¿Qué hará cuando vea que ha vuelto a perder?

La guerra sorda entre Doskozil y Pamela Rendi-Wagner por el control de la socialdemocracia austriaca vive estos días un nuevo capítulo.

22 de Noviembre.- Un verso suelto es aquel que no está relacionado con los otros por rima.

La expresión ha pasado a designar a aquellos miembros de las organizaciones a propósito de los cuales los otros miembros se preguntan qué leches hacen en ellas.

Por ejemplo, Hungría es un verso suelto dentro de la Unión Europea porque, menos para poner el cazo y trincar fondos europeos, todo lo demás que venga de Bruselas le parece mal.

Una característica digamos peculiar de los versos sueltos es que son de la opinión de que las personas que ejercen el poder dentro de la organización que sea son unos completos inútiles y de que ellos lo harían todo muchísimo mejor si les dejaran. Los versos sueltos son muy de “sujétame el cubata, que allá voy”. Y también, por qué no decirlo, van un poco a medias de víctimas y a medias de “sobraos”.

Luego, puede ser que tengan razón, o no la tengan. Pero mientras tanto, como dicen los americanos, ellos ya han “talked the talk”. Luego, que vayan a “walk the walk” es otro cantar.

En la socialdemocracia austriaca, el verso suelto por excelencia es “Juan Pedro” Doskozil, presidente del Land de Burgenland.

EL HOMBRE QUE VINO DE BURGENLAND

Doskozil ha desarrollado su carrera política en la región más oriental de Austria.

El ascenso de Doskozil empezó a la altura de 2015, cuando era jefe de la policía de Burgenland y le cayó el marronazo de gestionar la crisis de los refugiados sirios. Resolvió la papeleta con éxito (por lo menos al gusto de sus jefes). Su popularidad aumentó y no fueron pocos los medios (este, entre ellos) que cantaron sus alabanzas. Esta buena consideración pública llevó a su ascenso a Ministro del Interior y, cuando cambiaron las tornas, las urnas le coronaron presidente de Burgenland. Al principio, en coalición con la extrema derecha. No poca resposabilidad le cupo de que el FPÖ se volviera una alternativa “votable” también para las personas civilizadas.

Entre Doskozil y sus compañeros de coalición no hubo nunca una palabra más alta que otra. Salía Doskozil y decía “¿Véis? No muerden” y la gente tomaba nota.

Después, Doskozil, por su buena gestión, consiguió la mayoría y le dijo adios a los ultras. Pero estaba claro que sus ambiciones eran otras. Doskozil quería (y quiere) ser canciller.

Para lograr este objetivo, sin embargo, tiene un pequeño problema. El problema se llama Pamela Rendi-Wagner.

NO PUEDEN EL UNO CON EL OTRO

Entre Doskozil y Pamela Rendi-Wagner no ha habido química. Nunca. Como uno es un señor mayor, puede hacerse más o menos una idea del tipo de personas que son Doskozil y Rendi-Wagner y, la verdad, lo tienen complicado para entenderse.

Entre otras cosas porque Doskozil, por debajo de la socialdemocracia es, probablemente, más rancio que un Cayetano y, por lo tanto, extremadamente machista. Y Pamela Rendi-Wagner, según yo creo, mira a Doskozil por encima del hombro porque le parece un patán al que, intelectualmente, no puede respetar. Por supuesto, ninguno de los dos tiene razón. Ni Pamela Rendi-Wagner está automaticamente incapacitada para el liderazgo político por ser mujer, como seguramente piensa Doskozil, ni Doskozil es, en modo alguno, un destripaterrones, como probablemente piensa Pamela Rendi-Wagner .

Dadas estas premisas previas, entre los dos han menudeado los desencuentros.

El último se ha escenificado este fin de semana.

El partido socialdemócrata de Burgenland ha publicado (y pagado) una encuesta en la que se preguntaba a una muestra supuestamente representativa a quién votarían si Doskozil fuera el líder de la democracia.

Si la socialdemocracia, ahora mismo, anda por el 27% de intención de voto, con Doskozil (supuestamente) subiría hasta el 32%. Ideal para ser el próximo canciller.

El mensaje de Doskozil, blanco y en botella: “haz sitio, Pamela, que voy”.

Doskozil siente que no le hacen casito y piensa que, si él dirigiera las huestes rojas, todo iría mejor.

La dirección del partido no lo piensa así. Doskozil llama a la puerta avalado por su éxito en Burgenland. La dirección del partido cree que el modelo de Doskozil en Burgenland, basado en (citando a Oscar Wilde) “hablar como un progresista y actuar como un conservador” no es exportable a otras zonas de Austria. Doskozil piensa que hay que comerle la merienda a la ultraderecha atacándole por el flanco de los migrantes (migración que habría que restringir) y ganarse a las clases trabajadoras estableciendo un salario mínimo de 1700 Euros. La dirección de Viena no quiere ni oir hablar de una cosa ni de la otra.

Otro problema que Doskozil tiene en el partido es de la idiosincrasia.

Austria es un país en el que puedes clavarle a una persona humana un objeto punzante en un espacio intercostal siempre que mantengas las formas. Los dirigentes regionales del SPÖ temen que la política de Doskozil sea demasiado “destructiva” y caiga mal entre el electorado, que puede pensar que la socialdemocracia es la casa de touch me Rock.

De momento, no parece que pueda haber un consenso suficiente para sustituir a Pamela Rendi-Wagner y es probable que no lo haya hasta después de las próximas elecciones, que todo el mundo entiende que están próximas.

¿Qué hará Doskozil cuando se dé cuenta de que ha perdido? (por lo menos de momento).

Una cosa está clara, como verso suelto no dejará de “versosueltear”.


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