Hitler en Viena (2)

La historia de la familia Hitler, como solía pasar con muchas de su época, no tenía nada que envidiarle a un culebrón venezolano.

EN EPISODIOS ANTERIORES…

Alois Hitler, funcionario imperial de aduanas jubilado, muere de repente mientras toma un vino en una fonda de Leonding. Su muerte cambiará la vida de su hijo Adolf y de la Historia de la Humanidad.

31 de Mayo.- Mientras los últimos signos vitales empiezan a abandonar el cuerpo de Alois Hitler aprovecharemos para presentar a otro personaje importante para nuestra historia. Se trata de Klara Hitler, la esposa del difunto, la cual aún ignora que se acaba de quedar viuda. Una joven viuda, en cualquier caso, de cuarenta y tres años.

La madre de Hitler, Klara, en una foto coloreada con Inteligencia Artificial (Wikipedia)

Prácticamente la única imagen que existe de ella y que probablemente fue tomada el día de su boda con Alois Hitler nos muestra a una jovencita madurada prematuramente, de rasgos correctos, boca pequeña y rizos domesticados a la moda victoriana.

La foto está tan retocada que parece una ilustración. Los caracoles de las orejas están borrosos, los pabellones auditivos son algo salientes y, aparte del gesto circunspecto y de la mirada un poco lateral, llaman la atención los grandes ojos que sin duda fueron azules y que su hijo Adolf también heredó.

Si los ojos de Adolf, su hijo, eran fríos, en los de Klara, sin temor a caer en la literatura, puede adivinarse quizá una cierta dolorosa precaución. La que tienen los que están acostumbrados a vivir a la sombra de una autoridad contra la que saben que son impotentes.

Como solía suceder en su medio, la historia de la familia Hitler era bastante complicada.

Trataré de resumirla de forma que sea comprensible.

El primer Hitler del que se tiene noticia nació en 1672 y se llamó Stefan Hiedler. Una figura borrosa y pequeña en el fondo del fondo del gran tapiz de la historia. Podemos imaginar una existencia atada a las cosechas y al ritmo de las estaciones, no muy diferente de la de cualquier campesino medieval.

Klara Hitler, su descendiente, la madre del dictador, era hija de Johan Baptist Pölzl y Johanna Hiedler (la vacilación en la ortografía del apellido no es extraña; en la zona en donde nació Klara, el apellido, que significa pequeño propietario, se escribe indistintamente Hitler, Hiedler, Hütler, etc).

El abuelo materno de Klara, o sea, uno de los bisabuelos de Adolf Hitler, se llamaba Johannes Nepomuk Hiedler.

Johannes Nepomuk tenía un hermano, Johan Georg, que se había casado con Maria Anna Schicklgrüber, la madre de Alois (el cual, en aquellos momentos, llevaba el apellido de soltera de su madre, como correspondía a un hijo natural).

Mucho después de aquella boda, Johan Georg le había dado su apellido, escrito Hitler, a Alois, el futuro padre del dictador, en lo que, probablemente, fue una de las mejores jugadas de marketing fortuito de la historia (nadie se imagina a los nazis de las películas diciendo „Heil, Schicklgrüber!“).

Hay quien dice y resulta bastante probable, que en realidad Johan Georg fuera el padre biológico de Alois Hitler pero no se podrá saber nunca. Esta incertidumbre dio pie a la idea, que gozó de cierto predicamento en los primeros tiempos del nazismo, de una posible ascendencia judía de Adolf Hitler, pero lo más probable es que toda la historia se emborronase para ocultar el decidido matiz incestuoso del matrimonio entre Klara y su primo Alois.

Las vidas de los padres de Hitler se habían cruzado cuando, en 1876, Klara se trasladó a la casa de su primo Alois en Braunau am Inn. La muchacha tenía 16 años y su primo 39 y en aquel momento estaba casado con la que fue su primera mujer Anna Gassl. El jupiterino Alois Hitler ya era funcionario imperial de aduanas y, para los cánones de la época, estaba un par de escalones por encima de sus tíos, los padres de Klara, por lo cual resultaba bastante normal que la muchacha se empleara en su casa como sirvienta.

Alois Hitler debía de ser de ese tipo de señor al que no le importa „mezclar cajones“. Mientras estaba casado con Anna Gassl, su primera mujer, empezó una relación con una sirvienta más joven, Franzisca Matzelberger y es probable que, al mismo tiempo, también estuviera „entreteniendo“ a su prima Klara.

Esto lo podemos deducir porque cuando Alois se separó de Anna Gassl y se fue a vivir con Franzisca Matzelberger, la Matzelberger que, a aquellas alturas debería conocer la pasta de la que estaba hecho Alois Hitler, exigió que Klara Hitler se marchase de aquella casa. Alois y Franzisca Matzelberger se casaron en 1883, al enviudar Alois de su primera. Al año siguiente, sin embargo, Franzisca Matzelberger murió de tuberculosis y, después del funeral, Alois Hitler llamó de nuevo junto a sí a su prima Klara, para que le consolase de los sinsabores de la viudez.

(continuará)

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