En la bonita localidad austriaca de Spielberg, Andreas Gabalier protagonizó un escándalo al cantar el himno nacional austriaco ¿Tienen razón los/las que se han enfadado?
26 de Junio.- Me van a perdonar mis lectores que, en este momento, me salga el “empollón amargao” que fui de niño y manifieste mi alivio y mi alegría de que la selección española de fúrgol haya sido expulsada del campeonato mundial en un decir amén.
Piensen mis lectores en el coñazo machacón que nos hemos ahorrado. Claro está que el coñazo “pre-mundial” lo llevamos en el cuerpo (que si fulanito va con la Roja, que si Del Bosque piensa en merenganito para compensar la lesión de manolito…En fin) pero no hemos tenido que sufrir (apenas) el coñazo “durante el mundial” y, por supuesto, y no menos cargante, el coñazo post-mundial. Que si fulanito metió el gol de zurda, que si perenganito nos devolvió la capacidad de soñar (los locutores deportivos son más cursis que una balada heavy), que si zutanito le dedicó el gol de la victoria a su mujer la colombiana, la que anuncia yogures que acaban con el estreñimiento…
Y es que, señora, visto como ruido basura, el fúrgol es una auténtica peste.
De esta manera, sin embargo, perdieron nuestras huestes, atravesaron la mar océana con el rabo entre las piernas y, a estas horas, estarán todos los jugadores de la selección royendo el hueso de su desgracia y haciéndose un nuevo tatuaje choni en Ibiza (por cierto ¿Por qué los jugadores de fúrgol insisten en tatuarse como si fueran presos de una penitenciaría texana?).
Desde niño yo tengo una insuficiencia congénita para disfrutar de todas estas cosas –comprendo que me pierdo uno de los placeres de la vida y de ahí el desahogo del párrafo anterior- aunque quizá lo que más me fastidia es que estas personas que se dedican a jugar a cosas, actúen y hablen de sus juegos, que a mí me importan un pimiento, como si fueran un acuerdo árabe-israelí para el cese de la violencia en oriente medio.
Escándalo desde el Planeta Deporte
Lo cierto y verdad, sin embargo, es que uno no puede ignorar la existencia del Planeta Deporte, incluso cuando, de su superficialidad general, salen noticias que influyen en el mundo en donde vivimos las personas normales.
Este fin de semana, por ejemplo, ha habido unas carreras de fórmula 1 en la localidad austriaca de Spielberg.
En Austria, las carreras de coches tienen mucha tradición. Baste recordar a Jochen Rindt –gran piloto de los setenta- y, más recientemente a Niki –oreja a la plancha- Lauda. Las carreras han sido organizadas con gran pompa y boato y, a su principio, cantó el himno nacional austriaco Andreas Gabalier, ese hombre que, aparte de cantar, va por la vida presumiendo de que es virgen y lo será mientras no encuentre a la mujer adecuada.
¿Puede haber algún escándalo en esto? (en la interpretación del himno, digo; lo otro es una opción personal de Gabalier; hay gente que permanece virgen y gente que se hace un piercing en el pito, la libertad individual es sagrada).
Sigo: pues sí. Hubo escándalo. Recordarán mis lectores más memoriosos que, hace unos años, el Parlamento Austriaco decidió por mayoría modificar el himno nacional y cambiar su letra. Allí donde decía que Austria era la madre de “grandes hijos” dijo el Parlamento que, en lo futuro, habría que cantar que Austria era la madre de “grandes hijos e hijas”. La modificación, la verdad, no contó con el beneplácito de la calle, porque lo cierto es que lo de las hijas de EPR estaba metido con calzador. A pesar de ser innegable que este país ha dado grandes mujeres, desde Romy Schneider a Berta von Suttner, ni la letra ni la música del himno nacional austriaco admitían la modificación introducida.
Chocó esta alteración también con la congénita aversión austriaca a los cambios (en este país mover un bolígrafo de sitio diez centímetros cuesta meses de debates) pero, una vez se desvaneció el ruido mediático, se olvidó el asunto.
Hasta este fin de semana pasado.
Gabalier canta el himno como le sale de los Lederhosen
Gabalier cantó el himno nacional pero cantó la versión antigua, o sea, la versión “sin hijas”. Pusieron el grito en el cielo los defensores de lo políticamente correcto y Andreas Gabalier se escudó en que “él había aprendido el himno así” (cosa dudosa, porque hay pocos austriacos que se lo sepan, a pesar de que es bien bonito, las cosas como son). Aquí el instante en cuestión.
Se levantó una tormenta en un vaso de agua y, ayer, Herr Gabalier el virgen y una antigua Ministra de la Mujer, la Sra Rauch-Kallat del Partido Popular austriaco, fueron al telediario de la noche a discutir en directo a propósito del incidente.
Gabalier volvió a decir que “él había aprendido el himno así” y la ministra llegó a decirle que, efectivamente “cuando Gabalier tenía un año se cagaba en los pañales –la señora utilizó un verbo más fino, pero bueno- pero que ahora no podía poner una excusa parecida para no controlar sus esfínteres” (esto de los esfínteres, que en alemán se llaman “Schließmuskeln”, sí que lo dijo).
(A mí alguien me dice algo así en directo y, una de dos, o me marcho del plató o me echo a llorar allí mismo).
La Ministra también le reprochó a Gabalier darle munición (aunque solo fuera verbal) a los machistas (Frauenfeinde) y aquí el cantor estirio dijo que no, que él, tanto en sus conciertos como en su vida, reverenciaba (verehren) a las mujeres. Claro que, para decirlo, utilizó la palabra Dirndl, algo así como el urbano “Chati” o los rurales sinónimos “zagala” o “zagalilla”. Yo, soy extranjero y puede ser que no me maneje mucho, pero a mí el vocablo en cuestión me parece levemente condescendiente y yo no lo utilizaría para llamar a ninguna mujer cuya capacidad intelectual respetase mínimamente. Por mucho que Gabalier (entra en su imagen de marca) quiera recuperar el vocabulario viejuno y un universo ideal de chicos fuertotes en lederhosen y pastorcicas de porcelana con vestido escotado, no creo que se atreviera a llamarle “zagala” a más de una y más de dos.
En cualquier caso, en descargo (relativo) de Gabalier, yo he de decir que he estado en sus conciertos y que a un alto porcentaje de las asistentes se les hacía el trastévere pepsicola al ser llamadas así.
Pero bueno, tiene que haber de todo en la viña del Señor (y de la Señora, no pequemos de incorrectos ni de incorrectas).
Y hoy, para terminar, me gustaría dar unas GRACIAS muy grandes. GRACIAS GRACIAS GRACIAS porque Viena Directo ha alcanzado los 400 Likes en Facebook. Para mí es muy importante porque cada persona que le da al like es un lector más porque me tengo que esforzar cada día. Todavía no he decidido como lo vamos a celebrar, pero vamos a celebrarlo seguro !Vaya que sí!
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