Spazzatura lí, Energie hier

Si usted tira un papel en Roma ¿A que no sabe que es muy probable que vaya a parar a Austria? Lo que es porquería allí, es oro por acá.

8 de Octubre.- Como ya saben mis lectores, el fin de semana pasado estuve en Roma (porque no solo de Viena vive el hombre y, además, había cosas que celebrar: por un lado, el cumpleaños de Viena Directo, y por el otro, el mío, que es hoy y esto, naturalmente, no es un fishing for congratulations).

En fin: una de las cosas que me llamó la atención fue que Roma, en comparación con Viena, está bastante sucia. Cuando uno pasea por la ciudad eterna, tiene la sensación de que la municipalidad romana tiene algún que otro problema para aplicar el lema de la Real Academia, o sea, lo de limpiar, fijar y dar esplendor. En las esquinas de la ciudad eterna se acumulan todo tipo de desperdicios, bolsas de basura a reventar, botellas y demás.

Sorprendido y porque, como también saben mis lectores, soy un hombre curioso, le pregunté a los amigos con los que me encontré en la Ciudad Eterna y que me hicieron la estancia gratísima, qué pasaba con la basura romana y me contaron lo que yo voy a contar aquí, y que es un vínculo imprevisto entre la venerable capital del orbe y Austria.

Veamos el vínculo:

Como decía más arriba, de un tiempo a esta parte los romanos tienen un problema con la basura. Problema que tiene múltiples ramificaciones. Por un lado, está el hecho de que Roma produce una enorme cantidad de basura per cápita. Este servidor de sus lectores ha podido comprobar con sus propios ojos que los romanos tiran a la calle todo tipo de residuos con el mismo garbo que si estuvieran desfilando para Versace. No es el agua va de la edad media, pero casi. Naturalmente, la basura, al contrario que la energía, se crea, pero destruirla es complicado del copón. Hace ya tiempo que los vertederos de Roma están prácticamente al límite de su capacidad, por no hablar de que las basuras de los vertederos producen unas emisiones de gas metano que, aunque algún imbécil de pelo pollo/a lo niegue, están acelerando el cambio climático.

Otra pata del problema es político y de gestión. Parece ser que la alcaldesa de Roma, perteneciente al movimiento cinco estrellas (el Podemos italiano o cosa así) no es muy ducha la mujer en manejar según qué inconvenientes de la vida práctica. A esto se une, naturalmente, que la oposición ha encontrado que lo de la basura podría ser una palanca para desalojarla de la poltrona, por lo cual no le facilitan la vida para nada en este aspecto (la política, señora, qué mala que es).

Para complicar más la cosa, el sector de la recogida de basuras (en toda Italia) es uno de los preferidos por la mafia para sus actividades. Recientemente se ha descubierto un agujero de 650 millones de euros en mordidas en el organismo romano de recogida de basuras, que se llama AMA.

Tras darle muchas vueltas a la cabeza en busca de soluciones, el consistorio romano ha encontrado la solución: llegar a un acuerdo para que los austriacos se lleven parte de la basura que genera Roma (!Ay, si Garibaldi levantara la testa!).

¿Y qué hacen los austriacos con tanto residuo? Pues el lector lo verá ahora mismo. Hasta 700 toneladas de porquería al año abandonan Roma en tren cada año, a razón de hasta tres trenes diarios, convoyes que recorren dos rutas: o bien entran por el Brennero (ese mismo paso fronterizo al que el Gobierno austriaco mandó soldados hace unas semanas) o entran por Tarvisio. Luego, se dirigen a Zwentendorf, en las cercanías de Viena.

Probablemente, a alguno de mis lectores les sonará el nombre de esta bonita población de Baja Austria y es que también en Zentendorf está la única central nuclear de Austria la cual, además, está sin estrenar (y muy bien que sea así, además).

En Zwentendofr hay una gigantesca incineradora de basuras. Allí, se descarga la porquería romana, los restos de espaghetis, fetucinis, provolones, tiramisús y demás, y se queman. La incineración produce gas, el gas genera vapor, y el vapor mueve una central térmica cercana que produce energía para toda la región de Sankt Pöllten.

Naturalmente, esto no le sale gratis a los romanos y las romanas. Según estimaciones que circulan por internet, el precio de la operación viene a ser de unos 140 laureles por tonelada más transporte (al precio que está ahora mismo todo, calculen mis lectores 30 euros más por tonelada, unos novecientos machacantes por un contenedor de 25 pies). Un pico.

La cosa sería más fácil, por supuesto, si los romanos estuvieran un poco más deseosos de reducir los residuos que producen, pero por lo que uno ha visto estando allí, no parece que estén muy por la labor.


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