Una infección dejará de sustituir a la dosis de refuerzo contra el coronavirus

El Gobierno ha aprobado hoy el reglamento que elimina las mascarillas de los supermercados y los transportes. Eso sí, hay una novedad que no va a gustar a los antivacunas.

30 de Mayo.- Se puede decir que, en estos momentos, la situación de la pandemia está tranquila. Hoy, por ejemplo, ha habido solamente algo más de 1700 infecciones y solo hay treinta y ocho personas en cuidados intensivos.

Ninguna persona ha fallecido en las últimas veinticuatro horas debido al coronavirus.

Desplazada por las noticias -por ejemplo, hoy los rusos han decidido que no le van a servir más gas a los países bajos- o por otras “amenazas”, como la viruela del mono, nuestro viejo enemigo el coronavirus se ha transformado en ese runrún que está ahí presente pero que cada vez menos gente siente como una amenaza.

Es un mecanismo natural. En parte como defensa y en parte, aceptémoslo, porque hay una parte nada despreciable de nuestros conciudadanos no dan más de sí.

Y sin embargo, la pandemia sigue ahí y la experiencia dice que este bienestar nuestro de ahora, esta tranquilidad de ahora, puede terminarse muy rápidamente, basta con que llegue el otoño y la gente empiece a convivir en lugares cerrados y basta con que llegue una mutación a la que nuestro sistema inmunológico no se haya enfrentado todavía (bien al natural o en forma de vacuna).

De cualquier manera, el Gobierno austriaco anunció hace días que, a partir de pasado mañana, ya no serían obligatorias las mascarillas en los transportes públicos y en los supermercados.

En todas partes, eso sí, menos en Viena.

El Gobierno vienés no quiere que llegue el otoño y le pille con los deberes hechos. En cualquier caso, como también es consciente del cansancio de la población, va a seguir manteniendo la mascarilla en los transportes públicos pero dejará de ser obligatoria en el comercio.

Esta decisión del Gobierno vienés terminará produciendo algún que otro problemilla o confusión.

Por ejemplo: imagine el lector que se sube en un tren que vaya de Kloster Neuburg a Viena o de Neusiedl am See a Viena. En el punto de arranque, no será obligatoria la mascarilla. Sin embargo, será pasar la frontera “interbudeslandal” y hala, a cubrirse la boca otra vez.

Por supuesto, y antes de que algún lector me lo diga, lo digo yo: la mascarilla no será obligatoria, pero eso no quiere decir que, quien aún no se sienta cómodo o seguro no se la ponga.

Estará en su derecho.

Como sucede normalmente, el ejecutivo de Viena ha tardado un poquito en publicar la normativa aplicable y en ella ha escondido algo que hará sin duda las delicias de nuestros amigos los antivacunas.

Hasta este momento, si uno tenía las dos dosis y luego, pongamos, enfermaba, se consideraba a nivel epidemiológico que ese haber enfermado podía sustituir al refuerzo. A partir del 23 de agosto eso no será así.

Aquellas personas que tengan dos dosis, aunque se hayan puesto pachuchos tendrán que ponerse el refuerzo.

Los afectados por la medida no son muchos -unos cincuentamil- pero su pasaporte de vacunación dejará de estar activo el día 23 de Agosto. Se deja esta moratoria para que los remisos tengan tiempo de adaptarse.

-Ni falta que me importa- dirán ellos.

Ya. Pero el otoño, si Dios quiere y Putin no se vuelve loco y aprieta ningún botón– llegará y probablemente con él el pase de vacunación quizá vuelva a tener que activarse.

De cualquier manera, disfrutemos de la paz que traen el verano y la primavera y cuando llegue septiembre…Bueno, cuando llegue septiembre ya veremos.


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