Einen Jux will er sich machen

El candidato de la extrema derecha a la alcaldía de Waidhofen an der Ybbs ha descubierto que hablar de los libros que uno lee puede ser tan revelador como peligroso.

18 de Enero.- Uno de los genios de la cultura austriaca de todos los tiempos -sin duda no el más fácil como persona, pero es que los genios son así- fue Helmut Qualtinger.

Todos mis lectores que hayan hecho el bachillerato en España por la misma época que yo (los noventa) le conocen, aunque no lo sepan. A todos nos pusieron en la asignatura de Historia “El nombre de la Rosa”, la adaptación de la novela de Umberto Eco. En ella, hacía de Remigio da Varagine, el protector de Salvatore, el pobre jorobado y antiguo hereje.

Qualtinger fue un luchador incansable contra lo que podríamos llamar “el nazismo sociológico” o sea, contra todos esos posos culturales que el nazismo dejó en la Austria de la posguerra.

Su método fue ponerlo de manifiesto, poniéndole a los austriacos de su tiempo un espejo en el que tuvieran que mirarse, por narices.

A sus contemporáneos no les gustó nada su monólogo “Herr Karl”, transmitido por televisión, en el que Qualtinger hacía saltar por los aires uno de los tópicos más queridos por los austriacos de posguerra: el de que Austria había sido “la primera víctima” de la vesania nazi.

En Herr Karl, Qualtinger trataba la figura  del oportunista que, sin preguntarse mucho por el régimen nazi, había aprovechado la situación.

Si Herr Karl, ese impecable ejercicio de troleo “avant la lettre”, no le granjeó ninguna simpatía menos lo hizo el ciclo de lecturas que hizo del único libro que escribió Adolf Hitler: Mein Kampf en lengua vernácula, Mi Lucha en la lengua de Bertín Osborne.

Por suerte, existen grabaciones.

Helmut Qualtinger se dio cuenta de que Mein Kampf es, ante todo, la obra de un tipo no solo asquerosamente inmoral, sino peor: mediocre, inculto, a ratos cursi, en muchos momentos pretencioso. Se dio cuenta que para dejar en pelota al personaje lo único que tenía que hacer era leer párrafos escogidos de Mein Kampf sin caer en ningún momento en la parodia, sino como una reencarnación del mismo Hitler.

Como digo, existen grabaciones y son absolutamente deliciosas. Sobre todo si se considera que Mein Kampf es un libro feo, tosco, penosamente escrito y absolutamente árido.

El candidato de la extrema derecha en las elecciones municipales en Waidhofen an der Ybbs, Josef Gschwandegger, en una entrevista para un periódico local, afirmó que el último libro que había leido había sido…!Bingo! Mein Kampf, del mismo Adolf Hitler (por cierto, hace unos años, a los ochenta de la muerte de su autor, el libro pasó al dominio público y se convirtió en un inesperado Bestseller).

El periódico local había preguntado a los candidatos por sus aficiones e intereses, al objeto de que los lectores pudieran conocerles mejor, y al Sr. Gschwandegger no se le ocurrió otro libro.

Su versión es que quiso hacer una “broma” que el redactor no entendió. Una broma, en cualquier caso, de un gusto muy dudoso.

El Sr. Gschwandegger dice que nunca ha tenido un ejemplar de Mein Kampf y que hace veinte o treinta años lo había “hojeado”. Cuando el redactor del periódico local le preguntó , no cayó en el título del libro que estaba leyendo y no se le ocurrió otra cosa que hacer esta broma (ja ,ja y otra vez  ja). El redactor, dice el político, le había prometido cambiar esta respuesta, pero entre tanto, la “coña marinera” llegó a las prensas y a internet y la cosa no tenía remedio.

El susto, por cierto, ha hecho que recupere la memoria. El último libro que ha leido es “So Sind Wir” (Nosotros somos así) del compañero de partido Christian Haffenecker.

La oposición, como es natural, pide su dimisión y a él (y, sospecho, a todos los simpatizantes de su partido) seguramente les parece que no es para tanto. Total, dirán, la gente no entiende una broma.

Naturalmente, la afirmación, aparte de una salida de pata de banco, ha sido intencionada. Con dos objetivos. De momento, ya estamos hablando de él. Este tipo de provocaciones funcionan también como señales enviadas a todas esas personas que piensan que el nazismo fue, como el franquismo en España, o el fascismo en Italia una especie de desastre natural inevitable. Gente que piensa que sí, que hubo un par de nazis malotes pero que después de todo…Bueno, Hitler hizo las autopistas ¿No? (es un tópico favorito de los que relativizan el holocausto).

Por cierto, la primera parte de Mein Kampf fue escrita hace casi exactamente un siglo, en 1923. Hay gente que en cien años no ha aprendido nada, por lo visto.


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