Las e-card sin foto pierden validez a partir de hoy

Hoy han perdido validez aquellas tarjetas sanitarias cuyos titulares no hayan ido a la policía a depositar la foto correspondiente.

15 de Enero.- Todos los niños tienen esos días tontos en los que, hagas lo que hagas con ellos, se enfurruñan. Lo que viene siendo levantarse con el pie izquierdo. Cuando yo era pequeño, como (por suerte) no me crié en un internado suizo, los adultos (hartos) describían la situación diciendo que estábamos “como la gata Flora, que si se la meten chilla y si se la sacan llora”. Como es natural, nuestra inocencia infantil nos protegía de atribuir algún significado al pronombre “la” de complemento directo, pero aún así no hacía falta. El concepto estaba claro.

El caso: hace ya unos años, la extrema derecha, en una de sus campañas, alertó de un peligro: dado que un turco es, como todo el mundo sabe, igual que otro turco, o los chinos son todos clones idénticos de un primer chino original llamado Chen Guán, cabía la posibilidad de que pongamos Mohamed se personara en la consulta del médico y consiguiera ser tratado utilizando la tarjeta sanitaria de, pongamos, su primo Alí Fafé.

En el cuento de la extrema derecha, Mohamed se ganaba la vida honradamente vendiendo Kebaps, mientras que Alí Fafé era un vago que no hacía nada con su vida nada más que tener hijos para poder seguir viviendo de la proverbial “paguita”.

Como suele suceder con estas cosas, en ningún momento la extrema derecha aportó cifras de las proporciones de “la fraude”, pero sus correas de transmisión mediática, encabezadas por la indescriptible Servus TV, no cesaron de menear el tema. De manera que, si no recuerdo mal, cuando se montó la última coalición entre el ÖVP y la ultraderecha, se aprobó que, para evitar que Alí Fafé tuviera gratis los ibuprofenos sin dar un palo al agua, las tarjetas sanitarias llevarían un “afoto”. De manera que, si una honrada médica de la raza aria tuviera dudas a propósito de la identidad de un señor afgano, con solo mirar la foto y cotejarla con su documento de identificación pudiera respirar tranquila y saber que le estaba recetando los supositorios a la persona correcta.

Desde entonces, las tarjetas sanitarias sin foto han sido sustituidas gradualmente por las que llevan retrato. Para nosotros, aquellos que no hemos nacido en Austria y cuya foto no está en los registros de la policía, el proceso ha resultado un poco dificultoso. Al objeto de que la pasma tuviera nuestro retrato, tuvimos que dejarnos fotografiar, llevarlo a la policía y homologarlo.

Hasta aquí, bien.

Como suele suceder en estos casos, el periodo de transición fue muy largo y generoso, de manera que todas aquellas personas de edades comprendidas entre los 14 y los 70 pudieran aportar la fotografía correspondiente. A pesar de esto, varios miles de tarjetas siguen sin renovar. Se trata sobre todo de tarjetas de personas que vienen a Austria a trabajar solo por temporadas y de extranjeros. En cualquier caso, y es conveniente recalcarlo, las personas que tengan derecho a prestaciones sanitarias podrán seguir obteniéndolas con la tarjeta sin foto. Sin embargo, puede haber retrasos, porque el personal sanitario tiene la obligación de comprobar la identidad.

Pues bien, durante estos días pasados, “el comité periodístico habitual” (Servus y semejantes) han intentado montar una mini campaña insinuando que la pérdida de validez de las tarjetas sanitarias era una acción nocturna y alevosa contra el pobre “juan austriaco” (aquí Max Mustermann) el cual, a pesar de su raza aria y de estar rompiéndose la cérviz trabajando para la Volk, al presentar su tarjeta sanitaria sin foto (sin fotos por haber sido un cojonazos, porque tiempo ha tenido de sobra) no será atendido por el médico, en tanto que Alí Fafé, ese hombre de piel morena y de religión mahometana, recibirá atención y mimos por haber presentado su tarjeta con foto.

Lo dicho: la gata Flora.

 


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