Todo por la audiencia

 

Todo el mundo estaba sorprendido !Qué buena recaudación ha hecho la peli de Kurz! Muy sospechoso era. Y parece que la cosa tenía truco.

21 de Septiembre.- Aunque siempre está feo mentar la soga en casa del ahorcado, Adolf Hitler, “manque” mala persona, tuvo muy buen ojo a la hora de elegir quién debía inmortalizarle para la Historia (los documentalistas del History Channel deben de estarle muy agradecido). Su cámara favorito, el que le sacaba más favorecido, era Walter Frentz, un bigardo de las SS que fue su sombra hasta 1945 y que había hecho el aprendizaje con Leni Riefenstahl (junto con Albert Speer, una del grupo de los “nazis buenos” que se fueron de rositas de la guerra).

Riefehnstal, por su parte, también hizo documentales para el nazismo. De hecho, hizo El Documental. Se llama “El Triunfo de la Voluntad” y, aunque ella siempre sostuvo que lo suyo era periodismo y arte y demás, lo cierto es que en Alemania es una película que no se puede exhibir por venenosa. Muestra el congreso del partido nazi en Nuremberg y técnicamente no se le puede poner un pero. De hecho, Riefenstahl, aparte de talentosa (aunque el talento lo utilizara para hacer el mal no se le puede negar) gozó de presupuesto sin límite y lo usó para inventar las retransmisiones modernas. Todo lo que se puede ver hoy en una final de la Superbowl, lo inventó ella.

Naturalmente, sus películas fueron muy taquilleras en la Alemania nazi. Y era natural. Aparte de bien hechas (lo cual no se podía decir de todo lo que se podía ver entonces) a ver quién era el guapo que no iba al cine a ver al tito Adolfo. En aquellos momentos, que la vecina cotilla de tu bloque sospechara de tu entusiasmo nacionalsocialista te podía costar un viaje al campo de concentración.

Cómo han cambiado las cosas.

El otro día contaba yo que Sebastian Kurz, como diría un castizo “con tós sus güevos morenos”, se ha hecho un documental a su medida (nadie sabe a ciencia cierta quién lo ha pagado, by the way). Seguramente piensa que no se ha hecho justicia a su figura, que nadie es profeta en su tierra, que no se habla de él en Austria todo lo que debiera hablarse. Dicho documental se estrenó la semana pasada, a todo tren. Asistió la plana mayor del Partido Popular austriaco y la fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada.

Este lunes pasado, una de las dos casas productoras (con oficinas en Alemania) lanzó una nota de prensa en la que se felicitaba de la buena acogida que el “documental” había disfrutado por parte del respetable. Según ponía, casi cinco mil personas se habían personado en los cines para ver con sus propios ojos la hagiografía de Sebastian Kurz. Para tratarse de un documental, aunque sea un documental de mentirijillas, un triunfo. La nota salía al paso del inevitable cachondeito ante la idea de Kurz de producirse su propio proceso de beatificación.

La cosa tenía un pero.

Naturalmente, ya no estamos la Alemania hitleriana y no existe un público cautivo que tenga que sentarse dos horas en una butaca a escuchar discursos y a ver imágenes añejas de campañas electorales. Kurz, a pesar de la gran opinión que él tiene de sí mismo, es una figura con un interés muy limitado para el ciudadano medio. De manera que, quizá para que el ex canciller no llorase mucho ante la ingratitud de sus paisanos, la productora compró un gran número de entradas para el primer fin de semana, aprovechándose de las ofertas que los cines ofrecen a grupos numerosos. A 5,5 Euros la pieza. Los empleados de la cadena Cineplexx, prácticamente un monopolio en Austria, pudieron constatar cómo, a pesar de que las entradas estaban vendidas, en las salas había cuatro gatos. Quizá uno de ellos fuera el propio Kurz, extasiado ante su propia imagen, disfrazado con un bufandón, sombrero y gafas de sol.

El semanario Falter, que ha descubierto el truco de las fantásticas recaudaciones de la película, acredita pantallazos de las salas con las butacas vendidas a precios de saldo. La productora “se rasca” las vestiduras y habla de difamación. La cadena de cines admite que vendió entradas “a cascoporren” a la productora. Al resto del país le duele la tripa de reírse. Viniendo de Kurz, una persona que llegó a canciller comprando encuestas amañadas, ¿Qué se podía esperar?

 


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