En la sombra

Según la televisión alemana, Karin Kneisl conocía los planes para instaurar en Austria un “servicio secreto paralelo”.

9 de Septiembre.- El mundo llora a la difunta reina de Inglaterra y, al mismo tiempo, trata de acostumbrarse a que el señor al que antes llamábamos todos príncipe Carlos, ahora comparte nombre con el monarca al que Goya retrató con tanta pericia.

Aquel al que, de manera un tanto paleta, se suele llamar “el mejor alcalde de Madrid”.

En los periódicos austriacos viene escondida una noticia que, de ser verdad, sería gravísima.

La ex ministra de Asuntos Exteriores austriacos y ahora una de las propagandistas de la tiranía de Vladímir Putin, Karin Kneisl fue durante su mandato, según afirma la televisión alemana SWR, conocedora de los planes para construir un servicio secreto paralelo que hubiera tenido como base su ministerio.

Este servicio secreto paralelo empezó a ser creado en el año 2018 por Johannes Peterlik, entonces secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores austriaco y hubiera sido él la persona llamada a dirigirlo.

Este servicio secreto en la sombra hubiera sido la competencia directa del que, hasta aquel momento, ostentaba el monopolio de estos temas en Austria: o sea, el dirigido por el Ministerio de defensa.

Antes de seguir, pongámonos en contexto.

Desde principios del siglo XX, la Federación Rusa, como plan para alcanzar sus objetivos geoestratégicos -uno de los cuales, y muy principal, es dinamitar desde dentro la Unión Europea-, ha financiado a los partidos de extrema derecha austriacos, entre ellos, al FPÖ, mediante “acuerdos de colaboración” que se sustanciaban en viajes periódicos a Moscú de los principales dirigentes ultras, por ejemplo Johan Gudenus, Strache o el mismo Herbert Kickl.

Naturalmente, todo este apoyo no era gratis.

Cuando, el FPÖ consigue entrar en el Gobierno austriaco, se pone en marcha un plan que debió ser diseñado mucho antes. El objetivo, “Orbanizar” austria. O sea, convertirla en una “democracia autoritaria” a la húngara, con intereses y política dentro de la Unión teledirigidos desde Moscú.

Naturalmente, una de las piezas fundamentales para conseguir este objetivo es el servicio secreto.

La ultraderecha austriaca maniobra en los acuerdos de coalición para obtener el Ministerio del Interior -era una de las condiciones sine qua non de la extrema derecha para apoyar a Sebastian Kurz en el Gobierno-; en el mismo momento en el que Herbert Kickl es nombrado ministro del interior, se pone en marcha la maquinaria destinada a desbaratar el servicio secreto austriaco, llamado entonces BVT, y convertirlo en una especie de policía política.

Como resultado de las maniobras subsiguientes, en 2018 se produce el llamado escándalo de la BVT, que lleva a una situación que hubiera sido inconcebible antes: el servicio secreto austriaco salta por los aires y salen a la luz todas sus tripas, incluyendo las tensiones brutales entre el jefe político, Herbert Kickl, y su director.

Debido a este escándalo, el servicio secreto austriaco sufre una crisis reputacional brutal, que lleva a sus pares en otros países europeos a cesar su colaboración con él en materias tan sensibles como la lucha contra el terrorismo islamista.

De esto resulta una ceguera informativa que es la causa más o menos directa de los atentados de Viena de Noviembre de 2020, que se saldan con cuatro muertos.

Los planes para “orbanizar” Austria quedan parados afortunadamente debido a la oportuna salida a la luz del escándalo de Ibiza que saca a la ultraderecha del Gobierno austriaco.

A la luz de estas informaciones resulta sumamente curioso recordar que el último ministro que se aferró a su silla y que provocó con ello un acto inédito hasta entonces en la democracia austriaca, fue precisamente el ministro del interior, Herbert Kickl, jefe del servicio secreto, el cual tuvo que ser cesado por el Presidente de la República, Alexander van der Bellen, cosa de la que, hasta hoy, Herbert Kickl se duele.

¿Conocía Karin Kneisl los planes para crear un servicio secreto paralelo en Austria? Según la tele alemana, sí.

Existe como prueba un pantallazo de un mensaje entre Karin Kneisl y Johannes Peterlik en donde se repartían las responsabilidades de ese servicio secreto sobre un organigrama.

En 2018, Bernd Schmidbauer, que había sido coordinador de los servicios secretos bajo Helmut Kohl, fue interrogado por la fiscalía vienesa debido al escándalo de la BVT. Ese día, según parece, se entrevistó con Johannes Peterlik y, según Schmidbauer, Karin Kneisl estaba presente.

De momento, Karin Kneisl no se ha pronunciado -y es poco probable que lo haga, porque solo le traería problemas-; ahora vive en el Líbano.


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