En la línea de salida

Dentro de exactamente dos semanas los austriacos acudirán a las urnas a decidir qué hacen con su vida. Una foto de la línea de salida.

15 de Septiembre.- En dos semanas los austriacos con derecho a voto acudirán a las urnas para elegir el parlamento del que saldrá el gobierno llamado a sustituir al de la canciller Cervecilla.

Como mis lectores seguramente recuerden, la culpa de que los austriacos tengan que votar mucho antes de la caducidad normal del anterior Gobierno se debe al hoy famoso vídeo de Ibiza. En él, el entonces vicecanciller, Heinz Christian Strache y su entonces segundo, Johann Gudenus fueron filmados con cámara oculta tras reunirse con una señora que decía ser la sobrina de un oligarca ruso (oligarca que, por cierto, es hijo único, pormenor familiar que ni Gudenus ni Strache conocían). En el vídeo los dos, pero Strache en particular, le hacían a la rusa promesas de influencia a cambio de donativos. El vídeo en cuestión dio la vuelta al mundo y terminó (de momento) con la carrera política de Strache, pero no solo. El sistema de poderes y alianzas que había venido gestándose en Austria durante la última década saltó por los aires en cosa de una semana.

Como decíamos, Strache y Gudenus se vieron obligados a abandonar sus cargos y la política, en un intento, que resultó fallido, de contener las consecuencias del escándalo y conseguir que la ultraderecha siguiera formando parte de la coalición que, entonces, gobernaba el país.

El resto de los acontecimientos se sucedieron a toda velocidad. Un dominó frenético que desembocó en algunos acontecimientos inéditos, el principal de los cuales, sin duda fue que el Presidente de la República, utilizando un poder que le confiere la constitución austriaca y que nunca antes había sido puesto en acción, provocó el cese de Herbet Kickl, el hasta entonces ministro del Interior.

Después vino el Gobierno de transición de la canciller Bierlein, un Gobierno que, como estaba previsto, no ha dado un ruido y se ha limitado a mantener fucionando con eficacia la maquinaria del Estado (aunque también, de manera discretísima, se ha aplicado en arreglar algunos rotos que hizo el anterior Gobierno, particularmente en lo referente a la seguridad y a los servicios secretos, que quedaron sumamente tocados debido a la desastrosa gestión de Herbert Kickl).

Hoy, quince días antes de los comicios, las encuestas dibujan un equilibrio de poder bastante parecido al de antes del escándalo. El Partido Popular austriaco va claramente por delante, pero aún así no podría gobernar solo. Necesitaría, hoy como entonces, un compañero de coalición. Los socialistas están solo un poquito por delante de la ultraderecha (alrededor del veinte por ciento, par de puntos arriba o abajo). Entretanto la ultraderecha está muy lejos de la caida masiva que le auguraban los más optimist…Digooo la caida masiva que hubiera parecido lógica dadas las circunstancias. Es más: parece que incluso se ha recuperado con respecto a las elecciones europeas que siguieron al escándalo. Los verdes, según las encuestas, entraría en en el parlamento de nuevo y los Neos seguirían más o menos igual.

Podría parecer que no ha cambiado nada desde antes del verano. Sin embargo en mi opinión es solo una impresión superficial.

La cúpula de la ultraderecha, hoy como entonces, sigue siendo una organización disfuncional, que aún no se ha recuperado de las consecuencias del escándalo. En los pasillos del poder también se abrieron heridas personales que no han cicatrizado ni es probable que lo hagan. Particularmente las provocadas por la enorme humillación pública que supusieron las circunstancias en que Herbert Kickl fue expulsado de sus funciones. Entretanto, el presidente Van der Bellen salió del escándalo con una posición de autoridad que nadie le hubiera supuesto cuando salió elegido y todo el mundo (incluido yo) pensaba que nunca alcanzaría las cotas de prestigio de su predecesor, el socialista Heinz Fischer. Heinz Christian Strache ha sido también borrado del mapa político pero, sorprendentemente, su mujer, Philippa Strache, ha cobrado cierta presencia pública, sobre todo aupada por ciertos medios dirigidos a las capas intelectualmente menos sofisticadas de la población austriaca.

El día siguiente a las elecciones, visto desde la perspectiva de hoy, se divisa extraño, como extrañas son las alianzas que, sin duda, los partidos estarán obligados a forjar. Las negociaciones serán probablemente más amargas que dulces. Está por verse si el escándalo de Ibiza provocó solo una pausa en un estado de cosas o fue, como yo creo que fue, una corrección de rumbo.


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