Ensaladilla rusa

Palais liechtensteinDesde que el mundo es mundo, unas naciones han tratado de influir sobre otras. Hoy seguimos el rastro a la influencia de Rusia en la política interior austriaca.

3 de Agosto.- Cuando, los reporteros de un semanario austriaco le preguntaron por las afirmaciones de Johann Gudenus, vicealcalde ultraderechista de Viena y miembro del FPÖ, sobre la existencia de un „Lobby gay“, el oligarca ruso y mano derecha de Vladimir Putin, Konstantin Malofejew dijo lo siguiente:

-Yo no entiendo por que esto -las afirmaciones- tiene que ser un escándalo. El que piense que la sodomía es buena, debería levantarse y decir: sí, nosotros somos la Unión Europea, y somos sodomitas que mandamos a pervertidos al Festival de Eurovisión.

El que así habla es, como digo, una de las dos patas sobre las cuales descansa ideológicamente la política de Vladimir Putin. La otra es Alexander Dugin, el autor de una confusa teoría que mezcla un cristianismo ortodoxo delirante, con la supremacía de la raza blanca y un ultranacionalismo expansionista para Rusia.

Malofejew fue, por cierto, el que pagó, en Junio de 2014, la reunión que tuvieron, en el lujoso Palais Liechtenstein del centro de Viena, representantes de la ultraderecha europea (incluyendo a Strache, al que, por cierto, no se le permitió ni pasar con el teléfono móvil). La reunión estuvo envuelta en el más alto secreto y no trascendió nada de su contenido, pero parece bastante claro que los congregados no estuvieron tomándose unas cañas.

(Por cierto: ironías del destino: al mismo tiempo que se celebraba esta reunión oscurísima, a muy pocos cientos de metros estallaba todo el color del Lifeball, que representa todo lo que ellos odian).

Malofejew, en la entrevista que yo citaba más arriba, declaró estar en unas relaciones inmejorables con Heinz Christian Strache y, naturalmente, dijo que le parecía que el ideario de su partido, en particular en relación con la pertenencia de Austria a la Unión Europea, era el que mejor defendía los intereses de los austriacos (y, por ende, los intereses de Rusia, que siempre ha visto con el mayor de los desagrados el que la Unión atrajese hacia Bruselas a los países ex soviéticos que Rusia considera como su área de influencia legítima).

No se sabe qué pensará ahora que Hofer, llevado por el viento imparable de las encuestas, ha decidido que salir de la Unión ya no es una prioridad para Austria.

En la misma entrevista el oligarca ruso negó, eso sí, que estuviera dando apoyo financiero al FPÖ aunque ha habido especulaciones cada vez más insistentes en el sentido de que el Kremlin estaría intentando por todos los medios financiar a la hermana alemana de la formación ultra austriaca: la AfD o Alternativa por Alemania.

Los contactos entre la AfD, el FPÖ, los Identitarios y otros movimientos ultraderechistas europeos con el Kremlin, son cosa sabida. Lo mismo que es vox populi la alegría de Moscú de que tengan cada vez más éxito.

Día sí y día también sus líderes son invitados a dar su opinión (!Y qué opinión!) sobre la realidad a este lado de los Urales en los medios de comunicación que Moscú utiliza para tratar de consolidar su influencia en los países que formaron parte de la órbita soviética y para tratar, en lo posible, de debilitar la fortaleza de una Unión que, para los ultras rusos, representa cosas tan perversas como „el liberalismo y la tolerancia“.

Por ejemplo, hace poco el portal Rusia Today, que emite por internet y por televisión en varios idiomas (entre ellos el español) entrevistó al líder de los identitarios austriacos, dándole una relevancia absolutamente injustificada a tenor de lo poco que representan (gracias a Dios) en la política austriaca.

Según el periodista británico Peter Pomeranzev, autor del libro „The Menace of Unreality“ que se ha publicado estos días en Austria, Rusia está ayudando a todas las fuerzas que quieren erosionar los valores que representa la Unión Europea, al objeto de consolidar su propia posición geopolítica y para ello está llevando a cabo una auténtica guerra de desinformación que aprovecha tiranteces regionales, lingüísticas e históricas de todos los órdenes, para construir un discurso propagandístico a menudo (como sucede con el FPÖ) muy inteligente.

Todo esto, eso sí, no lo pone en el Kronen Zeitung.


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