Casting abierto

Ayer se cerró un nuevo capítulo de la búsqueda de líder de la socialdemocracia austriaca. Éramos pocos, por lo visto.

25 de Marzo.- David O. Selznick debía de ser un señor tirando a intensito, de esa gente que, cuando habla, le salen voceras en las comisuras de la boca. Su padre se arruinó con la depresión del veintinueve y él tuvo que pasar mucho para volver a conquistar una posición en Hollywood. Uno de los peldaños de esa dura remontada fue el de casarse con la hija de su jefe, Louis B. Mayer, Irene, una señora bien lista –descubrió a Marlon Brando-. A finales de los años treinta, Selznick compró los derechos cinematográficos de un libro que aún no se había publicado: Lo que el Viento se Llevó. Lo había escrito a ratos perdidos una señora del sur de los Estados Unidos. Selznick, asesorado por Kay Brown (legendaria “olfateadora” de éxitos) intuyó que aquella novela que no tenía ni pies ni cabeza podía convertirse en una gran película.

Armado de esa intuición, David O. Selznick se embarcó en una de las películas más caras de la Historia del Cine. Solo tenía un problema: no encontraba la actriz que le hiciera la protagonista, Scarlett O´Hara.

Dispuesto a hacer de la necesidad virtud, el astuto productor comprendió que la mejor manera de rentabilizar este inconveniente era convocar unas pruebas a las que se pudiera presentar toda aquella señora que pensara que, por hache o por bé, daba el tipo de la dueña de Tara. Altas o bajas, delgadas o gordas, guapas de morir o feas de asustarse, famosas o desconocidas. Para levantar todavía más revuelo, creó un equipo que iba por las ciudades de los Estados Unidos “buscando a Scarlett”. El resultado fue un mareante número de aspirantes.

Lo que Selznick necesitaba era, sin embargo, un milagro. Y lo tenía casi en su casa. Su hermano, Marion Selznick, era representante de artistas. Llevaba a un cómico inglés, guapo, bisexual y recién llegado a los Estados Unidos, Lawrence Olivier. Siguiéndole, había venido su querida, una actriz semidesconocida, preciosa, de muy buena familia (inglesa) pero algo ida de la chota, llamada Vivien Leigh.

El resto es historia.

Vera usted que este cuento tiene mucho que ver con la política austriaca.

SETENTA Y TRES PERSONAS Y UN SOLO PUESTO

Ayer, un minuto antes de la medianoche, se terminó el plazo de presentación de candidaturas para dirigir el Partido Socialdemócrata Austriaco. La dirección de esta fuerza, seguramente con la intención de mitigar un poco el aire guerracivilista que estaba tomando la cuestión, abrió el proceso a todos los candidatos que sintieran, como las americanas de los años treinta, que daban el tipo de líder (o “lideresa”) de los socialistas. Entre el 24 del mes que viene y el 10 de mayo, las bases del partido podrán decidir con quién se quedan.

Setenta y tres personas se han presentado. Cuatro mujeres y sesenta y nueve hombres. Entre las mujeres está la derechohabiente, o sea Pamela Rendi-Wagner, y entre los hombres está “Juan Pedro” Doskozil.

Por cierto, se ha retirado Kowall, del que hablábamos hace días, según sus propias declaraciones porque se han presentado personas de más valía y peso que él.

Poco se sabe del resto de los candidatos y todavía está por verse si los 73 van a ser “elegibles”. Esto lo decidirá la dirección del partido en una reunión que se celebrará este lunes próximo.

Uno que ha quedado descartado, por cierto, ha sido Gerald Grosz, ex candidato a presidente de Esta República, que presentó su candidatura “de broma”. Ha trascendido sin embargo que se ha presentado el alcalde de Traiskirchen, en Burgenland, Andreas Babler, un antiguo empresario, Berthold Felber y el conductor de camiones Gerhard Weissensteiner, de Baja Austria.

Muchos candidatos para ser la próxima Escarlata (o “Rojilla”, “Rossella” como se llama en Italia la heroína de Margaret Mitchell, nunca tan apropiado el nombre como aquí).

También existen rumores de que, como último recurso, se baraja el nombre de Christian Kern, ex canciller, ex empleado de los ferrocarriles rusos (de los austriacos también) y experto en llevar trajes (e ideologías) “slim fit”. El interesado ni lo desmiente ni lo afirma.

Los partidarios de “Juan Pedro” Doskozil, eso sí, ya han dejado correr una encuesta según la cual bastaría que el presidente de Burgenland se encaramase a la cúspide del SPÖ para que los socialdemócratas fueran de nuevo líderes en intención de voto.

 


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