En el segundo capítulo de nuestra serie veremos cómo Fritz Lang se convirtió en uno de los directores más aclamados del mundo.
26 de Febrero.- En el capítulo anterior, habíamos dejado a Fritz Lang traumatizado por el suicidio de su primera mujer, pero a punto de casarse con la siguiente, Thea von Harbou. Una persona, en cualquier caso, que desempeñaría un papel fundamental en su vida.
Situémonos: estamos en los años inmediatamente posteriores al final de la primera guerra mundial. Alemania ha dejado de ser un imperio y se ha convertido en una república (la de Weimar). Una de las cosas que hizo el gobierno de esa república fue abolir la censura cinematográfica, por otra parte, la debilidad del marco hizo que la exportación de películas mudas fuera también muchísimo más fácil y, sobre todo, bastante rentable, lo cual favoreció la aparición de las primeras superproducciones, porque con las divisas que se obtenían de la exportación se podían cubrir costes.
Hay que tener en cuenta también que las películas mudas podían verse fácilmente en todo el mundo. Bastaba con cambiar los intertítulos en el idioma del que se tratase y andando.
En estas condiciones tan favorables, empezó Fritz Lang su carrera como director. Su primer trabajo fue una película, hoy perdida, que se estrenó en 1919. Se llamaba Halbblut. Tuvo una continuación, Der Herr der Liebe. Ambas se dan hoy por perdidas.
De esta primera etapa, sin duda su mejor obra es Las Arañas, una película de aventuras. En la misma época, Fritz Lang rodó la conocidísima El Gabinete del Doctor Caligari, una de las obras cumbre del expresionismo cinematográfico y que incluso dio origen a un término, el “caligarismo”. El Gabinete del Dr. Caligari estuvo prohibida durante el nazismo e incluso se consideró un exponente del llamado “arte degenerado” (o sea, de todo ese arte moderno que se apartaba de la cursilería de caja de bombones que los nazis consideraban arte).
Fritz Lang estaba en racha. En 1921/22 rodó Der müde Tod (La muerte cansada). A un par de miles de kilómetros de Berlín, un joven estudiante de Calanda, al que sus amigos de la residencia de estudiantes conocían como “el animal de Buñuel” o “el bruto de Buñuel” entró en un cine, vio Der müde Tod y decidió que quería ser director de cine.
Sin embargo, el éxito internacional le llegó a Fritz Lang con Dr. Mabuse, der Spieler. En 1922, Fritz Lang se casó con Thea von Harbou.
En 1924 Fritz Lang estrenó una de las cumbres del cine mudo y de la historia del cine mundial, Los Nibelungos, una enorme superproducción para la que, entonces, era una de las productoras más grandes del mundo: la UFA.
Terminó las dos partes de la saga absolutamente exhausto y decidió viajar por el mundo. Durante un viaje por los Estados Unidos visitó Nueva York y los estudios de Hollywood los cuales, por cierto, eran grandes máquinas devoradoras de talento europeo.
Y de las sagas germánicas, al futuro. Según su propia confesión, fue la visión de los rascacielos de Manhattan las que le inspiraron uno de los primeros clásicos de la ciencia ficción cinematográfica y, sin duda, la primera distopía: Metrópolis.
Esta “propia confesión” de Fritz Lang tiene un pequeño problemilla: en julio de 1924, o sea, meses antes de su primer viaje a los Estados Unidos, Fritz Lang le envió al productor Erich Pommer una primera versión del guión de Metrópolis firmada, por cierto, por Thea von Harbou.
Metrópolis fue una de las producciones más caras de su época y estuvo a punto de llevar a la ruina a la UFA. Tanto es así que, después del estreno (que fue catastrófico), intentando poder explotarla y recuperar algo del inmenso coste, la película fue cortada salvajemente y solo muy recientemente la hemos podido disfrutar en su integridad, gracias a que se encontró una copia íntegra en Argentina.
A pesar de todas estas dificultades, Metrópolis es una obra maestra que trasciende su época como una especie de premonición de lo que más tarde sería el nazismo. Su influencia ha sido inmensa desde que, después de la guerra mundial y en versiones mutiladas, se volvió a proyectar (baste pensar en el videoclip de Radio Gaga).
De cualquier manera, como Metrópolis fue un estrepitoso fracaso de taquilla, Fritz Lang se vio obligado a producir sus dos siguientes filmes: Spione el cual, pese a lo corto de los medios con los que fue producido fue muy rentable y La Mujer en la Luna, cuyo éxito se vio un poquito empañado por la irrupción del cine sonoro en 1929.
La primera película sonora de la UFA fue, como todo el mundo sabe, El Ángel Azul, de Josef von Sternberg. Poco después Fritz Lang rueda M, el Vampiro de Düsseldorf. Otra obra maestra. La historia de un asesino de niños intepretado por Peter Lorre (otro austro-húngaro como él, por cierto). Como ya había hecho von Sternberg, Fritz Lang experimenta con la nueva técnica, el sonido, aunque vista hoy, M es rara porque no había todavía música que subrayase la acción.
No solo el cine estaba cambiando aceleradamente. También Alemania: en el próximo capítulo un nuevo personaje aparece en escena: Adolf Hitler.
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