El día en que Viena Directo se fue a negro

Hoy hace exactamente cinco años de una noticia que estremeció a toda la sociedad austriaca. Tanto, que hoy no vamos a hablar de coronavirus.

27 de Agosto. Muy buenas tardes y bienvenidos un día más a la edición diaria de Viena Directo, el blog que te cuenta desde 2006 todas las noticias que importan en Austria.

Hoy no voy a hablar, por un día, del coronavirus (aunque hay, naturalmente, tela que cortar). Sin embargo, creo que es mejor que echemos la vista atrás a lo que publiqué en este mismo espacio hace cinco años.

Normalmente, pongo cada día una foto ilustrativa del tema de que trate cada artículo. Muy pocas veces, muy pocas, esa foto ha sido un rectángulo negro. Sin embargo, el día 27 de Agosto de 2015, horrorizado, como estaba horrorizada toda la sociedad austriaca (salvo las excepciones que el lector puede imaginar fácilmente) Viena Directo fue a negro.

En un lugar por el que he pasado mil veces, la curva que da al centro commercial de Parndorf, un hijo de puta había dejado morir asfixiadas a 71 personas, hombres, mujeres y niños, todos sirios, gente que huía de la guerra. El tipo, que trabajaba para una mafia, los había traido hasta Austria en un camión frigorífico. Los camiones frigoríficos, como todo el mundo sabe, no tienen mecanismos de ventilación. El tipo había hecho caso omiso de los gritos de aquella pobre gente pidiéndole salir de aquel matadero.

Los cadáveres fueron encontrados cuando empezaron a descomponerse. Para mí, la región en la que sucedió eso es mi casa (en muchos sentidos, un pequeño paraiso en la tierra) y aquellas setenta y una muertes me tocaron muy personalmente de una manera que solo puedo explicar porque, como extranjero en una tierra en la que no he nacido o, simplemente, como ser humano, no me costaba nada ponerme en la piel de aquellas personas.

Pocos días antes de que las muertes salieran a la luz, yo mismo, en una carretera secundaria, había visto a algunos de estos pobres, un padre joven con un crío pequeño en brazos, no se me olvidará mientras viva, bajando de una furgoneta con los faros apagados y lanzándose bosque a través.

Lo mismo que hoy hay mentecatos y mentecatas que expanden bulos absurdos sobre el coronavirus, y supuestas conjuras y vacunas magufas y microchips, había en aquella época mentecatos y mentecatas (en algunos casos, estoy seguro, las mismas personas) que esparcían bulos absurdos y malignos a propósito de los refugiados sirios.

Y lo mismo que hoy en día, desde las humildes fuerzas de Viena Directo, lucho porque resplandezca la luz de la ciencia, también peleé en su momento contra toda aquella gente que manchaba el nombre de personas cuyo único pecado era ser pobres y haber perdido su país, y lo haría hoy en día otra vez, y las que hicieran falta porque pienso que ningún hombre es malo hasta que no se demuestra lo contrario y que, como los Rolling, ser decente consiste en tener sobre todo simpatía por el « dévil ».

O sea, que hay que estar siempre de parte de quien no se puede defender.

Por lo demás, desde aquel 2015, he tenido ocasión de conocer a muchos refugiados sirios y afganos también. Muchos de ellos, eran casi niños cuando llegaron aquí, y se han hecho adultos en esta tierra que se ha convertido, como para mí lo es, en su casa. Sin excepción son gente recta, trabajadora y decente. Con sus debilidades y con sus fortalezas, con sus aspiraciones y con sus ganas de darle un futuro mejor a sus hijos. Algunos tratan de permanecer en Austria, otros quisieran volver a sus países pero no pueden por razones políticas o, simplemente, porque la casa a la que hubieran podido volver ya no existe.

Nadie va a poder devolverles la vida a las setenta y una personas que murieron en ese camión (en mi familia, no hay vez que no pasemos pore se sitio maldito y no digamos « mira, la curva donde encontraron el camión », aunque el Estado austriaco haya tratado de borrar las huellas construyendo un área de servicio nueva), pero sí que tenemos la obligación de demostrar que, fuera de las nacionalidades, de las religiones y de las culturas diferentes, en cada uno de nosotros anida un corazón hospitalario, y que cada uno de nosotros ayudamos a los demás como esperaríamos que nos ayudasen a nosotros en la misma situación

Hoy no vamos a hablar de coronavirus, pero mañana sí.


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