Una austriaca ilustre se encuentra pasando por un mal momento de salud. Los deseos de recuperación han sido unánimes. O casi.
22 de Diciembre.- Supongo que la mayoría de mis lectores sabrán ya si la suerte les ha sonreido o si, otro año más, tendrán que conformarse (¡Conformarse! No es poco) con tener una salud de hierro.
Si, de entre aquellos que leen estas líneas, ha habido alguno que ha sido tocado por el hada fortuna y ahora está forradísimo, le pido que se acuerde de los blogueros pobres (o sea, de este bloguero pobre) y me apadrine.
En fin: hecho este llamamiento, nos vamos a acordar hoy de una persona que se va a pasar estas fechas tan entrañables en el hospital. Se trata de la Sra. Ute Bock (Linz, 1942). La señora Bock, de quien, si no recuerdo mal, ya hemos hablado alguna vez en este blog sufrió ayer un derrame cerebral y se encuentra en estado crítico. Su vida, según los médicos, parece ser que no corre peligro.
Para refrescar la memoria de los que no se acuerden o para dar a conocer a Frau Bock a quienes no la conozcan, diré que es una trabajadora social austriaca que lleva toda su vida luchando por el bienestar de los demás (bueno, por el “mejorestar” sería casi más acertado, porque la señora Bock se ocupa de gente que tiene unas circunstancias muy complicadas). Empezó su carrera como trabajadora social con los jóvenes provenientes de los estratos más bajos de la sociedad pero la obra de su vida es la Fundación Ute Bock, la cual ayuda a solicitantes de asilo en Austria.
En este momento, se benefician de la labor de Frau Bock y sus colaboradores unas 700 personas, que viven en unos 60 pisos en donde les asesoran y les ayudan. Frau Bock está retirada actualmente pero ni siquiera su pase “a la reserva” ha hecho que deje de desempeñar un papel fundamental en la fundación que lleva su nombre. No es extraño que así sea, porque Bock es la cara más visible de un proyecto que agrupa no solo a profesionales del trabajo social, sino a un buen número de voluntarios.
Como Frau Bock ayuda a los extranjeros, se ha convertido en la bestia negra de la ultraderecha la cual, tradicionalmente, ha intentado por todos los medios desacreditarla y poner en duda la bondad y los motivos de su trabajo. Por todos los medios a su alcance. En algunos miembros del FPÖ el odio que suscita Frau Bock y su labor ha llegado a ser visceral. Hablamos por ejemplo de un hotentote que, al conocerse la enfermedad de la ilustre vienesa (ilustre porque debería serlo todo el que se ocupa de hacer de este mundo un lugar un poco más habitable) ha dejado escrito en su Facebook que “su compasión se mantiene dentro de unos límites” (mein Mitleid hält sich in Grenzen). Por cierto, la cita no es textual, las mayúsculas son mías, porque este señor, a pesar de editar un periódico no escribe en Facebook en correcto alemán.
A esta afirmación de gusto dudosísimo han seguido otras de partidarios del FPÖ y funcionarios del partido en la misma línea psicopática.
En cualquier caso, no es probable que los que le desean el mal a frau Bock y a su proyecto se salgan con la suya. El porvenir de la fundación está asegurado y el presidente de Caritas, Sr. Martin Michael Landau, ya ha declarado que, con o sin la iniciadora del proyecto, la fundación Bock tiene cuerda para rato y ni los trabajadores sociales ni los beneficiarios tienen nada que temer por su continuidad.
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