Gustav Klimt: el decorador de lujo de la Viena de entresiglos I

KlimtCada año, miles de personas vienen a Viena para ver las obras de Klimt. Tras casi diez años, el pintor se asoma por primera vez a las páginas de VD.

29 de Mayo.- Uno de los imanes que atrae a Viena a personas del mundo entero es la obra de Gustav Klimt

A pesar de que durante mucho tiempo (un curso entero, creo) en la Universidad, llevé la carpeta de mis apuntes forrada con una pintura de Klimt, tengo que reconocer que los cuadros más famosos del artista vienés me dejan un tanto frío y que, si me dan a elegir, me quedo con Schiele, quizá porque me da la sensación de que Klimt tenía una propensión (comercial, desde muy pronto, muy comercial) de que sus cuadros le quedasen „bonitos“ que era, al fin y al cabo, lo que querían los clientes (las clientas, particularmente) que le pagaban (y que le pagaban, desde muy pronto, muy bien).

De Klimt me gustan los paisajes, sobre todo, porque prefiguran una abstracción que no me molesta y porque creo que son los cuadros que están menos atados a una época (a la época de Klimt).

Hoy, empezaremos a echarle un vistazo a la biografía de don Gustavo la cual empezó el día 14 de Julio de 1862 en Baumgarten (entonces aún un pueblo independiente, hoy parte del distrito 14 de Viena).

Klimt fue el hijo de un grabador de oro de ascendencia Bohemia, Ernst Klimt, y de una vienesa, Anna Rosalia Klimt, née Finster, a la que su hijo sobrevivió, por cierto, muy poquito tiempo.

La casa natal de Klimt, situada en la Linzerstrasse 247 fue demolida en los años sesenta del siglo pasado y hoy no existe.

Klimt, como solía suceder en los casos de los hijos de las familias de su extracción social, estaba destinado a aprender el oficio de su padre (de ahí, quizá, la perra que tenía Gustavo con poner tanto oro en sus cuadros) pero pronto el muchacho mostró aptitudes para cosas más altas y recibió una beca del Estado que le permitió estudiar con alguno de los pintores más famosos de su época. Durante su periodo de formación, por cierto, Klimt siguió viviendo en casa de sus padres, si bien con algunas interrupciones, en otra dirección bien vienesa, el número 47 de la Burggasse, en el distrito 7, aún hoy una zona bohemia y „moelna“ (uno de los bastiones, por cierto, de los verdes).

En los años 80 del siglo XIX, Gustav Klimt se asocia comercialmente con su hermano menor Ernst, y con un pintor amigo de ellos, Franz Matsch (el autor, para que mis lectores se sitúen de las imágenes del reloj de Anker, en el Heuermarkt) y fundan los tres una sociedad comercial a la que le ponen el imaginativo nombre de Gebrüder Klimt (no se sabe que pensó Matsch de esto, pero yo me hubiera olido algo podrido sin necesidad de tener que llegar a la frontera del reino de Dinamarca). Los tres se lanzan a pintar de encargo (artísticamente, claro, no al gotelé) diferentes edificios tanto en Viena como en otras partes del Imperio austro-húngaro, en Polonia y en Alemania.

Son los autores de pinturas en Karlsbad, en Reichenberg, en Fiume, y terminan pintando para la misma Sisí, que les encarga la decoración de ese chalecito al que se escapaba para huir del tedio de la corte (y del tedio que le producía Sosó, su esposo, tan rezador, tan metódico y tan poco interesante): la Hermes Villa que está en el Lainzer Tiergarten.

De esa época datan también las pinturas decorativas de las escalinatas del Burgteather y del Kunsthistorisches Museum (las de la escalinata principal, tan imponente, con su escultura de Teseo de Canova).

Teseo de Canova

A principios de los noventa del siglo XIX, Klimt es un pintor reconocido y famoso y entra a formar parte de la Künstlerhaus pero, como en el ambiente se notaba ya que el academicismo estaba passé y había artistas que le pedían más a la vida, en 1897 Klimt, junto con otros (entre los que no estaba ya su hermano, que había muerto en 1892) funda la Wiener Sezesion. Para el famoso edificio que hoy es su sede, ese del Ferrero Rocher en la cumbre, Klimt diseñó las puertas y para la revista de la Sezesion dibujó muchas ilustraciones y títulos. Se llamaba igual que el lema de la misma Sezesion, Ver Sacrum, o sea, la primavera sagrada. Klimt fue presi de la Sezesion desde 1897 a 1899.

En 1900 el Ministerio de Educación austriaco les encarga las pinturas del aula magna de la Universidad de Viena, en la Ringstrase. Será un punto fundamental en la carrera de Klimt (lástima que solo queden de muchas de ellas fotografías y no muy buenas, porque se quemaron en la última guerra mundial). Pero, de momento, hasta aquí podemos leer.


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