El ministerio de la verdad

Detrás de puertas cerradas, se llevan a cabo las negociaciones. Hierve el caldero de los rumores y VdB ha dicho también esta boca es mía.

15 de Noviembre.- Mientras nosotros, todos los que vivimos en Austria, vamos a nuestro trabajo todos los días, y hacemos la comida y la cena, y acostamos a los niños, y nos preocupamos de esto y de lo otro, en algún lugar de Viena, tras puertas cerradas, se están negociando las condiciones del que probablemente será el próximo Gobierno de Austria.

Sendas comisiones negociadoras (hasta veinticinco equipos hay) de la derecha austriaca del ÖVP, y de la ultraderecha del FPÖ, están construyendo pieza a pieza un marco que defina cómo se desarrollarán sus relaciones.

Como sucede en la mayoría de las ocasiones de estas características, las personas que están participando en esas negociaciones no son las caras que salen en los informativos, sino empleados de los dos partidos. Seres grises, vaya. Estas idas y venidas, podrían sin embargo resumirse en la siguiente pregunta que el ÖVP le hace al FPÖ para cada asunto:

-¿Qué -o cuánto- me va a costar que me apoyes?

Naturalmente, el momento es goloso para la ultraderecha. Después de casi veinte años, los „derechers“ van a tocar por fin poltrona (nacional, a nivel regional ya la tocan) y, naturalmente, están dispuestos a darle forma al país a imagen y semejanza de su ideario político (Horror, dirán algunos, pero la democracia es así: o sea, que después de la votación, por muy escalofriante que sea el resultado, hay que aguantarse y apechugar hasta que se repartan otra vez las cartas).

En este ambiente de secretismo y bisbiseo, naturalmente, florecen los rumores.

Hoy, por ejemplo, el que pasa por ser el órgano oficioso de la ultraderecha, el „Österreich“ (gran periódico y mejor artículo de higiene personal) decía que, dadas las reticencias que podría provocar en el exterior un ministro del interior „derécher“, Strache estaría dispuesto a renunciar a esta cartera y, atención, a crear un nuevo „superministerio“ que se llamaría (atención) „Heimatschutz Ministerium“. Dado que en Español la traducción de la palabra Heimat es un pelín conflictiva, podríamos traducir el nombre de ese nuevo, hipotético ministerio como „De protección patria“ (sí: alucina, vecina). En el Österreich, por si había algún lector despistado, explicaba que el Ministerio de Protección Patria vendría a ser una especie de „artilugio de relaciones públicas“ que permitiese al FPÖ acometer lo que, desde que el mundo es mundo, está en el ADN de la ultraderecha. O sea, acciones propagandísticas. Dado el escaso respeto que el Österreich ha demostrado tener por la verdad (y hacen bien en no respetarla nada, dado que sus lectores, al fin y al cabo, buscan fantasías animadas de ayer y hoy, porque para informarse hay otros medios más fiables) el rumor del ministerio de protección de las esencias hay que ponerlo en cuarentena.

El ambiente en ebullición ha propiciado también que la más alta instancia del Estado austriaco, esto es, Herr Bundespresi, se haya pronunciado también ante una representación de los ministros de asuntos exteriores de los veinticinco (pronto, los veinticuatro) invitados a un ágape o „canapie“ en el salón de actos del Hotel Imperial. Ante tan magna concurrencia, herr VdB ha dicho que si, finalmente, se forma un gobierno de coalición entre la derecha y los deréchers él, como Bundespresi que es, va a mirar con lupa la lista que le presenten (hoy en día, serán trece nombres, además del canciller, o sea, que será un vistazo presumiblemente rápido) y que, naturalmente, en su opinión hay dos nombres, de entre los ocho millones de nombres posibles, que garantizarían su inmediato rechazo, y que serían el de Harald Vilimsky y el de Johann Gudenus, ambos conocidísimas personalidades ultraderechistas y con un notorio afecto por el putín de Putin, afecto entrañable que han testimoniado en numerosos viajes al Kremlin, en diversas reuniones celebradas (en Viena también) con personalidades de esas que tienen todo el día sintocinada Russia Today y que piensan que la familia que ellos llaman tradicional es la fetén, y que las mujeres deberían estar en su casita, para poder parir muchos hijitos, y que los homosexuales son gente que en Rusia no hay, y que son el testimonio de la existencia de una perniciosa influencia extranjera que pretende deteriorar la raza rusa.

Tanto Vilimsky como Gudenus son personas de escora política más que notoria. El primero pasa por ser el cerebro de Strache (por lo menos el cerebro de su estrategia) y Gudenus, el hijo predilecto en el que el amado líder deposita todas sus complacencias. Ambos, por ley que en la política es casi natural, estarían a la cola de las prebendas dados los servicios prestados a la causa ¿Conseguirán alguna?

Al conocerse las declaraciones del Bundespresi, en el FPÖ han decidido mantener un perfil bajo y no han dicho ni que ja ni que nein, solo que VdB y Strache se llevan muy bien y que hay entre los dos „mucha base para la conversación“. Si ellos lo dicen, será verdad.


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