En el Hotel Imperial, en pleno centro de Viena, se va a celebrar el viernes una reunión a cuatro bandas con vocación de ser histórica.
21 de Octubre.- Que Viena es una de las ciudades más bonitas del mundo, nadie lo discute; que es una en las que todavía merece la pena vivir, aún menos. De hecho, hay pruebas objetivas: cada año, Viena se encuentra en el pelotón de cabeza de las ciudades del mundo en las que se disfruta de una mayor calidad de vida; naturalmente y quizá por estas razones, es una de las ciudades que, con más asiduidad, eligen los poderosos del mundo para encontrarse y charlar de sus cositas (a veces, también de cositas que son nuestras).
La próxima cita será pasado mañana y el sitio uno de esos lugares que parecen como el edificio de los Cazafantasmas, una antena para atraer la historia (qué ochentero me ha quedado esto, pero bueno, quien no haya visto la peli con “Sigunni güiver” puede ir echándole un vistazo, antes de que hagan el “riméik”). El sitio en donde se van a reunir los poderosos esta vez es en el Hotel Imperial, a tiro de piedra del Instituto Cervantes de Viena. El Hotel Imperial, vetusto y lujosísimo establecimiento, fue el lugar en donde decidió alojarse el tito Adolfo cuando se anexionó su país de origen (y fíjate que ha pasado gente por esos salones, que hasta Madonna se ha echado unos bailes en un salón especialmente acondicionado para ella, pero es que a mí, es pensar en Hotel Imperial y venirme a la cabeza el del bigotillo).
¿Quién se va a reunir esta vez? Pues la verdad es que parece un chiste de estos que contábamos cuando niños (dicen que hay un Español, un inglés y un italiano…) pues esta vez, los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Rusia y Turquía, y aún la presencia de la más alta representante de la Diplomacia Europea está por concretarse. La iniciativa parece ser que ha partido de Sebastian Kurz, Ministro de Exteriores de EPR (Esta Pequeña República) y, por lo tanto, cabeza de su diplomacia.
¿Y de qué van a hablar? Pues van a hablar de la guerra de Siria, que a ver si le encuentran una salida (o sea, un fin) que el conflicto ya ha provocado 250.000 víctimas (directas, de las que han muerto por esos caminos o en los mares no decimos nada) y una diáspora de cuatro millones de personas que, como un mar doliente, rompe contra las fronteras europeas.
El primero en llegar será el turco Sinirnoglu. Al hombre le pilla la conferencia de camino, porque él venía a conmemorar el asesinato, hace cuarenta años, de unos diplomáticos turcos por parte de unos terroristas. Más tarde, está prevista la llegada de los otros representantes implicados con los que Sebastian Kurz, en nombre del Estado austriaco, mantendrá conversaciones bilaterales sobre temas de interés. Por ejemplo, las maneras en que la Unión va a ayudar a Turquía a organizarse con el tema de los refugiados sirios.
La reunión en Viena pretende ser una especie de réplica del “lado bueno de la fuerza” a la reunión que Assad, el dictador sirio, ha mantenido estos días con Vladimir Putin, porque la guerra de Siria está actuando de “bombódromo” del armamento ruso (si uno fabrica latas de sardinas es para que alguien se las coma, y si uno fabrica bombas, pues es natural que quiera que exploten en alguna parte para ganar rublos y eso) y, además, Putin pretende levantar un poco su maltrecha imagen de hacedor y deshacedor de la política mundial.
¿Llegarán a alguna solución? Pues parece complicado, porque los intereses de los diferentes implicados de la reunión en el Hotel Imperial son bastante diferentes e, incluso, divergentes en algunos aspectos. Lo único que está claro es que, con los pobres refugiados, algo habrá que hacer. A pasos agigantados el invierno se acerca, y la nieve, y son muchas mujeres y niños en camino. A ver si se acuerdan de ellos.
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