Aquelarre en Viena

KapuzinergruftMientras la ciudad de Viena se engalanaba para celebrar la tolerancia, se celebraba una reunión secreta con propósitos mucho más oscuros.

5 de Junio.- El sábado pasado, en Viena, tuvieron lugar dos encuentros de muy distinta naturaleza.

El primero, el Lifeball o baile por la vida, fue retransmitido en directo y, a pesar de que la retransmisión fue (según dicen, yo estaba en Salzburgo) una castaña pilonga y a pesar de que Courtney, la viuda de Kurt Cobain, acabó con todos los psicofármacos de los alrededores de la Rathausplatz vienesa, el acto pudo considerarse –un año más- un éxito completo, ya que los fondos recaudados permitirán avanzar en la lucha contra esa lacra mundial que es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida Humana (SIDA).

El segundo acto se celebró, al mismo tiempo y a escasos dos kilómetros de distancia en línea recta, pero en circunstancias muy diferentes. Reinaban un gran secretismo, unas estrictas medidas de seguridad y la prohibición total de hacer fotos, prohibición severísima que regía, incluso, para los participantes.

Lo mejor de cada casa

Se celebró en el Palais Liechtenstein de la capital austriaca.

Desde hace algunos meses, y tras una costosa restauración de más de 100 millones de Euros, el suntuoso edificio funciona como museo pero los príncipes de Lichtenstein lo alquilan para actos a quien se lo pueda permitir.

El sábado, con toda la atención mediática concentrada en el Lifeball – el organizador de nuestro encuentro semisecreto y “paganini” del alquiler del Palais Lichtenstein fue el millonario ruso Konstantin Malofeev, a través de su fundación San Basilio El Grande (nada que ver con Paloma).

El pretexto era conmemorar los 200 años del fin del Congreso de Viena, en el cual se estableció la “Santa Alianza” que sometió a Europa a un orden férreo (en realidad, a una especie de estabilidad de panteón) que saltó por los aires precisamente un siglo después, en 1914, momento en que estalló la primera guerra mundial.

La credibilidad del pretexto también queda hecha trizas al ver la lista de los asistentes, la cual ha trascendido a pesar del cuidado que pusieron en mantener la reunión bajo el disfraz de una amable tertulia histórica.

¿Por qué habrían de sentarse en el Palais Liechtenstein la sobrina de la lider ultraderechista francesa Marie Le pen, Marion Marechal-Le Pen, el líder ultraderechista búlgaro Wolen Siderov, el jefe de la ultraderecha austriaca, Heinz Christian Strache y Alexander Dugin, el presunto ideólogo de Vladimir Putin, fanático religioso y racista confeso, un pájaro junto al cual Hitler parecería un imitador maoista de Pablo Iglesias?

Alianza para el fin de “Eurosodoma”

Según ha informado la prensa suiza, que ha sido la que ha levantado la liebre, el objetivo de este “Congreso de Viena” habría sido doble: por un lado, acordar una estrategia común para propiciar un nuevo equilibrio de poder en Europa, de acuerdo con el proyecto de una Unión Euroasiática –ideado por Dugin, puesto en práctica por Vladimir Putin, y en el que se encajaría, por ejemplo, la invasión de Ucrania y la desestabilización de las repúblicas exsoviéticas utilizando como palanca las minorías rusas que perviven en muchas de ellas; mecanismo que ya Hitler utilizó, por ejemplo, para invadir los llamados Sudetes antes de la Segunda Guerra Mundial-.

El segundo objetivo del encuentro habría sido también el consenso de unas estrategias comunes para acabar con el “individualismo” (en el argot ultra, la peligrosa libertad de la que gozan los medios de comunicación en Europa occidental), el “liberalismo” y el “satánico lobby homosexual occidental” (sic), como  Dugin lo llama día sí y día tambien en sus apariciones en la televisión rusa.

En Francia, los políticos del Front Nationale, aparte de tener a Marine Le Pen en Bruselas torpedeando la Unión Europea -principal obstáculo de Putin para establecer una Unión Euroasiática- ya utilizaron y utilizan la Ley Francesa de Matrimonio homosexual como factor de presión, a través, entre otros, de un movimiento llamado Manif pour Tous en el que se integran sectores católicos fanatizados, reaccionarios, muy activos en internet e, incluso, aunque parezca un contrasentido, bastante violentos en ocasiones, los cuales han interiorizado una estrategia muy agresiva que llevó, por ejemplo, a un repunte espectacular de las agresiones contra homosexuales en Francia durante la tramitación de la Ley de Matrimonio Igualitario.

Curiosamente, los ultras franceses lo único que hicieron fue perfeccionar una estrategia de “protesta de guerrillas” (si así se puede considerar la protesta en internet) que ya habían puesto en marcha sus iguales españoles cuando el gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero puso a España a la cabeza de Europa –y del mundo- en lo tocante a los derechos civiles (¡Qué lástima que económicamente –ni en casi nada más- no estuvieran a la misma altura!).

Tanto los organizadores como los participantes en el “aquelarre” vienés han declinado hacer cualquier declaración al respecto y se han escudado –Strache el primero- en el carácter presuntamente privado de la reunión y en la necesidad (Strache dixit) de “tener contactos con todos”.

 


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3 respuestas a «Aquelarre en Viena»

  1. […] Aquelarre en Viena […]

  2. […] país que tiene un concepto tan curioso de las libertades –por calificarlo de alguna manera- y que lleva años envuelto en una deriva ultranacionalista, religiosamente fundamentalista y económica…? Pues todos lo sabemos. Combine usted en la misma frase “bajada” y “pantalones” y tendrá […]

  3. […] expertos dicen –y no hace falta tampoco ser muy listo para sospecharlo- que el arrebato que los políticos ultras sienten por el inquilino del Kremlin puede tener un origen pec…. Se sospecha que Vladimir Putin pueda estar dedicando dineros a financiar bajo cuerda a estos […]

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