Pasadas las alegrías eurovisivas, en Austria se habla de España por motivos muy distintos a la caperucita de Edurne.
25 de Mayo.- Hoy es fiesta en Austria. Pentecostés. Austria ha dejado atrás el Festival de Eurovisión (aunque algunos medios locales intenten seguir estirando el asunto todo lo posible) y, salvo por la notable (y superior a la habitual) presencia de parejas y grupos de chicos gays que hacen turismo, reina de nuevo la tranquilidad en EPR (Esta Pequeña –pero salada- República).
Naturalmente, cuando el propio país no produce las noticias necesarias para llenar las portadas de los medios, hay que ir a buscar el hecho notable fuera. Hoy, Der Standard, boletín oficioso del progresismo austriaco, abre con la hostia (con perdón) que se ha dado en España el Partido Popular tras las elecciones de ayer. Die Presse, portavocía oficiosa del conservadurismo austriaco, también menciona el castigo electoral sufrido por los populares españoles, pero considera más importante para la información de sus lectores el hecho de que Polonia ha cambiado de presidente. Un señor al que describe como “nacional-conservador” (lo cual, tratándose de Polonia sitúa a este señor a la derecha de la Divina Pastora, ala dura).
El tratamiento de lo que podríamos llamar “tema español”, El Tema, lógicamente, en los medios españoles, es muy diferente en los dos medios austriacos.
Adelantamientos por la izquierda
El artículo de Der Standard es sumamente prudente. Se pasa revista a los éxitos de las señoras Colau y Carmena, se habla de la guaya que se ha dado el Partido Popular ( con guaya y todo, sin embargo, en datos macro el PP sigue siendo la fuerza más votada del panorama nacional, a pesar de que Rita Barberá, Esperanza Aguirre y Maria Dolores Fernández de Cospedal –caray lo que se tarda en escribir el apellidaje de esta señora- hayan sido desalojadas de sus poltronas) y se menciona, como dato, que las coaliciones sobre las que se encaraman los candidatos de izquierda, deberán pactar necesariamene, si quieren tocar poder, con los partidos que conocíamos (y sufríamos) hasta ahora.
Los comentaristas de guardia de Der Standard dividen sus autorizadas –y a veces surrealistas- opiniones, en dos grupos: grupo A, los que comparan Podemos con Syriza y España (Dios lo evite) con Grecia, y ven en la dizque victoria de Podemos una especie de giro paneuropeo hacia la izquierda. Por suerte, Podemos se parece a Syriza wie ein Ei zu eine Kastanie y España, de momento, no vive en el cotidiano gusto por el susto que aqueja a los pobres del Peloponeso.
El grupo B interpreta los resultados españoles en clave local austriaca (!!!) y vaticina una debacle futura para los partidos de la derecha austriaca –poco improbable, de todas maneras, pero en esto de la política ya se sabe que funciona, como decía Carrie Fisher, el wishful drinking).
Siempre hay un camino a la derecha
¿Y en Die Presse? En el órgano oficioso de la derecha austriaca, se habla de la “amarga victoria” del PP para dar luego cuenta, con morosa complacencia, de la tunda electoral sufrida por los de la gaviota. Hay que esperar a más de la mitad del artículo para que se diga lo que, de verdad, va a pasar en España (o sea, lo que sería deseable que pasara). Esto es: que nuestros políticos se sentaran y empezaran a aprender a conjugar esos verbos que a los habitantes del principio de Africa (Dumas dixit) se les dan tan mal: o sea –repita usted conmigo, señora- “pactar”, “deliberar”, “consensuar”…
O sea, aquello de “se reunieron los íberos y tuvieron un ligero intercambio de impresiones”.
Amén.
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