Información, polémica y un vistazo al lado más íntimo del bloguero más dicharachero de la ciudad ¿Qué más se puede pedir?
18 de Noviembre.- Todos los días, cuando me levanto, pongo la radio del cuarto de baño y la escucho mientras hago mis abluciones matinales. Entre col y col musical, alguna flor-debate con temas que, en mi instituto, eran rabiosamente polémicos como “amistad entre hombres y mujeres: jo, tía ¿Posibilidad o mito?”; el horóscopo, por la prestigiosa “astrologin” Eva “Yánkovich Chindesverga” y, naturalmente, las noticias.
Hoy, sin embargo, estaba yo en bowlings (for Columbine) en mi cuarto de baño, contemplando en el espejo esos músculos torneadísimos que me han asegurado por derecho propio un lugar en el parnaso de los donjuanes locales cuando (¡Caspita!) he sufrido un sobresalto.
Viena se mueve
Citando a la inmortal Antonia, condesa difunta de Campo de Criptana, me he dicho ¿Pero qué invento es esto? Y es que mi radio vomitaba gárrulos silbidos y eslóganes intempestivos. El locutor de mi emisora favorita, que responde al juguetón apocorístico de “Jachi Fancofa” estaba en una de las calles que forman la nueva ruta del autobús número 13 retransmitiendo en directo la cólera de un grupo de iracundos ciudadanos vienamitas.
Y dirán mis lectores ¿Y qué ha sucedido para que la calma de Viena, ciudad que normalmente es una balsa de aceite, se haya visto perturbada de este modo?
Pues es muy fácil y muy difícil de explicar al mismo tiempo.
Procuraré hacer corta una historia que ya va siendo demasiado larga.
Veamos: en Viena, hay una calle. Esa calle se llama Mariahilferstrasse. Va desde la Westbahnhof hasta, más o menos, la Ringstrasse.
Comparada con otras calles comerciales europeas, como por ejemplo, la Gran Vía, Mariahilferstrasse es, digámoslo ya, tirando a chiquituja. Sin embargo, Mariahilferstrasse es, para los vieneses, una calle muy importante, porque en ella se encuentran muchos establecimientos en los que los habitantes de esta urbe se proveen de productos frívolos o necesarios.
Hasta el verano, tooooooooda Mariahilferstrasse era accesible al tráfico rodado pero, desde Septiembre, el gobierno municipal que forman los socialistas coaligados con los verdes, decidieron hacer Mariahilferstrasse peatonal ¿Toda Mariahilferstrasse? No, apenas quinientos metros. A paso-vieja-con-andador (que es como aquí se calculan las distancias) unos diez minutos de caminata.
Estalinismo ecologista vs. Santa tradición
Se inauguró entonces un largo periodo de prueba, no exento de sobresaltos, en donde la pretensión austriaca (grandemente enraizada en el carácter de los aborígenes) de que todo tiene que permanecer igual porque “de toda la vida de Dios ha sido así” entró en conflicto con otra característica de los Gobiernos de este país: esto es, la de que, cualquier innovación que se aborde tiene que abordarse “dejando contento a todo el mundo” (cosa, obviamente, imposible).
Los argumentos en contra de la peatonalización de Mariahilferstrasse son principalmente dos: o sea “¿Por qué peatonalizar una vía que nunca ha sido peatonal?” y “Si yo tengo un coche y Mariahilferstrasse es una calle ¿Por qué güevos no puedo yo ir con mi coche por dicha calle?”. Argumentos, ambos, de un peso enorme, como mis lectores pueden constatar sin gran esfuerzo.
La cosa no ha terminado ahí: en su pretensión de intentar tener contento a todo el mundo, el gobierno municipal de esta ciudad no ha hecho, en mi opinión, más que liarla más parda (si cabe). Por Mariahilferstrasse, hasta hace poco, cruzaba una línea de autobuses: la 13. Para evitar en lo posible cambiar la línea 13, se creó un carril bus especial, claramente marcado en rojo. Los conductores del 13, naturalmente dieron la voz de alarma: no se podía poner un autobús que cruzase una zona peatonal (con niños, viejas, perros…etc) sin riesgo de llevarse por delante algún cristiano. La municipalidad vienesa se lo pensó y, de la Meseocurre Corporeision salió la siguiente brillantez: “pues el 13 tiene que pasar por ahí, pero que pase despacico para que no haya peligro”.
La solución, queriendo tener contento a todo el mundo, no tenía contento (casi) nadie.
Si me camelas
Otra cuestión en la que la municipalidad vienesa se ha lucido es en que, al principio y al final de la zona peatonal hay unas llamadas “Begegnunszonen” o sea, unos tramos en donde peatones y coches conviven (con el consiguiente peligro para los peatones). Porque di que tú vas hablando por el telefonino, perorando sobre lo caro que está el tocino cuando, de pronto, pasa por tu lado un vehículo a velocidad de vértigo, con el consiguiente peligro de no volver a comer tocino “más nunca”.
Paradójicamente, sin embargo, estas zonas que no son peatonales ni calle normal, no se pueden cruzar y, si uno quiere pasar del distrito 7 al seis con el coche tiene que dar una vuelta enorme (y Kafkiana) por un rosario de calles estrechas que no están preparadas para semejante densidad de tráfico (como cantaba Carmen Linares en copla famosa: “Si me camelas, si me camelas/llévame por las calles/ y no por las callejuelas”).
¿Es esto ecológico? Se preguntan los detractores de los 500 (!) metros peatonales ¿Tiene el medio ambiente que soportar estos gases de efecto invernadero? ¿Es necesaria esta pérdida de tiempo, Dios del Sinaí? Obviamente, de nada sirve intentar explicarles a estas personas que todos viviríamos mejor si dejáramos todos los coches en casa y acudiéramos al centro en el de San Fernando (o sea, un ratito a pie y el otro andando) o utilizando las dos líneas de metro que confluyen en Mariahilferstrasse o los autobuses al efecto.
¿Debemos –dicen los detractores- renunciar al símbolo de nuestro éxito en la vida que es el coche también conocido como automóvil? ¿Qué es esto, Austria o la Unión Soviética, en la que el Estado le decía al ciudadano hasta en qué lado de la cama debería dormir?
Es en estos momentos (Nescafé) en los que uno, queridos lectores, se ve partidario de aplicar el sufragio censitario y el despotismo ilustrado ¿Qué es eso de tener contento a todo el mundo? Una filfa. Dejémonos pues de paños calientes: o sea ¿Qué es eso de que se pueda fumar en los locales pero poco, pero bueno no sé qué? ¡Una porra! A partir del uno de enero del año que viene, prohibido fumar. Hale. Radical y para todo el mundo ¿Qué es esto de que Mariahilferstrasse sea peatonal hoy, pero mañana no, y los días impares del mes y pitos y flautas? Pues hale: radical. A partir de mañana, peatonal y ya. Pero del todo. Sin coches, con plantas y ya está. Que el Graben y la Karntenstrasse llevan así cuatro décadas y no se ha muerto nadie.
En estas estaba yo cuando me ha cogido el frío y me he dado cuenta que, con la bajada de las temperaturas hay músculos que, en el espejo, se te quedan en nada.
Y claro, me he tenido que vestir.
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