abriga de cara al año próximo es el de conseguir que los extranjeros podamos votar ¿Cuál es el trasfondo? ¿Lo conseguirán? Aquí te lo contamos.
20 de Diciembre.- Una de las cosas que peor funcionan en la Unión Europea y que, esperemos, se corregirán en un futuro que deseamos próximo, es el derecho a voto. Porque la Unión Europea no será auténticamente una Unión hasta que los ciudadanos no podamos votar en el lugar en que vivimos.
Cae por su peso.
A mí, señora, me importa un pimienten lo que D. Mariano Rajoy Briz pueda decidir hacer en España. De verdad. Un pimienten. Es que me la refanfinfla.
En cambio, que Mariahilferstrasse sea peatonal o que tenga mayoría en el Parlamento de la Ringstrasse un partido que sea afín a mis intereses, eso sí que me importa y me parece totalmente legítimo que, si vivo aquí, pueda elegir a los políticos que gestionan los asuntos que a mí me afectan.
A nivel nacional, vaya que vaya, se entiende la situación actual. Pero en Viena el caso es especialmente fastidioso, como hemos dicho otras veces.
Proyectos de la coalición roji-verde
En la actualidad, a nivel comunitario, los extranjeros pueden votar hasta el nivel municipal (de otra manera, Mallorca se hubiera convertido en un bundesland de Alemania hace la intemerata) sin embargo, Viena, aparte de ciudad, es un estado federal, de manera que aquí, casi un tercio de los habitantes de esta bonita ciudad, tenemos en la práctica un “derecho a decidir” (está de moda) bastante recortadito.
Así pues, si el mundo fuera como tendría que ser y yo me convirtiese de pronto en un mandamás de la Unión Europea, tengo claro que una de las primeras cosas que haría sería la siguiente: a los cinco años de residencia acreditada en un país, pimba: derecho a voto que te crió.
Bien: pues según informa el diario vienamita Der Standard, la coalición que gobierna esta bonita ciudad (roji-verde por seguir la terminología local o social-ecologista si se utiliza otra más al uso) se está planteando acometer las reformas necesarias para que, en las próximas elecciones (a celebrar en octubre de 2015) los extranjeros comunitarios y los ciudadanos de terceros países podamos votar en las elecciones vienesas.
El trasfondo de la decisión
Naturalmente, los políticos rojiverdes no están animados por un afán altruista. No son ni Lincoln, ni Martin Luther King ni Nelson Mandela. Uno sospecha que, con esta medida, los partidos actualmente en el Gobierno vienés pretenden compensar el desgaste que la mayoría socialista lleva sufriendo desde tiempos inmemoriales (acelerado en estos meses por el pitorreo de Mariahilferstrasse). Las encuestas dicen siempre que (como es lógico) los extranjeros votan rojo y verde (salvo el ala ultraderecha balcánica que votaría en su caso a la ultraderecha antimusulmana) así que los políticos rojiverdes ven en la extranjería un caladero de votos apetecible y aún por explotar.
Este es el transfondo.
¿Podría salir adelante una iniciativa semejante? Bajo mi punto de vista es improbable.
De hecho, la reforma ya se intentó en el año 2003 (no estaba aquí Viena Directo para informar sobre ello; por estar, no estaba ni Paco en Austria). Fracasó el tema en aquella ocasión porque el alto tribunal austriaco se pronunció y dijo que la medida hubiera sido inconstitucional. Habría pues que cambiar la constitución. Para hacerlo, quien impulsase la reforma tendría que contar con una mayoría de dos tercios de la cámara. Rojos, verdes y neos, que son los que estarían de acuerdo con que podamos votar los que ahora no podemos, tienen juntos alrededor del cuarenta por ciento. Por supuesto, con el Partido Popular y con el FPÖ no se podría contar (vamos, le dicen a Strache que los moritos pueden votar y le da una embolia). Con lo cual es probable que todo siga igual.
Una lastimica, vaya.
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