Delitos y faltas

El Ministro de sanidad austriaco ha explicado los últimos datos a propósito del virus malandrín en Austria y también se ha disculpado (un poquito).

28 de Julio.- Llevo viviendo en Austria década y media. Sé muchas cosas de este país –la mayoría las he escrito en estas páginas- aunque todavía hay misterios que se me resisten. Por ejemplo : el hecho incontrovertible de que, si usted quiere poner a un aborigen nervioso, lo único que tiene que hacer es ponerle un papel y un bolígrafo delante y decirle :

-Anda, carita de Kaiser, escríbeme una notita en esa lengua con la que Dios está intentando que os ganéis el cielo a plazos, que tengo que decirle a la maestra que el chico tiene (pongamos) paperas.

Al instante, nada más pronunciar el verbo « escribir » verá el sufrido lector que el aborígen se pone primero blanco y luego verde y luego blanco otra vez ; y, presa de una gran excitación, abundante sudoración, hiperventilación y otras cosas que terminan también en ón (como « micción ») dirá que no puede, que un encargo tan sencillo se sale de sus magras fuerzas.

Yo tengo la teoría de que les pasa esto (lo de la micción ante el papel en blanco) porque en la escuela, al que tiene una falta de ortografía o no sabe usar bien las declinaciones, le hacen un pasillo sus condiscípulos o la profesora le tira el Duden (equivalente del DRAE castellano) y les produce una herida inciso-contusa. Si no, no se explica.

Los celtíberos, a diferencia de los aborígenes, escribimos « emosido engañado » o « habersi nos vemos » y cosas así (hablo de estudiantes universitarios) y lo disculpamos. Ese entrañable argumento : «  es ingeniero, es de ciencias, se le perdonan las faltas de ortografía ».

Y digo yo : ni calvo ni tres pelucas, o sea.

Hoy, el Ministro « Anchoas » (Anschober), el político más popular de Esta Pequeña República, se nos ha aparecido con motivo de los cambios en la normativa de viajes. El pobre. Naturalmente, también ha hablado del brote de Sankt Wolfgang (bajo control,68 casos, 18 establecimientos afectados ) y de la « actividad de fondo » que sigue observándose. O sea, que la gente se sigue contagiando por centenares todos los días. Y eso que aún no ha llegado la gripe de verdad.

Como era esperable, ha tenido que salir al paso de las declaraciones de un portavoz de la cancillería, el cual declaró estar indignado porque en la nueva normativa de viajes había nada más y nada menos que treinta y tantos errores, incluyendo faltas de ortografía y de puntuación. Hasta tal punto que dificultaban la lectura y comprensión del texto.

Anschober, como es un hombre político (en todos los sentidos del término) no ha querido disculpar a los que han redactado la norma (gente, presumiblemente, de letras, para más Inri). Ha sido « un mal trabajo y punto » (ha dicho). También ha declarado que en el Ministerio hace falta gente y que será cosa de contratar a cinco o seis personas más, con buena caligrafía y ortografía aseada, para que no se vuelva a repetir algo semejante.

Sin embargo también ha intentado sacar pecho y decir que su Ministerio es uno de los más sobrecargados por esta crisis, que la línea de atención telefónica 1450 ha tenido un millón de llamadas de presuntos pachuchos desde que lleva abierta y que raro es el asunto que, durante estos días, no pasa por su ministerio.

En cuanto al palo del Constitucional, ha dicho que no se alegra pero que va a obligar al Ministerio de Sanidad austriaco a ser más cuidadoso en el futuro y a poner un filtro. O sea, que no se sacarán leyes ni ordenanzas que no pasen antes bajo la lupa de los constitucionalistas.

También se ha referido a las escuelas y a la recomendación de los maestros de utilizar mascarillas en septiembre, pero solo de pasada, para decir que no le parecía « profesional » decir ahora su opinión de algo que pasará en dos meses.


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