Se prepara una guerra entre Ucrania y Rusia. Una guerra que también tendrá consecuencias para Austria ¿Qué podría pasar en los próximos días? Aquí, algunas claves.
22 de Febrero.- En estos momentos reina una actividad frenética en todas las redacciones del mundo. Se trabaja para intentar ordenar los acontecimientos que se suceden a toda velocidad. También en todos los despachos. Particularmente en los de aquellos que toman decisiones. Pero también en las empresas.
El enfrentamiento entre los aliados (los miembros de la OTAN) y la Federación Rusa, a cuenta de Ucrania ha adoptado en las últimas veinticuatro horas aspectos cada vez más preocupantes.
Se podría decir que Ucrania es la excusa pero que está en juego muchísimo más. Están en juego dos formas de ver el mundo. La de las democracias occidentales y la del autoritarismo.
En esta lucha, Austria, aunque es un país militarmente neutral, también tiene un papel. Como se ha encargado de recordar el canciller Nehammer, como miembro de la Unión Europea.
La crisis tiene muchas derivadas, también para Austria, y vamos a intentar hacernos aquí una idea general.
Por cierto, Viena está más cerca de la frontera de Ucrania, que de Vorarlberg.
En fin.
¿Qué ha pasado en las últimas veinticuatro horas que ha agravado tanto la crisis?
En la parte de Ucrania que hace frontera con Ucrania, hay dos territorios, Luhansk y Donezk, en los que, desde hace algunos años, se libra una guerra intermitente. Estas dos regiones, en las que vive una gran comunidad rusófona, coincidiendo con el intento de anexión rusa de la Península de Crimea, se declararon independientes. Hasta hoy, nadie reconocía esa independencia y en esas dos zonas de Ucrania se libraba una guerra intermitente que se había enquistado. Hasta hoy.
En las últimas semanas, la Federación Rusa había colocado no solo en la zona de la frontera sino también en países limítrofes “vasallos” de Moscú, tropas, en un despliegue militar solo comparable al que se produjo durante las guerras del Golfo Pérsico e inéditos en la Historia reciente europea.
De cara a la galería, el Gobierno ruso, con Vladimir Putin, decía estar abierto a una solución negociada. La inteligencia occidental decía que la decisión estaba ya tomada y que la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas era inminente.
El presidente ruso, Vladimir Putin, intenta (infructuosamente) cubrir sus decisiones con un manto de legitimidad, de manera que ha construido un artefacto legal para poder enviar tropas a suelo ucraniano sin enviarlas.
Hoy se ha anunciado que Putin reconocía las regiones de Luhansk y de Donezk como países independientes, en forma de sendas “Repúblicas Populares”. De esta manera, a sus ojos, dejaban de ser parte del territorio de Ucrania y podía enviar (las enviará) tropas a “ayudar” a la comunidad rusófana a librarse de la “opresión” del Gobierno de Kiev.
Por supuesto, una vez que esas dos regiones son reconocidas como “Repúblicas” independientes, pueden (y lo harán) solicitar el ingreso en la Federación Rusa.
¿Qué reacciones se han dado en Austria?
La postura oficial del Gobierno es que, aunque Austria es un país militarmente neutral (no está “alineado” en la OTAN) su opinión es evidente.
Y esa opinión es de condena al proceder de la Federación Rusa y su Gobierno y, naturalmente, la necesidad de actuar con contundencia ante un proceder inadmisible. Contundencia que (de momento) se sustanciará en una batería de sanciones económicas que la Unión Europea ya ha preparado esta noche y que ha calificado como de largo alcance.
El canciller Nehammer también ha hecho un llamamiento a los miembros de la OSCE para que se reemprenda la vía del diálogo.
El Jefe del Estado, el Presidente Alexander van der Bellen) ha emitido un comunicado en el que decía que Putin había cruzado una línea roja y hacía un llamamiento a Vladimir Putin para que revirtiese sus acciones y volviese a las vías de la paz y del diálogo.
La única voz discordante en el panorama político austriaco la ha puesto (cómo no) la extrema derecha.
Herbert Kickl ha convocado hoy a los medios para pedir que Austria defienda su neutralidad y para predicar “equidistancia” entre Moscú y Whashington (o viceversa). No hay que olvidar los vínculos entre la extrema derecha y Moscú que (tan solo formalmente) han terminado tan solo hace unas semanas.
¿Qué va a pasar ahora y, sobre todo, qué consecuencias se derivarán para Austria de lo que vaya a pasar?
En primer lugar, hay que decir que, en el estado de extrema volatilidad de la crisis en estos momentos, es difícil saber qué consecuencias exactas y qué alcance tendrán para Austria los sucesos de Ucrania.
Hay, eso sí, una cosa que está muy clara: si las sanciones pueden (y van) a hacerle mucho daño a la economía rusa (a pesar de la petulante reacción del ministro ruso de exteriores, Lavrov, que decía no temerlas, esperarlas y “estar acostumbrado” a ellas) también pueden resultar muy problemáticas para algunos sectores de la economía austriaca.
Especialmente, para dos: en primer lugar, el sector financiero. Como ya explicaba en este post, los bancos austriacos, a través de sus filiales internacionales, tienen muchos intereses en la Federación Rusa y en Ucrania. Las sanciones, que pueden llevar a “desenganchar” el vagón de la economía rusa del sistema bancario internacional (en un caso extremo, por ejemplo, vedándole las operaciones en dólares) serían un duro golpe para los bancos austriacos.
Otro sector que podría sufrir duramente las sanciones a Rusia es el energético. De momento, el gasoducto Nord Stream 2, construido, pendiente aún de permiso de funcionamiento por parte de la Unión Europea, y participado por la empresa semipública de carburantes, la ÖMV, está paralizado. Si la cosa se prolonga y el gasoducto no entra en funcionamiento, las pérdidas para la ÖMV serán cuantiosas.
El Gobierno, por boca de su canciller, ha insistido en que el suministro energético está asegurado y que “por mucho frío que haga, en Austria no hará frío”.
Por ocasiones anteriores (los conflictos entre Ucrania y Rusia en los que el gas ha jugado un papel han sido frecuentes) Austria debería tener reservas de gas en su territorio para, por lo menos, tres meses.
En este punto conviene recordar que el gas no solo se usa en los hogares, sino que es la materia prima de muchos procesos industriales.
Otro punto preocupante, más allá del económico es que una guerra (y está claro que, si no sucede nada drástico en las próximas horas nos encontramos a las puertas de un conflicto) produce refugiados.
Algunos cálculos hablan de cinco millones de desplazados, si Rusia llega a invadir Ucrania a gran escala. Una cifra muy parecida al número total de refugiados sirios que entraron en la Unión Europea debido a la guerra civil siria.
El canciller Nehammer ha dicho que, como en otras ocasiones, Austria brindará apoyo humanitario pero que no está previsto que Austria se convierta en un país de destino principal de una eventual diáspora ucraniana.
En Austria, la comunidad ucraniana es relativamente pequeña (según el canciller) a diferencia de lo que ocurre en otros países de la Unión, como Alemania.
Es previsible, por cierto, que a partir de ahora se intensifique la guerra propagandística de la Federación Rusa a través de las redes sociales, los ciberataques y las noticias falsas.
El futuro está abierto, solo sabemos que Europa (y Austria con ella) se encuentra ante los días más difíciles de su historia reciente.
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