Combustible verde

La industria automovilística europea va por un lado y el Gobierno austriaco por otro. Qué situación.

19 de Abril.- Una de las definiciones más certeras del populismo es cuando el gobernante (o el aspirante a gobernante) les dice a los gobernados lo que piensa que ellos quieren oír.

En casi todos los casos, la cosa funciona como si a un enfermo terminal de cáncer de pulmón llegase alguien y le dijera:

-¿Cómo estás, máquina? ¿Quién te ha dicho a ti que es malo fumar? Anda ya ¡Fumar va a ser malo! Mira lo que te he traído, un purazo. Hala, venga, fúmatelo a mi salud y que se mueran los feos.

Naturalmente, el enfermo de cáncer de pulmón lo último que quiere admitir es que se está muriendo, de manera que preferirá agarrarse al clavo ardiendo de esa voz que le dice que lo que está haciendo es fetén.

Cambien vuesas mercedes los purazos por cualquier otra cosa. Por ejemplo, el cambio climático. A lo largo del tiempo, diversos comentaristas de este blog, incapaces de negar que el cambio climático está ahí, han tenido los santos cojon*z*s de decir que el cambio climático es una maravilla, que nos va a traer nuevas oportunidades en forma de turistas que van a poder ir a las playas desde marzo hasta noviembre. Que mejor que no llueva, que fastidia la temporada.

Durante la pandemia, lo mismo: esa gente que decía que no había que vacunarse, que tomándose el potingue aquel para caballos se curaba la CoVid (y se curaba el que lo tomaba de la enfermedad de la vida, que ya se sabe que es también mortal de necesidad).

Una fibra clásica del alma austriaca es la alergia al cambio. Juan Austriaco quiere seguir haciendo lo que ha venido haciendo toda la vida. Es el famoso “Bei uns”. Aquí, en este país, lo hemos hecho siempre así. Dentro de poco no vamos a poder seguir haciendo lo que hemos venido haciendo hasta ahora (por lo menos, pensando que hacerlo no tenía consecuencias). O sea, coger el coche y burrún burrún llenarlo todo de humos asquerosos.

¿Qué quiere oír Juan Austriaco? Pues claro que sí, guapi: que va a poder seguir haciendo lo mismo que hasta ahora o casi igual. ¿Y quién se lo está diciendo? El canciller Nehammer. Mientras el mundo se ahoga, se seca, se cuartea. Mientras en Espaöa las cosechas peligran, mientras en Austria los lagos se secan, los glaciares desaparecen y no hay nieve, el canciller Nehammer, armado también con un par que no le caben entre las piernas, le dice a Juan Austriaco:

-Usted, tranquilo, que podrá seguir utilizando el coche como antes. Lo único que, en vez de echarle gasofa sin plomo, le va echar usted “combustible verde” y a vivir.

Y, para decírselo a Juan Austriaco, al lector típico del Kronen Zeitung y de la prensa gratuita, para todos los televidentes de Servus TV, el canciller Nehammer ha montado una “cumbre” en la cancillería, para hablar de este tema obviando que la apuesta europea por la movilidad respetuosa con el clima no son los combustibles verdes, sino los coches eléctricos (por cierto, Austria, que tiene una industria automovilística muy potente y cinco millones de coches matriculados para casi nueve millones de habitantes, ha luchado todo lo que ha podido por retrasar la prohibición de los motores de explosión en la Unión Europea).

 


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