Especial Austria en crisis: la guerra ha empezado ya

Hoy hemos asistido al principio de una guerra que va a durar cuatro meses y que va a ser tan sucia como brutal.

29 de Mayo.- Después del descanso de ayer, excursión que hicimos por los mundos ficticios salidos de la cabeza de Choderlos de Laclos, hoy volvemos a la bulliciosa realidad.

Hoy, en la Catedral de San Esteban, ha sido la misa de cuerpo presente del piloto Niki Lauda y, en cierto modo, también ha sido el funeral de una cierta idea de Austria.

Como sucede en todas partes, la Europa de la generación de nuestros padres (la Austria de la generación de nuestros padres) empieza a hacer mutis por el foro de la Historia.

A cosa de un kilómetro en línea recta de donde Niki Lauda estaba siendo despedido, se encuentra el (normalmente tranquilo) centro del Poder de la República austriaca. Las oficinas en donde trabajan el Presidente Van der Bellen y, frente por frente, las oficinas en donde trabaja el canciller K… !Ay, no ! Qué tonto. Que Kurz ya no es canciller.

Como mis lectores ya saben, la moción de censura prosperó, el presidente Van der Bellen despidió al propio canciller y a los ministros (entre ellos a los cuatro que había investido la semana pasada) y luego, los volvió a confirmar en sus cargos de manera transitoria, hasta que dentro de una semana ( más o menos, ya sabemos lo ambiguo que es el término « Rasch ») haya un nuevo canciller (¿Una nueva canciller?) y nuevos ministros.

Cuando te despiden y te hacen el favor de tu vida

Es muy probable que, provocando su destitución, a Sebastian Kurz la oposición le hiciera el favor más grande de su vida desde que, hace unos años, sus mentores se fijaron en un joven orejudo sin apenas estudios, que acababa de terminar el bachillerato y decidieron formarle para que se convirtiera en la gran esperanza blanca de la derecha austriaca.

Hoy, tres días después de haber protagonizado una situación que, hasta el lunes, era solo una posibilidad teórica, Sebastian Kurz, guiado por el equipo sagacísimo de asesores que le conduce, ha empezado a construir lo que podríamos llamar « la narrativa del estadista », o sea, el hombre de Estado que se deja maltratar pero que, en su fuero interno, todo lo hace por patriotismo.

Este nuevo avatar de Kurz es muy probable que le lleve, en septiembre, o quizá un poquito más tarde a ser no solo el nuevo canciller de la República austriaca, sino también, en un momento aún por determinar de la segunda mitad de este siglo, a ser recordado como una figura de la talla, por lo menos, de Niki Lauda.

El giro de los acontecimientos tiene un matiz un tanto diferente del proceso lento, trabajoso, a contrapelo, por el que se está intentando convertir a Strache en la víctima de una conspiración.

Qué duda cabe que el segundo caso, desde el punto de vista de los malabarismos que hay que hacer, es mucho más meritorio porque los asesores de Kurz cuentan con el viento a a favor de una opinión pública propicia. Empezando (aunque no lo diga de forma explícita) por la opinión de la más alta magistratura de la nación. El Jefe del Estado, Alexander van der Bellen, había confiado en que Kurz se mantuviera en el puesto, al objeto de garantizar la estabilidad en el delicado equilibrio de la cúpula del poder austriaco. No pudo ser.

La percepción, desde fuera de esa burbuja insonorizada y forrada de moqueta, es que la ultraderecha votó a favor de la destitución de Kurz por rencor y que los socialistas hicieron lo mismo en un intento por salir de la crisis en que el frágil liderazgo de Pamela Rendi-Wagner ha quedado sumido ( una crisis repentina, ciertamente inesperada, dentro de lo inesperado que se ha vuelto todo).

Si la oposición pretendía hacer aparecer a Kurz como una especie de cómplice de Strache, es poco probable que lo haya conseguido.

En este sentido, la estrategia de control de daños orquestada por los asesores de Kurz ha funcionado bastante bien (en esta línea entraría el famoso discurso de Kurz de « todo lo que he tenido que aguantar por la gobernabilidad, pero « enough is enough »). Por otra parte, si yo no me equivoco, gran parte de la población austriaca no tenía la percepción de que Sebastian Kurz jugase en la misma liga que los amigos de la oligarca rusa (por otra parte, aún si hubiera tenido esa percepción, a los austriacos les horrorizan los conflictos si pueden evitarlos).

Kurz no va a partir con el bonus de ser canciller, sin duda, pero probablemente pueda sacar mucho partido (mucho, mucho partido) de su carta de hombre sufrido tratado injustamente por la vida.

Aunque claro, eso será si la ultraderecha le deja.

Sembrando la sospecha

Como decíamos más arriba, la maquinaria de comunicación de la ultraderecha, impulsada por su cerebro, Herbert Kickl, está intentando por todos los medios construir una narrativa que rivalice con la que se ha construido desde el ÖVP. Desde mediados de la semana pasada y hasta hoy, se ha extendido la primera fase.

El FPÖ ha decidido trasladar la batalla a un campo que conoce bien : internet, y está invirtiendo ingentes cantidades de dinero en propaganda, con el objetivo de crear, primero, la percepción de que Strache es la víctima de un complot. Yo mismo, como muchos millones de internautas en toda Austria, hemos estado recibiendo constantemene, antes de nuestros vídeos de YouTube, vídeos en los que se ponía en duda la versión oficial del escándalo de Ibiza, al tiempo que se hablaba de que Strache había « asumido toda su responsabilidad ». Facebook ha empezado también a bombardearnos con publicidad de una página vinculada al FPÖ que se dedica (ahora) a servir de altavoz de las tesis más locas (y, por supuesto, a favor de Strache).

Hoy, ha empezado la segunda fase de este plan. Una vez que los expertos de la propaganda del FPÖ han considerado que se ha podido abrir una fisura en la, hasta ahora, monolítica opinión pública (o quizá alentados por los resultados de las elecciones europeas) Kickl ha decidido que era hora de tomar la palabra. Ha utilizado una entrevista en el Tiroler-Tageszeitung para decir a) que el ÖVP (en todo o en parte) y en colaboración con « las cloacas del Estado » está detrás de la elaboración y la difusión del vídeo de Ibiza, b) que la difusión de ese vídeo (queda implícito) fue una maniobra del ÖVP para librarse de sus compañeros de coalición y c) que la propia destitución de Kickl, el Ministro del Interior, fue también una maniobra al objeto de poner fuera de combate a la persona que estaba más cerca de poder sacar la verdad a la luz.

También ha animado a Strache a no aceptar su escaño en el Parlamento Europeo porque, según ha dicho « en cuatro meses pueden pasar muchas cosas y salir muchas cosas a la luz ». Claro mensaje para navegantes. O claro farol, quién sabe.

En la casa socialista no brilla la alegría

Pasando a Pamela Rendi-Wagner, la líder socialista, su situación es un poco la de Christian Kern, en su momento o, en la bancada contraria la de la lista de líderes conservadores antes de Sebastian Kurz, que se movieron entre la insustancialidad y la más absoluta incapacidad de despertar en sus propias filas el más mínimo rastro de entusiasmo.

El cachondeo de medio país y el « oyoyoyoyoy » del otro medio ha sido la entrevista (durísima) que Armin Wolf le hizo en directo a Rendi Wagner a propósito del resultado de las últimas elecciones.

Siguiendo su estilo, le preguntó cómo podía justificar el resultado tan malo que había obtenido el partido socialista en las últimas elecciones europeas y ella, por toda respuesta, se echó a reir (una de esas risas nerviosas de cuando alguien te pregunta justo lo que no quieres que te pregunten, cosa en la que Armin Wolf, como todo el mundo sabe, está especializado). Wolf le preguntó que de qué se reía si su partido había obtenido el peor resultado de la Historia, y ella balbuceó algo ininteligible y Wolf, volvió por sus fueros y repreguntó, adjuntando esta vez que, si Rendi Wagner andaba por ahí pidiendo la dimisión de gente, por qué ella misma no se aplicaba el cuento (nuevos balbuceos). Al final, casi por piedad (o por falta de ella) Wolf le preguntó si se veía como candidata del Partido Socialista a la cancillería, ella contestó con un « supongo » que sonó a « parece que de momento no han encontrado a nadie mejor ».

Así estamos.


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