Ayer antivacunas, hoy porrusos: la propaganda rusa en Austria (1)

De cómo, pese al bloqueo de la Comisión Europea, existen en Austria replicadores de las campañas de desinformación de Moscú.

22 de Julio.- Antes de ayer, el periódico español El País, publicaba los resultados de una investigación que demostraba hasta qué punto le ha resultado fácil al aparato de propaganda del Kremlin vencer el bloqueo informativo impuesto por la Unión Europea.

Varios cientos de webs, con sede en Moscú, con la ayuda de un ejército de tontos útiles, replican los contenidos de Russia Today y de Sputnik, que emiten veinticuatro horas al día y siete días por semana desinformación con la intención de desestabilizar la Unión Europea y promover el relato ruso a propósito de la invasión de Ucrania y otros aspectos de la marcha del mundo.

No están solos. Cuentan con la ayuda de todo un entramado de organizaciones y partidos cercanos a la extrema derecha, que también tienen sus propios canales de comunicación dispersos por toda Europa.

En Austria es una infraestructura que nació y se fortaleció en torno al negacionismo y al movimiento antivacunas, pero que ya venía de antes.

Por lo menos desde principios de este siglo, la Federación Rusa, a través de fundaciones de apariencia inofensiva y de un modo más o menos disimulado, ha estado alimentando financieramente y aportando munición ideológica a todos los partidos de ultraderecha de la parte más occidental de Europa.

En Austria, naturalmente, al FPÖ y otras organizaciones afines.

Por supuesto, esta labor de zapa no hubiera sido posible sin un sustrato social propicio.

Grandes capas de las clases medias europeas se sienten perdedoras de un cambio de valores que ha socavado su sensación de estar “del lado correcto de la historia”. La oleada del movimiento Me Too, el nuevo feminismo, el activismo LGTBIQ de segunda generación, protagonizado por los jóvenes que ya han crecido en unas sociedades abiertas y que dan por supuestos los derechos adquiridos y, por último, la pandemia, han llevado a mucha gente (sobre todo al hombre blanco, heterosexual, rico o que cree serlo) a echar de menos el cómodo “mundo de ayer” que, por comparación, aparece mucho más tranquilo y confiable de lo que es la realidad de cada día.

El éxito de series que explotan esa nostalgia de un mundo analógico, como Stranger Things, dan fe de esta tendencia a la huida de un mundo en rápido cambio que se ha vuelto amenazante para muchas personas.

Ayer antivacunas, hoy al servicio de Putin

Este conglomerado al servicio de los intereses de Moscú, que hasta hace unos meses se encargaba de extender todo tipo de teorías conspiranoicas relacionadas con la pandemia, ahora se encarga de difundir narrativas a propósito de la supuesta inutilidad de las sanciones impuestas a la Federación Rusa (a lo que cabría argumentar que, si tan inútiles son, por qué tiene tanto interés Moscú en que se atenúen o se eliminen?) así como historias a propósito de un occidente supuestamente sumido en la decadencia y en el vicio.

Los viejos clisés antisemitas, que ya afloraron durante la pandemia, han mutado, convirtiéndose en códigos para iniciados.

Así, ya no se habla de “la judeidad internacional” (la versión española era el famoso “compló judeomasónico”) sino de las “élites financieras” o “las élites de la globalización”. Naturalmente, en lugar prominente, como bestias negras, figuran también personas de religión hebrea, como el millonario y filántropo George Soros o Bill Gates, el fundador de Microsoft.

En Austria, además de una pléyade de grupos de WhatsApp y Telegram, los principales medios de propaganda son tres: la televisión en línea Auf1, la página web report24 y Wochenblick.

Los tres medios, fundados recientemente (report24 durante la pandemia) tienen, juntos, un alcance nada despreciable. Alrededor de un millón de personas consumen unos contenidos que son, no hay que olvidarlo, una excrecencia (algunos dirán que cancerosa) producto de la modernidad o de una cierta idea de progreso. Aparte de antisemitas, estas páginas también son fundamentalmente antifeministas, homófobas y tránsfobas.

Quienes las consumen han abandonado los medios tradicionales, a los que llaman despectivamente el “main stream” y se sienten orgullosos de sus propias “investigaciones” que se mueven siempre en un círculo cerrado de espacios de internet que se convierten en cámaras de eco de sí mismos. Un laberinto de espejos en el que los implicados pierden la perspectiva.

Por supuesto, la guerra de Ucrania sería una nueva “obra maestra” de los arquitectos del “gran reseteo”, teoría conspiranoica que ya está en el punto de mira de los servicios de lucha antiterrorista alemanes. Este “gran reseteo” defiende la existencia de una élite judía (de nuevo, Soros, Gates y tutti quanti) que se habrían conjurado para tramar un plan de dominación mundial (las vacunas con el chip, de las que hemos hablado en otras ocasiones.

Es, no cabe duda, una versión modernizada de los protocolos de los sabios de Sión, una falsificación puesta en circulación por los servicios secretos zaristas (la Ochrana).

Vínculos con la extrema derecha austriaca

Stefan Magnet, el redactor jefe de la cadena online Auf1, fue miembro del grupúsculo nenoazi “Bund Freier Jugend” y aún hoy tiene buenas conexiones con el FPÖ, con quien ha estado vinculado laboralmente en muchas ocasiones, estuvo, según informan medios austriacos, en Moscú en 2016, durante la firma del pacto de colaboración entre el FPÖ y el partido de Vladímir Putin.

El FPÖ ha regado Auf1 con publicidad, poniendo anuncios con eslógans del tipo “Juntos contra la vacunación obligatoria” y políticos ultras son invitados habituales de Auf1.

Magnet no ha ocultado nunca sus simpatías por Vladímir Putin y por el estilo de Gobierno autoritario que representa y frecuentemente en Auf1 hay contenidos que responsabilizan a los Estados Unidos de la invasión de Ucrania. En la página de Auf1 hay una sección entera dedicada a la guerra de Ucrania que se anuncia con “los puntos de vista que los medios del mainstream, garantizado, no le enseñarán” (entre otras cosas porque son una trola, claro).

Otra figura con la que Stefan Magnet tiene una obvia simpatía es con el publicista alemán Jürgen Elsässer. Según cita el periódico austriaco Der Standard, hace unas semanas Magnet y Elsässer mantuvieron en Auf1 un debate especialmente orgásmico a propósito del premier ruso, Vladímir Putin. Refiriéndose a la invasión de Ucrania, Elsässer dijo que “se alegraba mucho de que alguien -Putin- lo hubiera hecho por fin -la invasión”.

Elsässer también alabó la invasión de Ucrania como una reacción al supuesto “gran reemplazo” y la “ideología de género”.

NOTA: la del “gran reemplazo” es una teoría que se ha puesto de moda en los ambientes de la extrema derecha. Según ella, los “poderes en la sombra” estarían trayendo de forma masiva a personas de Oriente Medio y de África -según esta óptica, personas “racialmente inferiores”- para desplazar a la población caucásica europea.


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