¿Se equivocó de periódico Karl Marx? (2)

Karl Marx vino a Viena en 1848 para ver en directo una revolución que se terminó frustrando.

La primera parte de esta historia está aquí

1 de Octubre.- Habíamos dejado a Karl Marx acercándose en un salto a Viena en el verano de 1848, para ver en directo cómo era una revolución.

Nada más llegar a la ciudad, Marx se acercó a lo más radical de aquel cotarro, o sea, al corresponsal del periódico que dirigía, el Neuen Rheinischen Zeitung, o sea, a un caballero llamado Eduard von Müller-Tellering. También compareció en la “Unión Democrática” (Demokratische Verein) y discutió con todos aquellos que pensaban que la mejor idea en aquellas circunstancias era intentar negociar con el Parlamento imperial o con el mismo emperador. Ilustró al “Ersten Wiener Arbeitverein” con su charla “El trabajo a sueldo y el capital” (era una reposición, ya la había estrenado en Bruselas), se entrevistó con el diputado Alois Borrosch, para ver las maneras en que se podía cortar el paso a la “reacción checa” y, tras llevar a buen puerto este maratoniano programa, se volvió a Berlín.

Ni rastro de contactos con Die Presse, como por otra parte era previsible. El periódico, fundado casi al mismo tiempo que el suyo, se había posicionado en un punto de vista moderado, en una equidistancia muy bien calculada entre los radicales, con los que iba Marx, y la carcundia reaccionaria. Su objetivo era lo que hoy podríamos llamar el target comercial más goloso, o sea, todos los burgueses que no eran ni de unos ni de otros, a los que en cierta medida les interesaba que el sistema se quedase como estaba con mínimos cambios y que eran, al fin y al cabo, los que se gastaban los cuartos en los productos que se publicitaban en Die Presse.

Más o menos dos meses después de que Karl Marx se fuera de Viena, los conservadores se pusieron las pilas y las tropas imperiales tomaron la ciudad y descabezaron la rebelión. La revolución había vencido.

En Alemania, Karl Marx y Engels, como era lógico, utilizaban la tribuna de su periódico para poner a los carcas a escurrir. Durante todo un año, el Neuen Rheinischen Zeitung sacó la artillería pesada y tronó contra todo lo que oliera a conservador lo que incluía también, curiosamente, a los eslavos y balcánicos (rusos, croatas y checos, principalmente) los cuales, a juicio de los dos padres del socialismo, eran lo peor de lo peor y los enemigos más encarnizados del proletariado.

Una vez sofocadas las últimas ascuas del fuego revolucionario de 1848 y las diferentes monarquías se recuperaron del susto y rearmaron sus fuerzas represivas, se extendió por Europa una calma bastante parecida a la de los cementerios.

LOS DESTINOS DE MARX Y DE DIE PRESSE SE UNEN

Marx empezó a escribir para Die Presse hacia 1861.

Para aquel entonces, los sucesos revolucionarios de 1848 eran un recuerdo (doloroso) y las posiciones de reaccionarios y progresistas se habían cuajado en una suerte de compartimentos ideológicos más o menos inmutables.

Die Presse era un periódico dirigido a la burguesía liberal, cuya influencia iba más allá de las fronteras del imperio austro-húngaro y Karl Marx, que había cumplido 43 primaveras, se había mudado a Londres y se había convertido en el santón del comunismo y, por lo tanto, en el enemigo de burgueses de toda laya.

No fue Marx sin embargo el que se dirigió a Die Presse ofreciéndole colaboraciones (a pesar de que eran notorios sus crónicos problemas de dinero), sino que fue el propio periódico y, más en concreto, su redactor jefe, Max Friedländer, el que se empecinó en que Karl Marx fuera uno de sus colaboradores.

Es más: dada la (comprensible) resistencia de Karl Marx, Friedländer tuvo que estar varios años intentándolo, hasta que el alemán, por fin, accedió.

Una historia que así empieza y con los antecedentes que el lector tiene ya en su poder, tenía todos los visos de ir a acabar como el rosario de la aurora.

Sin embargo, tanto Friedländer como Marx, ignoraron “las voces en el viento” (como cantaría más tarde Rocío Jurado) y se escaparon juntos “mar adentro”.

Una de las razones de Marx para aceptar la inusual propuesta del periódico conservador vienés fue la de tener acceso a una tribuna con más audiencia que los medios para convencidos de los que ya disponía.

Marx pensó que un periódico tan influyente como lo era Die Presse en aquel momento le serviría para exponer sus ideas para un público mayor y, quizá, quién sabe, convencer a un par de burgueses para que abrazasen el comunismo.

Por el lado de Friedländer la insistencia en contratar a Marx estuvo motivada por otra expectativa que resultó ser igual de descabellada que la del filósofo: o sea, la de contar con un corresponsal con el que ya había trabajado antes y del que esperaba que le diera pocos problemas.

Antes de fichar por Die Presse, Friedländer había trabajado para un periódico progresista, el Neue-Oder Zeitung, en el que Karl Marx -un auténtico esforzado de la estilográfica o un auténtico pelmazo, según perspectivas- había escrito también y para el que había elaborado 133 piezas.

Por último, existe la sospecha de que, a pesar de trabajar en un periódico conservador, Friedländer simpatizaba en secreto con las ideas progresistas y estaba hasta la chistera de curas, emperadores y demás y que, contratando a Karl Marx quería desviar hacia la izquierda la línea editorial del periódico conservador.

(continuará)


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