El pueblo ha hablado

Los ciudadanos han hablado. Esto es lo que quieren los austriacos que su Gobierno haga para proteger el clima.

4 de Julio.- Quizás recuerden algunos de mis lectores, los más atentos a la actualidad austriaca, el inicio de las sesiones del llamado Klimarat o consejo del clima.

Durante seis fines de semana, un grupo de ciudadanos normales y corrientes pero, eso sí, representativos de todas las capas de la sociedad austriaca, se han reunido para hablar de la que, probablemente, sea la amenaza más importante para el mundo tal y como lo conocemos (en un mundo, por cierto, que se está poniendo tan peligroso): el cambio climático.

Austria y, en concreto, la ciudad de Viena, están siendo ya más golpeadas por el cambio climático que otros lugares del planeta. Las temperaturas llevan subiendo muchísimo todo lo que llevamos de siglo y el cambio climático ya está empezando a suponer pérdidas en lo económico, pero también está empezando a ser un preocupante factor a tener en cuenta a la hora de evaluar el bienestar y la salud de las personas.

Las conclusiones de las reuniones del Klimarat, el cual inauguró Alexander van der Bellen, se han concretado en 93 puntos que no son vinculantes y que el Gobierno se ha comprometido a estudiar de aquí al otoño que viene.

Entre las medidas que los participantes en el Klimarat han propuesto está que se establezca la protección del clima como un derecho fundamental, de manera que cualquier ciudadano particular pueda demandar al Estado, en el caso de que le parezca que se está tomando la protección del clima a pitorreo.

Los “consejeros” también han abogado por que Austria establezca alianzas transnacionales para la protección del clima, y también que se prepare el mercado de trabajo para la crisis que vendrá.

Por sectores, uno de los que más ha preocupado a los ciudadanos participantes en el Klimarat ha sido el de la energía. Han recomendado que, de aquí a cinco años, se eliminen las subvenciones para las energías provenientes de combustibles fósiles.

Han abogado también por que quien contamine pase por caja, a través de un gravamen contra la emisión de dióxido de carbono.

El dinero así obtenido deberá revertir en los ciudadanos en forma de Klimabonus o bien en la construcción de infraestructuras de transporte público. En concreto, han cifrado el precio que debe alcanzar la tonelada de dióxido de carbono en 240 Euros (solo por orientar, la coalición actual está dispuesta a que la tonelada cueste menos de una cuarta parte de ese dinero).

Los componentes del Klimarat también han propuesto que se prohiba la destrucción de bienes nuevos en el comercio onláin (una práctica corriente, por ejemplo, en Amazon).

También han propuesto que se haga obligatoria la fabricación de productos que sean reparables (y no como las cafeteras estas que anunciaba George Clooney, por ejemplo).

Asimismo, abogan por prohibir la publicidad de productos especialmente dañinos para el clima (amén).

Los participantes en el consejo ciudadano han abogado también por gravar los productos con relación directa a lo malos que sean para el clima.

Por ejemplo, que unas fresas que se traigan de Chile para comérselas aquí cuesten más caras que las fresas producidas en la proximidad y que, por lo tanto, apenas necesitan transporte.

Han pedido que se prohiba la destrucción de alimentos. Aquellos que no sean consumibles deben de ser usados para producir biomasa y los que, por ejemplo, se acerquen a su fecha de caducidad, llevarse a mercados sociales.

Aunque sin duda la recomendación que ha causado mayor discusión ha sido la de bajar la velocidad máxima en las carreteras a noventa kilómetros por hora en autopista y a 30 dentro de las poblaciones.

El Gobierno austriaco ha agradecido las recomendaciones. A ver cuántas se adoptan.

Aquí Klimarat der Bürgerinnen und Bürger. Klimaneutralität bis 2040: Die Empfehlungen pueden consultarse.


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