Graves turbulencias financieras en Austria: el Hypo-Alpe-Adria

Hochsprung riesenrad prater WienEn la alta política austriaca se avecinan severas turbulencias que, dada su magnitud, es muy probable que “destiñan” y se extiendan a todo el resto del país.

16 de Febrero.-Hagamos un poco de historia. A finales del año 2008, las entidades crediticias Lehman Brothers y Fanny Mae –que vaya nombre para un banco, por cierto- quiebran, abriendo un cráter en el sistema financiero estadounidense y provocando un 11-S en las finanzas mundiales cuya onda expansiva, pronto, atraviesa el océano Atlántico y rompe contra las costas euorpeas.

Jörg Haider y su barra libre financiera

La austriaca es, en ese momento, una economía fuerte. Solo hay un eslabón débil dentro de ella: el land, o estado federal, de Carintia. En él, gobierna Jörg Haider. El político ultraderechista vive montado en un tigre. Desde que empezó a destacar en el panorama político, Haider se ha situado en el centro de una tela de araña en la que ha combinado corrupción, populismo, simpatía y una fe en la propia buena suerte más propia de un psicópata que de una persona normal. Para poder financiar su política de pan y circo, el mandatario, pidiéndole fiado a Pepe para pagarle a Juan, ha construido un sistema de trasvases monetarios del banco Hypo-Alpe-Adria, participado por el Land de Carintia, hacia el sistema público. Igual que Evita en Argentina, Haider se complace en recibir a los necesitados y darles dinero contante y sonante (cuidando siempre de que haya un fotógrafo delante, claro) pero también ayuda a sus amigos mediante la construcción de proyectos megalómanos y a sí mismo, para lo que pueda venir, depositando cantidades de dinero en cuentas Suizas a las que, por cierto, la Justicia austriaca aún no ha podido hincarles el diente.

Para 2008, sin embargo, el Hypo Alpe Adria está completamente descapitalizado y en quiebra técnica. Urge pasarle el marrón a alguien. Haider, confiado como siempre en la flor en el porompompero con la que piensa que nació, autoriza (parece que personalmente) a maquillar los balances del banco para que no se noten demasiado las toneladas de chatarra financiera de la que están atiborrados; se maquea y se persona en compañía de un asesor en Baviera, en donde inicia las conversaciones para vender el Hypo Alpe Adria.

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La quiebra del sistema

No le da tiempo. Apenas un mes más tarde, después de salir de una fiesta en la que ha empinado el codo más de la cuenta, Haider empotra su lujosa berlina contra un muro de hormigón. Cuando Haider desaparece, el sistema que ha creado a su alrededor colapsa. En 2009, en una operación tramada a toda prisa y un poco a ciegas, el Estado austriaco interviene el Hypo-Alpe-Adria y el land de Carintia. El 14 de Diciembre de 2009, el banco valía tan poco que fue vendido por un valor simbólico de tres euros y su propiedad dividida entre el Estado austriaco (825 millones de euros), el land alemán de Baviera (otros 200 millones de euros) y un fondo de inversión con sede en Graz (30 millones).

Desde ese momento, hace cinco años (¡Cinco!) el Hypo Alpe Adria ha sido una piedra en el cuello de los ministros de finanzas de EPR. Todos, por cierto, del Partido Popular Austriaco (ÖVP). Primero, de Josef Pröll, luego de Maria Fekter y, por último, de Michael Spindelegger. Siguiendo una táctica habitual en los conservadores austriacos (bueno, en los conservadores en general) los tres esperaron a que el problema del banco se resolviera solo. Vana esperanza. En vez de eso, el problema del Hypo Alpe Adria ha ido engordando cada vez más, conforme el surco de la crisis económica se hacía más y más profundo. Lo que en principio era una pella de 2 millardos de Euros, con el paso del tiempo parece que ha pasado a ser una mareante montaña de 13 millardos de Euros. Los más pesimistas, dicen que hasta de 19 millardos de euros.

¿Y ahora qué?

Nadie se plantea dejar quebrar el Hypo Alpe Adria porque la insolvencia repentina de la entidad desataría una tormenta financiera de imprevisibles consecuencias en este contexto económico y, además, porque el Estado austriaco, como principal accionista, debería hacer frente a todas las deudas. Un marronazo. La segunda posibilidad, que es la que se baraja son diferentes modalidades de “Banco malo”. Esto es: sentarse a mirar con lupa los balances podridos del Hypo Alpe Adria, poner en un montón los activos del banco salvables y venderlos; en otro montón, poner los activos dudosos (terrenos que se pusieron como garantía de créditos incobrables, por ejemplo) y ver qué se puede hacer con ellos. La diferencia entre lo que el banco dió por esas garantías malas y lo que se reciba por vender esos activos, serán los 13 o los 19 millardos que los contribuyentes austriacos tendremos que pagar.

Dentro de lo malo, todo parece muy fácil en teoría pero para los políticos austriacos, que son quienes deben llevarlo a la práctica, no parece serlo tanto. Por lo pronto, el vicecanciller Spindelegger compareció el otro día en la televisión para explicarle a la ciudadanía, en resumidas cuentas, a) que (¡Todavía!) no tenía ni idea de lo que el Gobierno iba a hacer y b) mucho más grave: que tenía un conocimiento muy somero de lo que estaba sucediendo en el banco desde hacía cinco años. Las preguntas de la presentadora, la cual, en todo momento, demostró estar mucho más puesta en el asunto que el político, se estrellaron contra un muro de evasivas (por no llamarlas por su nombre: algunas respuestas hubieran sonrojado a cualquiera con más vergüenza torera que Spindelegger).

En fin: creo que este no será el último post al respecto.


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