La fiscalía investiga a un político por un comentario en televisión

Un político de extrema derecha austriaco se permitió en la televisión un comentario racista con una colegial. No es el primero. Ni será el único.

2 de Febrero.- Todas las personas que, de alguna manera, escribimos para el público y, naturalmente, todas las personas que escribimos para el público y somos activos en las redes sociales, nos hemos encontrado en algún momento con un dilema.

Ante cosas como el negacionismo del cambio climático, las teorías de la conspiración o los antivacunas, se encuentra uno con la perversa disyuntiva de que denunciar las barbaridades y tratar de argumentar racionalmente no hace sino dar publicidad a tesis imbéciles cuando no malignas.

Por otro lado, dejar que semejante patulea inunde el espacio público de lo que solamente es basura intelectual, sin hacer nada para evitarlo, es algo que repugna a la decencia.

Por eso, y aunque uno tenga conciencia de que es un esfuerzo perfectamente inútil, escribo hoy este artículo.

Por esos mundos, camina un señor sobre el que Paquita la del Barrio hubiera tenido mucho que decir. Su nombre es Gottfried Waldhäusl y es un político de la extrema derecha austriaca, del FPÖ. Waldhäusl estuvo invitado estos días en un programa debate de la televisión Puls 4. Un debate al que también asistieron, como público, colegiales, que podían hacer preguntas a los tertuliantes.

En un momento dado, una de estas colegiales se dirigió a Waldhäusl, intentando hacerle notar que si el FPÖ hubiera llevado su política de cero inmigración hace veinte o treinta años, ni ella, ni la mitad de alumnos de su clase podrían haber estado allí. Ya que, por lo menos alguno de los padres, no habían nacido en Austria.

Waldhäusl le contestó a la niña que, “si eso hubiera pasado hace tiempo, Viena sería hoy lo que era”, afirmando implícitamente que ni la niña ni ninguno de sus condiscípulos tenían nada que hacer en Austria (por no ser “de la raza aria”, por supuesto).

Las afirmaciones de Waldhäusl, su tono racista asqueroso, su chulería, no son nuevas en él, ni en su partido, por supuesto. De hecho, el FPÖ lleva unas semanas con una campaña bajo el lema Festung Österreich (Fortaleza Austria). Imposible no acordarse del “Festung Europa” inventado por Josef Goebbels durante la segunda guerra mundial. Lo cierto es que, como saben la mayoría de mis lectores, Austria no podría funcionar sin nosotros, los inmigrantes. Que llenamos todos los días sus oficinas, sus supermercados, sus hospitales, que proyectamos las máquinas que se construyen y, en resumen, somos parte esencialísima del bienestar que se disfruta en esta república.

El mismo jefe de Waldhäusl, Udo Landbauer, se encuentra en también entre esas personas a las que el político hubiera querido dar con la frontera en las narices. Landbauer, como todo el mundo sabe, es de madre iraní.

Waldhäusl no ha querido desdecirse de sus afirmaciones y ha acudido a los sobadísimos clichés conspiranoicos de la Gran Sustitución (o sea, esa teoría que dice que la pura raza blanca europea está amenazada por la proliferación de morenitos inmigrantes como usted y como yo).

El abogado Wilfried Embacher ha denunciado a Waldhäusl por racista y en este momento la fiscalía del estado austriaco investiga si sus afirmaciones en Puls 4 pueden ser constitutivas de delito.

Las críticas le han llegado desde todos los sectores decentes de la política austriaca y de todos los partidos del arco parlamentario. Sin excepción.

Solo ha habido un silencio atronador. El de su propio partido.

Supongo que era de esperar.

 


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