El partido por la mitad

Have fun¿Deben importarle (mucho) a un español residente en Austria los resultados de las elecciones generales españolas del domingo? La pregunta me dio que pensar.

28 de Junio.- Aunque a veces las personas no nos demos cuenta, somos producto de decisiones que se tomaron incluso antes de que nosotros existiéramos. Hace muchos años, casi cincuenta, mi padre, entonces poco más que un adolescente decidió, ante la falta de perspectivas que le aguardaban en su pueblo natal, marchar a Madrid.

Mis tíos, sus hermanos mayores, ya vivían allí, y la única que quedó en el pueblo fue mi abuela María. Creo recordar que aquel primer intento fracasó pero que, en 1970, mi padre volvió a la capital y ya se trajo a mi abuela y los dos se quedaron definitivamente..

Para ellos fue, probablemente, un salto muchísimo mayor y más drástico de lo que para mí supuso, hace once años, venirme a vivir a Austria, a pesar de que, como dice mi padre aún con cierto orgullo, Fuente de Cantos, patria de Zurbarán, es “un pueblo grandecito” (y con esto quiere decir, mi padre, que es un hombre muy comedido, que ellos no se fueron a Madrid desde cualquier lugarejo, sino que su pueblo era una especie de ciudad en pequeño y que ellos no eran, en ningún caso, unos muertos de hambre).

En Madrid, andando el tiempo, nací yo, en una casa de pisos en donde la mayoría de los vecinos eran, si no del mismo pueblo, sí extremeños. Y allí aprendí, sin darme cuenta que, cuando las personas salen de la tierra que los vio nacer, cada uno toma, según sus fuerzas (y subrayo lo de según sus fuerzas) diferentes actitudes.

Mi abuela, por ejemplo, a quien la emigración pilló mayor (un poco como al personaje de Chus Lampreave en Qué he Hecho Yo para Merecer Esto) creo que experimentó un gran desarraigo porque, desde niña, había sido educada en que a ella le sucedería como había sucedido desde generaciones antes que ella: se casaría, tendría hijos (los tuvo), se haría vieja y se moriría para ir a descansar en el cementerio con sus padres, a quienes quiso mucho, todo sin salir de Fuente de Cantos, todo lo más para ir a Zafra, la cabeza de partido, lugar que a ella le parecía como Nueva York.

Por eso, cuando llegó a Madrid, convirtió su tristeza en rebelión y, puesta a rebelarse, se rebeló contra todo y es famosa en la familia la anécdota del desprecio (literal y totalmente en serio) que le hizo a la fuente de La Cibeles cuando el autobús de línea que la traía de Badajoz hizo la rotonda frente al Palacio de Comunicaciones (hoy, Ayuntamiento de Madrid):

-Todos los modorros aquellos gritando ¡La Cibeles, la Cibeles! Pues se jodió, que yo le volví la cara.

Cuando venían sus primos a verla, Dolores y Felix, un matrimonio que, por lo que fuera, se había adaptado mejor a Madrid, se pasaban los tres las tardes, delante del café con leche y las galletas María, contando, como los griegos antiguos, las genealogías del pueblo (por los apodos, naturalmente) que si la tía Chiquenina, que si Candelas, que si Barreno, que si fulano se había casado con mengana y que si citrano se había muerto, o si merengano se había ido a Madrid o había vuelto de Alemania montado en patinete.

Mi padre y mis tíos, rápidamente, con más o menos trabajo, se adaptaron a la capital y se olvidaron de las cosas del pueblo y, aunque no perdieron en ningún caso el acento (que para mí sigue siendo uno de los más bonitos de España) comprendieron, con la plasticidad que da ser joven y tener la vida por delante, que su vida era ahora Madrid. Solo a veces, al recordar algunas costumbres del pueblo decían, por ejemplo que eran “un atraso” (recuerdo que sonaba como “Esohunatraso”, aspirando la h) y en esa palabra, “atraso” cabía el reconocer que en Madrid las cosas eran distintas y que las soluciones a los mismos problemas eran mucho más eficaces que las que se tenían en los pueblos.

También se decía de los otros extremeños menos inteligentes o con menos capacidad de adaptación (“cada uno según sus fuerzas”) que “ellos habían entrado en Madrid, pero que Madrid no había entrado en ellos” y se movía la cabeza a un lado y a otro cuando, por ejemplo,se acobardaban al subirse al metro o al enfrentarse al inmenso callejero de Madrid, por ejemplo.

Cuando yo me vine a Austria, supongo que no del todo conscientemente, decidí que nadie pudiera decir de mí que “Yo había entrado en Austria, pero Austria no había entrado en mí” y supongo que, de alguna manera, este blog es la prueba de que, el mismo esfuerzo que hizo mi padre hace una generación, lo he hecho yo también. Hasta el punto, no sé si bueno o malo, de que cada vez me cuesta más trabajo que España, sus acontecimientos, sus quisicosas, me afecten. Porque hay algo en mi interior, francamente, que me dice que lo que me tiene que importar es Austria, que para eso vivo aquí, y aquí tengo mi casa y una parte cada vez más grande de mi corazón.

Este artículo tan largo porque ayer se suscitó en el mentidero de los españoles en Facebook una cuestión que yo resolví como he contado más arriba y, en gran parte, por las razones que he contado más arriba ¿A los españoles, debería importarnos más de lo que nos importan, por ejemplo, las elecciones danesas las elecciones españolas? Yo decía que no, pero había unos cuantos que sostenían que yo y los que pensamos como yo, éramos una especie de traidores a los intereses generales de la tribu. Para mí, la respuesta es evidente y creo que, en el futuro, la cosa irá más por mi lado que por el de los que siguen desojándose viendo “El gato al agua” o “Al rojo vivo” en internet, y añorando el Cola-cao, el tomate frito Orlando o el turrón Delaviuda, pero entiendo también, aunque no las comparta, que haya gente que se incline por otras maneras de vivir esto de la emigración.

Para mí, la respuesta a la pregunta ha sido y es darse cuenta de que, a partir de un cierto momento, somos todos más europeos que españoles. Y que la Unión, si quiere sobrevivir, tendrá algún día que reconocer también que entre un ciudadano que viva en Helsinki o en Chiclana, no debería de haber más diferencia que entre uno que viva en Bilbao y otro que viva en Cabezas de Bonilla (marco incomparable de belleza sin igual, por lo demás).


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Comentarios

4 respuestas a «El partido por la mitad»

  1. Avatar de Pablo Vergara Perez

    A mí me da pena el resultado de las elecciones, pero más por mis amigos y familiares. Me importa mucho más el Brexit, unas elecciones donde otros votaron para decidir sobre mí. Todavía estoy en shock por el resultado, y preocupado por lo que puede traer.

  2. Avatar de Jaime
    Jaime

    Pues a mí me interesa en tanto en cuanto sigue habiendo un montón de gente con la que me relaciono que le afecta. Si tuviera un montón de amigos y/o familiares en Suecia, me importarían los resultados de las elecciones en Suecia, un suponer. Pero la verdad es que me importa mucho más los resultados de las elecciones de Austria, como a cualquiera que viva aquí, pues ello marca nuestras vidas: los impuestos que vamos a pagar, las ayudas del estado que vamos/podemos recibir, los servicios prestados, etc…sobre todo si esperas vivir aquí durante una larga temporada o quedarte definitivamente. Otro caso es el que está aquí de corto paso, entonces puedo entender ese interés.

  3. Avatar de rosa
    rosa

    Creo que tienes toda la razon,yo vivo en España -Santander,pero mi hija en Austria ,se interesa por España, pero si su vida va a estar en Austria sus intereses seran austtriacos ,que es ahora su patria.

  4. Avatar de Gra
    Gra

    Me siento identificada con mucho de lo que dices.
    Casualmente sobre la misma fecha que te fuiste a Austria, en agosto 2005 crucé el charcho grande y vine desde Uruguay a España, hace ya 11 años; y me pasa más o menos eso que relatás: me siento más ciudadana del mundo que de un sitio en particular, tengo una visión muy global y mis compatriotas muchas veces no me entienden.
    Vivo donde vivo y ya está, y hay cosas que veo muy lejanas; pero no por eso menosprecio la tierra en que nací, simplemente es la vida, y yo en ella.
    Entiendo que algunas personas se aferren tanto a sus costumbres y/u orígenes, pero no lo comparto.
    Saludos.

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