Elecciones plebiscitarias

Ojos cerradosEn mis dos países, España y Austria, habrá mañana elecciones regionales que prometen tener sus consecuencias a nivel nacional.

26 de Septiembre.- En mis dos países, España y Austria, habrá elecciones regionales mañana.

Naturalmente, las realidades de los dos son muy diferentes, los niveles de bienestar económico también y los significados de las dos elecciones también son muy distintos. Aunque puede ser que solo a primera vista.

Los dos comicios tienen en común que los órdenes establecidos, los que representan la estabilidad y, con ella, una determinada manera de hacer las cosas que, hasta ahora, ha funcionado más o menos bien (o todo lo bien que pueden funcionar estas cosas) van a ser retados por los que se presentan a sí mismos como los mensajeros de un futuro que ya está aquí y que, probablemente, no sean más que mensajeros de un populismo que repugna la inteligencia.

Mañana, las elecciones en Alta Austria pueden ser otro jalón en lo que parece ser la imparable carrera de la ultraderecha hacia cotas más altas de poder.

La casilla de salida, o sea, los resultados de las últimas elecciones, es una coalición entre el Partido Popular Austriaco, que en las últimas elecciones obtuvo el 46,8 % de los sufragios y los verdes (Die Grünen) que andaron, si no me falla la memoria, por el 9 por ciento. La ultraderecha, en los últimos comicios, obtuvo casi un 16%.

La campaña electoral ha estado marcada por la crisis de los refugiados y, naturalmente, por el uso que la ultraderecha ha hecho de ella, movilizando su bien engrasada maquinaria propagandística para apelar a las emociones del electorado y propagar una histeria que, desde el humilde punto de vista del que esto escribe, está absolutamente injustificada. De cualquier manera, se espera que mañana el Partido Popular austriaco sufra un enorme retroceso y que la ultraderecha doble su resultado anterior, convirtiéndose en la segunda fuerza política de la región. Aunque también hay pronósticos más pesimistas (u optimistas, claro, según el lado desde el que se miren) que incluso indican que la ultraderecha puede ser la fuerza más votada de la región, lo cual supondría un vuelco para la situación política no solamente de Alta Austria, sino también la de toda Austria.

¿Qué puede acarrear esto? Naturalmente, se abre la puerta a una coalición entre el Partido Popular y la ultraderecha (de cualquiera de las dos maneras posibles). Anteriormente, esta misma combinación política tuvo consecuencias demoledoras en la calidad de la política austriaca (consecuencias que han dejado su rastro, y siguen dejándolo, en los tribunales del país, en forma de numerosos casos de corrupción) y seguirán teniendo consecuencias demoledoras en el bienestar de los ciudadanos austriacos aún durante mucho tiempo (las trapisondas hechas por políticos ultraderechistas con dinero público han provocado en la región de Carintia, por ejemplo, un agujero financiero que tendrá hipotecado el progreso de la región durante varias generaciones, como una especie de Chernobil hecho de euros y sobornos).

Por no hablar, naturalmente, de que la ultraderecha representa lo contrario de todos los valores a los que la gran mayoría de los ciudadanos de este país se han acostumbrado en las últimas décadas.

En los periódicos austriacos la cobertura de las elecciones catalanas de mañana ha sido tirando a discreta, como debe serlo la de un asunto que, a pesar del revuelo mediático en España, no pasa de ser un asunto de política interior.

En el Standard, un periodista que escribe desde Granada (!?) se extiende durante un articulo bastante largo a propósito de las imprevisibles consecuencias que, desde el punto de vista económico tendría una eventual declaración unilateral de independencia por parte de Cataluña.

El periodista se hace eco de las dos visiones del problema que se dan entre los políticos catalanes (y entre los españoles también). De un lado, la catastrofista que, a la luz de los marcos legales actualmente en vigor, sería la que más se aproximaría a la realidad, con una Cataluña fuera de al Unión Europea, sin Euro, por lo tanto, con una deuda externa brutal y una fuga masiva de capitales e industrias de todo tipo. Por otro lado la del independentismo que cifra sus esperanzas en un „no se atreverán“ (a quitarnos el Euro, a echarnos de la Unión, a dejar marchase las industrias) que es un poco como el título de la biografía de Carrie Fisher que a mí me gusta citar, „Wishful drinking“.

En Die Presse, lo más cerca que llegan a pronunciarse es a poner en su web un artículo sobre una lesión de Messi en el ligamento cruzado que aboca a los azulgrana a una crisis casi tan aguda como las que promete el largo camino hacia la liberación definitiva del yugo castellano ¿Un símbolo? Mañana se verá.


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