Por qué Doskozil (y por qué no)

Hans Peter Doskozil tuvo que enfrentarse ayer, en directo, a un tema tabú que le afecta muy personalmente.

24 de mayo.- Este pasado mes de marzo estuve releyendo un libro de Yuval Noah Harari (Homo Sapiens) en el que, entre otras verdades como puños dice que, lo que de verdad nos diferencia de otros animales, incluso lo que nos diferenció de otras especies de hombres (los Neanderthales), es que somos capaces de colaborar.

Las grandes y las pequeñas cosas que la Humanidad hace todos los días se pueden llevar a cabo porque los seres humanos nos hemos convencido los unos a los otros (a veces con según qué métodos, también es verdad) para que la convivencia sea posible.

En otras palabras: somos producto de la confianza que nos tenemos mutuamente.

La capacidad nuestra de suscitar confianza en los demás puede ayudarnos mucho (por ejemplo, a conseguir un trabajo, a que nos cuelen en la carnicería) o puede ser un obstáculo que nos veamos obligados a vencer constantemente.

Un caso típico de esto es Hans Peter Doskozil.

CUESTIÓN DE CONFIANZA

Como ya saben todos mis lectores, la candidatura de Doskozil a presidir la socialdemocracia austriaca ha sido la más votada. Lo cual tampoco es decir mucho, por otro lado. Apenas un tercio de los militantes han opinado que Doskozil era el mejor secretario general posible para el SPÖ.

Y llama muchísimo, pero muchísimo la atención, que durante casi cuatro años, tanto el aparato del partido como las bases hayan preferido aguantar con Pamela Rendi-Wagner, considerándola un mal menor. Una persona que no obedece de ninguna manera al perfil del político al uso, con un carisma tendente a menos uno y con unas posiciones políticas tirando a aguachinadas.

¿Por qué ha sido así, cuando había un recambio evidente, que era Hans Peter Doskozil? Yo tengo una respuesta, basada solamente en los diez minutos en que he estado en el mismo lugar físico de Doskozil y, pese a la falta de pruebas, creo que debe de estar bastante cerca de la verdad: Hans Peter Doskozil no es desde hace mucho tiempo el secretario general de los socialdemócratas austriacos porque nadie, atención, nadie, ni sus más próximos, se fía de él como persona.

Para esta falta de confianza hay razones derivadas del carácter de Hans Peter Doskozil, de su ambición, por ejemplo. Pero también hay una causa de la que Hans Peter Doskozil no tiene la culpa, como explicaré más adelante, pero que dice mucho de todos nosotros como sociedad.

¿Y entonces, por qué le han votado las bases? Pues yo creo que hay una mezcla de razones. La primera de todas es que esas bases piensan que hace falta una mala persona para neutralizar a otra mala persona. Esto es: todo el mundo espera de Hans Peter Doskozil que termine con Herbert Kickl. Nadie realista da un duro por la bondad de ninguno de los dos y se piensa que Doskozil domina la gramática parda lo mismo que Kickl. La segunda razón es que es un hombre. Y ahí hay que considerar que la mayoría de la militancia del SPÖ tiene más de sesenta años. Con todo lo que eso implica.

Y ahora, pasemos al tabú.

LA VOZ

Ayer, Hans Peter Doskozil acudió al plató del Zeit Im Bild para que le entrevistara Armin Wolf.

Como todo el mundo sabe, aunque él tenga cuidado en que no le saquen fotos fumando, la laringe de Hans Peter Doskozil es su punto débil. Varias intervenciones, una traqueotomía y largas convalecencias, han hecho que la voz de Doskozil sea bastante rala y, a ratos, difícilmente audible.

Ayer, sin ambages, Armin Wolf le preguntó a Hans Peter Doskozil si pensaba que, con su voz, era el candidato más apropiado. Le recordó que la obligación de un candidato es, ante todo, hablar por los codos, imponerse al ruido reinante, física y figuradamente, y mientras Armin Wolf recordaba esto y ponía el dedo en la llaga, a los que estábamos escuchando, casi nos dolía la garganta por delegación.

Doskozil se contuvo, aunque se notó que es un tema que le duele personalmente (es lógico que sea así). La voz es algo personalísimo para todos nosotros. Algo que nos define tanto como la apariencia física. Algo que es, además, una característica sexual. Preguntarle a Doskozil por su voz era tanto, en ese contexto, y a esa persona, como preguntarle si era un “hombre completo”, un “hombre de verdad”.

Y la respuesta de Doskozil también fue por ese tenor.

Le recordó al presentador que, con la voz hecha polvo y todo, había ganado las elecciones y gobernaba en Burgenland con mayoría absoluta (y le faltó decir “con mano de hierro”). Escuchándole justificarse, se tenía la sensación de que estaba confesando un secreto vergonzoso, como si hubiera contestado que había conseguido ser padre a pesar de padecer eyaculación precoz.

Y por debajo de la indignación de Doskozil, como por debajo de todos los que sienten sobre sí el peso de un secreto ominoso, había miedo. Y, aunque pueda parecer absurdo, culpabilidad. Cuando Hans Peter Doskozil, es evidente, no tiene la culpa de sus problemas de salud.

Naturalmente, es un tema del que no se habla pero que está presente todo el tiempo y está presente con toda seguridad en las mentes de las personas que están sopesando en este momento la idoneidad de Hans Peter Doskozil para ser el próximo canciller.

Y es un tema que dice mucho de nosotros como sociedad. Porque no somos capaces de darnos cuenta de que los políticos (o los trabajadores de una empresa) son (somos) diversos, están (estamos) incardinados en la vida. Y eso que llamamos ser “normal” no existe.

Lo que pasa es que hace falta mucha valentía para no ser normal.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.