El alcalde de Viena ha hecho unas declaraciones muy polémicas que pueden leerse a muchos niveles. A ver qué piensas tú.
16 de Abril.- Hace algunas semanas, hablábamos de la reforma tributaria en la que se había embarcado el Gobierno austriaco. Bueno, para decirlo mejor, era una reforma tributaria que el Gobierno austriaco llevaba mucho tiempo planeando pero que, por fin, ha tomado forma.
Una reforma tributaria en Austria
La reforma era una medida de cajón para cualquier economista ortodoxo. Los economistas parten de que la gente, en relación con el dinero, son iguales que las mujeres con el espacio disponible en sus bolsos o todos, con los gigas de memoria del ordenador: esto es: uno gasta todo el que uno tiene.
Así pues, se dicen estos economistas, si a la gente le bajamos los impuestos, a fin de mes tendrán más parné en el sobre y ese parné se lo gastarán en cosas y, de esta manera, estimularán la economía.
Naturalmente, esta bajada de impuestos significa también que el Estado ingresa menos dinero en sus proverbiales arcas. Pero señora, no se preocupe, porque los economistas también tienen respuesta para esto. Si alguien se duele de que el Estado tendrá, necesariamente, que recortar en sus prestaciones (el dinero es el que es y no se puede estirar como el chicle) los señores economistas dirán:
-Claro, pero eso es solo transitorio. Si todo sale bien, las medidas de estímulo de la economía harán que el Estado ingrese dinero por otro lado y, al final, o bien saldrá lo comido por lo servido o bien ganaremos todos mucho más.
Como los españoles hemos aprendido dolorosamente, este es el cuento de la lechera y, al final, todo son habas contadas.
Una bajada de impuestos significa necesariamente que el Estado, a corto y medio plazo tiene que recortar. Normalmente, a una bajada de impuestos le sucede un proceso de recorte en las prestaciones del Estado. Naturalmente, los políticos no son tontos, y quieren que les voten y, por eso, tratan a) de recortar en aquellos lugares en donde no se nota (al principio, porque siempre se acaba por notar) o en aquellas cosas que son impopulares (en Austria, por ejemplo, en defensa) o b) tratan de hacer impopular primero una cosa y luego, la recortan después.
Michael Häupl hace unas declaraciones polémicas
En estos días se ha inaugurado en Viena la tradicional fiesta de Estiria en la Plaza del Ayuntamiento y, durante esa inauguración, una de las vacas sagradas del socialismo austriaco y, por ende, uno de los defensores mayores de la bajada de impuestos preconizada por el Gobierno, el alcalde de Viena, Sr. Michael Häupl ha decidido matar dos pájaros de un tiro. Ha declarado que “si él trabajara las mismas horas que los maestros -22 lectivas, que en realidad son más, porque tienen que hacer permanencias, preparar las clases, etc- su semana terminaría el martes por la tarde”.
Häupl, nuestro entomólogo favorito, no da puntada sin hilo. Y la frase puede leerse desde muchos puntos de vista. En un primer nivel, se podría leer como una “Strachada “ típica (por el político del mismo nombre). En la mente del ciudadano más mastuerzo (público típico de Strache y público que se le está escapando a Häupl), el maestro es el funcionario vago típico. Con sus dos meses al año de vacaciones y su poco prestigio social. Häupl, en este año de elecciones a la alcaldía vienesa, trata de puntuar en el público de Strache, masas obreras antaño “rojas” que cada vez se vuelven más fieles a una ultraderecha que lleva años trabajándoselas con una propaganda populista al nivel de complejidad del cerebro de una ameba.
En un segundo nivel, sería un ataque al funcionariado. Una manera de recortar no es echar a gente, sino que esa gente haga más trabajo (más horas) por el mismo sueldo. Los maestros son (en Austria y en España) los candidatos perfectos para esto, porque la gente (mastuerza, repetimos) piensa que trabajan poco.
Y ya, a un tercer nivel, la afirmación de Häupl podría leerse como una especie de catalizador para que en su propio partido florezcan los alegatos en defensa de los maestros y se refuerce de esta manera la marca del partido socialista.
En cualquier caso, es triste que quizá una de las profesiones más importantes para una sociedad, la que forma no solo trabajadores competentes sino también a seres humanos decentes, se vea envuelta en estos juegos sucios del politiqueo más vulgar.
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